Me toca enseñar a otras mujeres. ¿Qué hago?
Enseñar la Palabra a otras mujeres es un gran privilegio. A la vez, es una enorme responsabilidad porque no enseñamos ideas filosóficas, sino la revelación de Dios mismo.
Me encanta enseñar y disfruto el proceso de preparar el contenido, pero a veces me encuentro sentada frente a mi computadora con una página en blanco sin tener idea de cómo comenzar. ¿Te ha pasado?
Ya sea que vayamos a enseñar a otras mujeres en algún grupo pequeño o conferencia,…