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Mi forma de pensar ha sido expuesta en más de una ocasión, por otros y por mí mismo.

Amo a los pastores. Respeto a los pastores. Honro a los pastores.

En el transcurso de la semana, siempre hay alguien que hace notar los casos excepcionales. Señalan los aspectos negativos de los pastores: no cuidan a los miembros. Están buscando dinero. Son dictadores y bullies. No son líderes. La lista sigue y sigue y sigue.

Por supuesto, cada vez que le das un vistazo a casi 400,000 personas en los Estados Unidos, ciertamente encontrarás manzanas podridas en el lote. Parece que algunos miembros de la iglesia hacen que el objetivo de sus vidas sea enfocarse en los aspectos negativos de los pastores. Tenemos personas así que me contactan en mi blog.

Pero sé una cosa: la mayoría de los pastores son líderes piadosos y honorables. Aman a los miembros de su iglesia. Aman a sus comunidades. Aman a sus familias. Aman al Dios al que sirven.

¿Son los pastores infalibles? Por supuesto que no. Sabes tan bien como yo que ningún pastor es perfecto. Cometerán errores. Tendrán un mal día. Se frustrarán.

¿Debes, entonces, estar en desacuerdo con tu pastor? ¿Debes confrontarlos cuando han hecho algo mal? ¿Debes señalar sus omisiones? Déjame responder ofreciéndote diez pautas para que las consideres.

  1. Ora primero. Sí, esto es obvio. Pero en el calor del momento, puedes olvidarlo.
  2. Sé consciente de la frecuencia de las críticas. Considera este ejemplo. Si la asistencia promedio en tu iglesia es de 100, es probable que haya alrededor de 200 miembros activos (“activo” definido de manera amplia). Si cada miembro de la iglesia se tomara la libertad de estar en desacuerdo o criticar al pastor una vez al año, tu pastor lidiaría con una crítica dos de cada tres días.
  3. Comprende el problema del aumento negativo. Si no estás de acuerdo o estás criticando a tu pastor, obviamente comprendes la humanidad de los pastores. No son perfectos. Y aunque esperarías lo contrario, muchos de ellos se tomarán muy en serio tus críticas. Para muchos de ellos, una crítica tiene un impacto diez veces mayor que un elogio o un cumplido.
  4. Asegúrate de que sea absolutamente necesario. Si este problema es de preferencia personal o por algo que no sucedió como querías, déjalo pasar. Tu crítica probablemente hará mucho más daño que bien.
  5. No comiences con: “Te amo pastor, pero…”. La mayoría de los pastores solo escucharán todo después del pero. La frase preliminar generalmente se percibirá como insincera.
  6. No digas: “La gente está diciendo…”. Habla por ti mismo, no por los cobardes anónimos. Cualquier líder debe descartar o ignorar las críticas que comienzan con “la gente dice”.
  7. No expreses tu desacuerdo un domingo. No critique a los pastores justo antes o después de predicar. De hecho, no digas tu desacuerdo en domingo, nunca. Si esperas uno o dos días, la urgencia de criticar puede desaparecer.
  8. Deja en claro que quieres escuchar la perspectiva del pastor. Demasiados desacuerdos son manías o preferencias personales. Si tienes un desacuerdo sincero y serio, querrás escuchar la perspectiva del pastor. Escucha tanto como hablas, si no más.
  9. Busca ser parte de la solución. Criticar y decir las cosas negativas es fácil. La mayoría de nosotros somos expertos en encontrar problemas. Si realmente te preocupas por tu iglesia y tu pastor, estarás dispuesto a ofrecer una solución y ser parte de la solución.
  10. Ora de nuevo. Si has dado el paso de estar en desacuerdo con tu pastor, ora después de que pase tiempo. Ora por tu pastor. Ora por ti mismo. Ora para que tus palabras sean bien recibidas. Ora por tu iglesia.

Estaba conversando con un pastor llamado del mundo de los negocios al ministerio. Estoy seguro de que su llamado es genuino, pero admitió que era un crítico frecuente de sus pastores antes de convertirse en uno. “A menudo conocía una mejor manera, y no dudaba en decirle a mis pastores —dijo—. Ahora que estoy del otro lado, no puedo creer lo insensible e incluso impío que era. La vida de un pastor es muy estresante. Si tan solo lo hubiera sabido entonces…”.

En efecto.


Publicado originalmente por Thom Rainer. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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