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Nota del editor: 

#CoaliciónResponde es una serie donde pastores y líderes de la iglesia responden a inquietudes que llegan a Coalición por el Evangelio por diversos medios, y que son parte de las inquietudes que caracterizan la iglesia en nuestra región. Puedes usar #CoaliciónResponde en las redes sociales o escribirnos a [email protected] con tus preguntas.

Para esta entrada de #CoaliciónResponde respondemos a la pregunta, “¿Por qué oramos antes de la comida?”.


A simple vista, esta pregunta pudiera parecer tonta o ingenua. Estamos tan acostumbrados a orar antes de los alimentos que quizás hemos hecho de esta práctica algo mecánico; nos sale automáticamente.

¿Algo “mecánico”? Espera, ¡allí está el problema!

Si no entendemos bien el propósito por el cual oramos por los alimentos, y la importancia de este “simple” acto, pudiéramos estar ofendiendo a Dios al hacerlo.

Un acto de agradecimiento

Entendiendo que todo lo que somos y tenemos es por la gracia de Dios, orar por los alimentos debe ser un acto solemne de agradecimiento.

La Palabra de Dios nos manda a dar gracias a Dios por todo (Ef. 5:20) y a hacer todo para la gloria de Dios, incluyendo el comer (1 Corintios 10:31). Además, como cristianos hemos sido llamados a orar sin cesar y a dar gracias en todo ya que esta es la voluntad de Dios (1 Te. 5:16-18).

Jesús nos dio ejemplo. En los evangelios podemos encontrar a Jesús bendiciendo los alimentos, o dando gracias al Padre por ellos, en varias ocasiones. Veamos los relatos de la alimentación de los 4 mil y de los 5 mil que encontramos en el libro de Mateo (énfasis añadido):

“Y ordenando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos, y partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud. Y comieron todos y se saciaron. Y recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas. Y los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”, Mateo 14:19-21

“Jesús entonces les dijo*: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos respondieron: Siete, y unos pocos pececillos. Y Él mandó a la multitud que se recostara en el suelo; y tomó los siete panes y los peces; y después de dar gracias, los partió y empezó a darlos a los discípulos, y los discípulos a las multitudes”, Mateo 15:34-36

Otro ejemplo lo encontramos cuando, luego de Su resurrección, Jesús se encuentra con dos de los discípulos que iban de camino a una aldea llamada Emaús. Luego de una larga conversación donde Jesús les revela todo lo que las Escrituras decían acerca de Él, leemos que ”…al sentarse a la mesa con ellos, tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio” (Lc. 24:30).

¿Notas lo importante que es para Jesús el bendecir o dar gracias por los alimentos?

Pero no es solo a Jesús que encontramos dando gracias a Dios por los alimentos. En Hechos 27 vemos al apóstol Pablo dando gracias a Dios públicamente antes de comer: “Habiendo dicho esto, tomó pan y dio gracias a Dios en presencia de todos; y partiéndolo, comenzó a comer” (Hch. 27:35, énfasis añadido).

Tomando las cosas en serio

Como te dije anteriormente, si no entendemos bien el propósito por el cual oramos por los alimentos, y la importancia de este “simple” acto, pudiéramos estar ofendiendo a Dios al hacerlo.

Lamentablemente he notado que muchas veces tomamos el momento de la oración por los alimentos de manera trivial. Es como si fuese algo que debemos hacer para cumplir con un requisito religioso o porque es lo que se espera de nosotros. A veces hasta llegamos al punto de básicamente repetir la misma oración vez tras vez para salir del paso, para terminar rápido, para cumplir con “el requisito”.

Repetimos una simple oración que muchas veces reza de esta manera: “Padre celestial te damos gracias por estos alimentos que nos has dado. Dale a tantas personas que no tienen. En el nombre de Jesus… ¡amén!”. Jesús nos advierte en Mateo 6:7: “Y al orar, no usen ustedes repeticiones sin sentido, como los Gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no se hagan semejantes a ellos; porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes que ustedes lo pidan”.

Cuando no le damos al orar por los alimentos la importancia que se merece, o cuando por vergüenza ni siquiera oramos antes de comer, no damos buen ejemplo a los que nos rodean –particularmente a nuestros hijos– y desperdiciamos una buena oportunidad para dar testimonio de nuestra fe a nuestros familiares y amigos que no conocen a Jesús, además de encontrarnos con el Señor en oración.

No hay nada que llame más la atención que ir a un restaurante o lugar donde haya comida y cerrar los ojos para orar por los alimentos. Es una manera bien efectiva de honrar a Dios en público y de demostrar que Él es importante para ti. Inténtalo y verás lo bien que se siente.

Si creemos que al orar en realidad Dios nos escucha y nos responde, entonces debemos tomar el momento de orar y agradecer por los alimentos con más seriedad, dándole la importancia que verdaderamente merece. Esta oración no tiene que ser extensa, pero sí debe reflejar la gratitud de un corazón agradecido. Demos gracias a Dios por la provisión, por Su misericordia, por las manos que prepararon los alimentos, por la salud, por la familia, por el evangelio. ¡Seamos agradecidos!

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