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Muchos han escuchado la palabra bitcoin pero pocos saben de qué se trata ni cómo funciona. Por una serie de razones, el bitcoin se encuentra en un buen momento y hay una especie de “euforia” en torno al mismo. Hablemos al respecto como cristianos y respondamos a la pregunta de si podemos invertir en esta moneda o no.

Entendiendo el bitcoin

Bitcoin es una moneda, pero digital. No existe un “billete bitcoin”, sino que el que lo posee dispone de un registro electrónico a su favor. Su creación data del año 2009 y está rodeada de misterio porque se desconoce si su creador, Satoshi Nakamoto, es una persona real o no. De hecho, se entiende que hubo más personas involucradas en el proyecto, pero eso no está claro y permanece en el misterio.

La motivación para su creación era tener un medio de pago global, de fácil traspaso entre los agentes económicos y que fuera independiente de los vaivenes típicos de las monedas sujetas a circunstancias de índole política. Hay incluso otras razones técnicas que se escapan al propósito de este artículo. Sin embargo, es importante mencionar que desde su creación existe una cantidad fija de bitcoins de 21 millones de unidades. Otro hecho relevante a señalar es que el bitcoin es una moneda “descentralizada”, es decir, no hay una autoridad que regule su oferta ni su demanda.

Como toda moneda, el bitcoin sirve como medio de pago y como depósito de valor. Por un lado, al ser un “medio de pago”, es posible usar el bitcoin para comprar bienes y servicios. Por otro lado, al servir como “depósito de valor”, el bitcoin es usado para acumularse como lo es el oro u otro bien con posibilidad de ser conservado.

Como es lógico, el valor como moneda del bitcoin, depende de su aceptación por parte de los agentes económicos. En el momento de su creación, el valor de un bitcoin eran apenas unos centavos de dólar. De hecho, desde enero del 2009 hasta marzo del 2010, el valor del bitcoin era cero. La razón de esto era que nadie lo aceptaba como medio de pago ni nadie quería acumularlo.

A partir de febrero del 2011, el precio del bitcoin inicia un accidentado, pero “meteórico” ascenso hasta llegar a los US$50 000 dólares por unidad el 16 de febrero de este año 2021. La razón básica del aumento de su valor se debe, por un lado, al hecho de ser cada vez más aceptado como medio de pago  y, por otro lado, a que mucha gente quería tenerlo como depósito de valor. En resumen, muchos comenzaron a desear tener un “pedazo” del pastel del bitcoin.

Para entender la “euforia” del bitcoin basta considerar que si alguien hubiese invertido en bitcoin unos US$1000 en abril del 2011, cuando su precio era de US$1/bitcoin, hoy día su valor sería US$50 millones. Por esta razón es entendible que muchos afirmen que el bitcoin es el “oro digital”.

¿Podemos participar en el mercado de bitcoin?

Ante la pregunta que algunos se hacen sobre si los cristianos pudieran participar en el mercado del bitcoin, la respuesta es un “podría ser”. En realidad, se trata de una moneda que se comercia de manera lícita en los mercados. En este sentido, la inversión en bitcoins no contradice la moral cristiana. Ahora bien, hay otras consideraciones a la hora de comprar o invertir en bitcoins que debemos tomar en cuenta.

Lo primero es que el precio del bitcoin, como cualquier otra moneda, dependerá de su aceptación por parte de los agentes económicos y, a su vez, su aceptación dependerá, hasta cierto punto, de su estabilidad. Esta es precisamente una de las mayores incógnitas del bitcoin en este momento, la estabilidad de su precio. ¿Cómo se podría estar seguro de la estabilidad del precio del bitcoin si no hay autoridad que lo respalde, ni se conoce con precisión quienes están comprándolo y vendiéndolo y por qué razones? 

En segundo lugar, sería útil considerar el siguiente principio de inversión: “invierte solo en aquello que entiendes”. Para mucha gente, el bitcoin es un enigma. Escuchan del aumento de su precio y expresan interés, pero lo hacen por la posibilidad de ganar y no porque están persuadidos de que hay razones para su aumento. La verdad es que cuando “invierto” para ganar, pero no entiendo bien por qué, lo que en realidad hago es apostar, es decir, arriesgar mi dinero ante la posibilidad de ganar, pero sin mayores certezas.

Por las razones antes expuestas, en caso de invertir en bitcoin, lo recomendaría en un porcentaje relativamente pequeño del patrimonio personal. Lo haría solo después de entender, al menos parcialmente, las razones por las que el precio del bitcoin se mueve. Diría que la decisión de invertir en bitcoin es un área de la vida en la que los siguientes pasajes se aplican perfectamente: “Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho…” (1 Co 6:12) y “El simple todo lo cree, pero el prudente mira bien sus pasos” (Pr 14:15).

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