¿Sabías que la selfi más antigua conocida data del año 1839? Quedé boquiabierta cuando lo supe, ¡y yo pensaba que este era un asunto de mileniales! Sin embargo, su uso solo se popularizó a principios del siglo XXI con el nacimiento de la fotografía digital y las redes sociales. Con ellas se exacerbó nuestro deseo por exponer quiénes somos, cómo nos vemos y cómo queremos ser conocidas, incluso dejando la modestia a un lado.
Yo estaba en mis plenos veintes cuando la revolución de las selfis nació y procuraba llenar mi red social de imágenes con las que pudiera llamar la atención de mis amigos. Mi corazón anhelaba amor, afirmación y aceptación. Después me di cuenta de que el problema, con esta intensificación de imágenes, era que intentaba suplir mi necesidad de aceptación a través de lo que el mundo me indicaba: un poco más de maquillaje, un poco más de piel, un vestido llamativo y ¡voilá!
No tengo que decirte que el resultado fue exitoso. La sensualidad es premiada en nuestros tiempos con seguidores, likes y comentarios. Sin embargo, aunque exponer nuestra imagen de esta manera podría parecer irrelevante, en realidad no lo es. Este tema tiene importancia desde una fecha mucho más antigua a la del nacimiento de las redes sociales y las selfis.
Imagen de Dios con un propósito
Si se trata de hablar de imágenes, lo primero que notaremos, según el orden cronológico, es que Dios nos hizo a Su imagen: «Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Gn 1:27).
La modestia es necesaria cuando se trata de enseñar a otros que seguimos a un Dios santo y verdadero
Esto significa que Él nos revistió con una dignidad especial, diferente a la del resto de Su creación, y que tuvo como propósito que lo reflejáramos: un Dios inteligente y libre. Por lo tanto, nos hizo con la capacidad de pensar y de tomar decisiones.
Él es un Dios santo, nos hizo rectas y nos dio una conciencia para discernir entre lo que es bueno y malo. Él es un Dios relacional y, en consecuencia, nosotras tenemos la capacidad de relacionarnos con Él, otras personas y la creación. Él es un Dios que gobierna y nos dio la capacidad de dominar. En pocas palabras: lo que nos hace diferentes del resto de la creación proviene de Él. ¡Esto es maravilloso!
Además, este pasaje de Génesis también nos habla de un mandato: «Dios los bendijo y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla”» (Gn 1:28). En la creación, el ser humano fue hecho a imagen de Dios para que, como portador de Su imagen, pudiese expandir Su reino por todo el mundo.
Sin embargo, Génesis nos muestra más adelante que el ser humano decidió no reflejar la imagen de Dios, sino buscar su propia gloria. Esto no solo supuso la entrada del pecado en el mundo, sino también la distorsión de la imagen de Dios en nosotras.
Nuestra imagen en un mundo caído
Las mujeres luchamos frecuentemente con un fuerte deseo de recibir amor, aceptación y afirmación a través de nuestra imagen externa. Nuestro pecado nos empuja a querer llamar la atención sobre nosotras mismas con nuestra apariencia, olvidando que hemos sido hechas para la gloria del Señor y no para la nuestra.
El deseo de Adán y Eva, de querer edificar un reino sin Dios para sí mismos, es el mismo deseo que hoy lleva a muchas mujeres a transitar por la búsqueda de construir su propio reino virtual. Lo hacemos al juntar seguidores a través de fotos atractivas que llaman la atención hacia nosotras, porque lo que mostramos en nuestras imágenes compartidas es lo que hay en nuestros corazones.
Nuestro pecado nos empuja a querer llamar la atención sobre nosotras mismas, olvidando que hemos sido hechas para la gloria del Señor y no para la nuestra
Aunque la aprobación en redes puede darnos satisfacción, la supuesta satisfacción solamente durará un momento (no es sorpresa, ¿verdad?). Después de un día o quizás dos, notarás que tu corazón sigue deseando estar lleno de algo más duradero. Esa necesidad lleva a muchas chicas a publicar más fotos, más arriesgadas y con más frecuencia.
La búsqueda de siempre estar publicando imágenes de nosotras se convierte en una manera de esclavitud. Habrás escuchado de casos en los que influencers famosas resultan llegar al borde de crisis emocionales fuertes por intentar conservar una audiencia. La libertad que proclaman resulta ser una mentira: son esclavas de los likes, mientras sus corazones sedientos nunca se sacian. El amor, la aceptación y la afirmación que se encuentran a través de las redes sociales son efímeros. Tu corazón está hecho para ser lleno con algo mucho mejor.
Una imagen perfecta y una imagen restaurada
Aunque el pecado distorsiona nuestra imagen de Dios, Él mismo proveyó un camino para restaurar Su imagen en nosotras. Él prometió en el Edén que un día vendría un descendiente de la mujer para destruir el poder del pecado sobre Su pueblo.
Ya que somos hechas a imagen de Dios para reflejarlo y extender Su reino, importa la forma en que nos mostramos al mundo
Ese descendiente vino a este mundo, Dios hecho hombre, y Su nombre es Jesús. Nadie había visto una imagen perfecta del Padre, pero Él la dio a conocer (Jn 1:18). Su sacrificio permite que ahora podamos vestirnos de un hombre y mujer nuevos, que se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que nos creó (Col 3:10).
En Cristo hemos sido amadas, perdonadas y adoptadas como hijas de Dios, por pura gracia para llegar a ser como Él. No debemos creer que el Señor solo se preocupa por nuestras almas. Nosotras somos seres integrales de cuerpo y alma, por lo que no debemos descuidar ni uno ni otro. La modestia es importante para la mujer cristiana.
Modestia en un mundo de imágenes
Entonces, ¿qué debemos hacer? Miremos lo que nos dice la Palabra:
Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad (1 Ti 2:9-10, énfasis añadido).
Añadí el énfasis porque deseo que observes que las mujeres cristianas tenemos una forma de mostrar una imagen exterior que se corresponde con lo que está pasando en nuestro interior. La modestia nos invita a que mostremos externamente que entendemos que no fuimos creadas para nuestra gloria, sino para reflejar la imagen de Dios; no para nuestra alabanza, sino para la Suya. La modestia es una manifestación externa de lo que profesamos, seguimos o defendemos. En otras palabras, la modestia es necesaria cuando se trata de enseñar a otros que seguimos a un Dios santo y verdadero.
Ya que somos hechas a imagen de Dios para reflejarlo y extender Su reino, entonces importa la forma en que mostramos nuestra imagen al mundo: reflejamos al Señor y Su belleza o llamamos la atención hacia nosotras, extendemos Su reino o extendemos el nuestro.
¿Sobre quién llaman la atención tus fotografías? ¿Qué reino estás extendiendo con ellas?