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Ser un “consejero” puede evocar ideas de sofás, clientes, y pacientes, pero cuando se habla del trabajo de consejero bíblico, muchos necesitamos cambiar nuestra visión particular de la consejería y preguntarnos acerca de su propósito fundamental. La consejería bíblica tiene como propósito el crecimiento espiritual del aconsejado para la gloria de Dios.

Este propósito tan particular podría llevarnos a preguntar cuál es el verdadero rol de la persona involucrada en este ministerio. En otras palabras, ¿cuáles deberían ser las cualidades de un buen consejero bíblico? ¿Es el consejero bíblico solo una versión “cristianizada” de un psicólogo? ¿Se necesita un título para ejercer este ministerio?

Esencialmente, los consejeros bíblicos son creyentes piadosos, llenos del Espíritu y guiados por la Palabra, llamados a ministrar juntos en la iglesia local a través del discipulado y la evangelización intensiva. Este ministerio se aplica a todos aquellos que necesitan la esperanza del evangelio. A continuación les presento algunos requisitos y características del consejero bíblico:

1) Fe salvadora expresada en una vida piadosa

El requisito más importante de un consejero bíblico es que goce de una fe salvadora que se expresa en un caminar piadoso. La vida santa del consejero bíblico es una característica clave para su ministerio. El consejero bíblico debe ser un creyente maduro, salvo por la fe en el evangelio de Jesucristo.

El apóstol Pablo envió varias cartas a Timoteo con enseñanzas que son útiles para los consejeros. En 1 Timoteo, el apóstol le dice a su discípulo: “Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza. Persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan” (1 Ti 4:16).

Si una persona no puede decir como Pablo “sean imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo” (1 Co 11: 1), sus aconsejados no prestarán atención rápidamente a sus consejos porque su vida no ejemplifica lo que aconseja. La perseverancia es esencial para “asegurar la salvación” de aquellos a quienes se les ministra al trabajar con ellos por largos periodos de tiempo. Hay muchas situaciones en las que un líder caído ha derribado la “fe” de aquellos a quienes ministraba. Por el contrario, una fe viva expresada en un ejemplo piadoso ejerce una gran influencia en la santificación de quienes lo rodean. El consejero bíblico reconoce una lucha continua con el pecado, pero no está dominado por él. Un consejero debe llevar una vida que se pueda seguir e imitar.

2) Consejo fundado en la Palabra

El consejero bíblico debe basar sus consejos en la Palabra de Dios. Debe amar la Biblia y estudiarla. Debe conocer la verdad para poder compartirla con otros.

Pablo también exhorta a Timoteo para que tenga un ministerio centrado en la Palabra. Él escribe: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad” (2 Ti 2:15).

Hay muchos recursos útiles que nos ayudan a aplicar la Palabra de Dios a nuestras vidas, pero si estos materiales son nuestra fuente de verdad primaria, tenemos nuestras prioridades equivocadas. Tu primera fuente de verdad y reflexión es la Palabra de Dios. Los recursos secundarios deberían apuntarte hacia aquellas Escrituras “que has aprendido y de las cuales te convenciste” (2 Ti 3:14).

En el mismo sentido, el ministerio de consejería bíblica no requiere un título o certificación universitaria, pero un buen programa puede ser de gran ayuda (hablaremos más sobre esto al final del artículo). Con todo, cada programa, libro, y capacitación debe basarse en la Palabra de Dios.

3) Dependencia del Espíritu de Dios

Un consejero bíblico debe depender del Espíritu de Dios para aplicar la Palabra en la vida del aconsejado. Los buenos consejeros conocen y confían en las palabras de Jesús: cuando “el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad” (Jn 16:13).

Un consejero bíblico debe comprender que su ministerio solo puede tener éxito mediante la obra del Espíritu Santo. No estamos hablando de una experiencia mística, sino de la iluminación de una verdad que se revela en la Palabra bajo la guía del Espíritu Santo. Para nosotros es un gran consuelo saber que no tenemos que ser omniscientes, sino que podemos depender de la guía del Espíritu Santo para aplicar la verdad de la Palabra en la vida del aconsejado.

4) Entrenado en verdad y en amor

El consejero bíblico debe poseer y continuar adquiriendo habilidades para aplicarlas en la consejería y el discipulado. Debe ser una persona que haya sido entrenada en cómo “sacar” los pensamientos humanos (Pr 20:5). Un consejero bíblico debe poder relacionarse bien con los demás y seguir creciendo en esta área a medida que adquiere más y más experiencia en el discipulado. Mientras crece en estas habilidades interpersonales, un consejero bíblico sabe cómo hablar la verdad en amor (Ef 4:15). El consejero tiene la madurez espiritual para discernir cuándo es apropiado “amonest[ar] a los indisciplinados, anim[ar] a los desalentados, sosten[er] a los débiles y se[r] pacientes con todos” (1 Ts 5:14). Un consejero bíblico encuentra su máximo ejemplo en la vida y el ministerio de Jesús, quien habló la verdad con amor a aquellos a quienes ministraba (Mt 6:1-2; Jn 4:4 -26;13: 2-5).

5) Vivir en el contexto de la iglesia local

Finalmente, aunque no de menor importancia, el consejero bíblico debe ser alguien que dependa de su iglesia local. Este requisito es tanto para su propio crecimiento como para el discipulado mutuo de los miembros de la congregación. Como miembro comprometido, el consejero debe trabajar en sumisión a sus ancianos y líderes, junto con el resto del cuerpo para que todos crezcan “en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo” (Ef 4:15). El ministerio del consejero bíblico no se hace sin apoyo o en soledad. Este tipo de “mentalidad grupal” es poco común en la asesoría psicológica, llena de cuestiones legales y acuerdos de confidencialidad. Pero en la iglesia hay liderazgo, recursos, relaciones, e incluso el apoyo de la disciplina eclesiástica; todo esto es parte del modelo para el ministerio bíblico. El consejero bíblico debe caminar de acuerdo con todo esto para lograr que ocurra la verdadera santificación en sus aconsejados.

De muchas maneras, los miembros de la iglesia local son llamados a aconsejarse y ministrarse unos a otros. Aunque cada miembro de la iglesia debe esforzarse por entregar un buen consejo a quien lo necesite, hay algunos que pueden y están dotados para dedicar más tiempo a este ministerio. Algunos servirán en la consejería bíblica de manera formal —siendo esta quizá su labor de tiempo completo y oficial dentro de la iglesia— y otros de manera más personal y relacional.

Entonces, ya sea de manera oficial o personal, el llamado a ser un consejero bíblico se basa en la Palabra, es guiado por el Espíritu en sabiduría y madurez, y busca conformar a la Iglesia a la imagen de Cristo.

Para obtener más información sobre cómo puedes obtener capacitación específica para ser un consejero bíblico certificado, visita el sitio de ACBC en español. Además, las siguientes escuelas ofrecen programas de capacitación en consejería bíblica en español:

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