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Cuando era pequeño, la época de Navidad era la más esperada del año. Era especial por muchas razones, particularmente para mi papá. Al estar de vacaciones, viajábamos al pueblo donde él nació y nos juntábamos con los abuelos, tíos, primos, y amigos. Disfrutábamos de comidas especiales, regalos, juegos de básquetbol, tiempos de comunidad, risas, e historias.

Pero si algo recuerdo por encima de todo esto, es que mi papá siempre se dio a la tarea de hacernos entender de qué se trataba la temporada. Nos explicaba cuál era el sentido de poner un árbol, adornarlo de ciertos colores específicos, y colocar la estrella de Belén hasta arriba; de ir a ver los pesebres o escuchar los villancicos y cantos de la época. Nos enseñaba por qué dábamos y recibíamos regalos.

Mi papá siempre nos habló de cómo todo lo que hacíamos tenía un sentido espiritual y bíblico. Nos mostró cómo Jesús estaba en medio de cada una de las tradiciones que practicábamos como familia. Nos enseñaba sobre Yom Kippur y Hanukkah, mientras nos advertía respecto a cuestiones culturales como el consumismo.

Era una época bastante anhelada para la familia.

¿Por qué no celebrar?

Al pasar de los años, y después de una serie de situaciones dolorosas dentro de la iglesia, terminé cuestionando seriamente mi fe y la bondad de Dios. En medio de ese tiempo, me topé de nuevo con el tema de la Navidad. Empecé a escuchar motivos para no festejar que a veces parecían muy lógicos y aun espirituales.

Algunos ven esta época como mera actividad comercial y consumista de una cultura que ha oscurecido el verdadero sentido y mensaje de esta época. Otros simplemente fueron enseñados a no celebrar.

Con todo, el argumento de que la Navidad tiene origen pagano es el más fuerte y común de todos. ¿Cómo podemos responder?

1) Examina la historia

Constantino El Grande es probablemente uno de los personajes más controversiales de la historia del cristianismo. Algunos dudan de que haya experimentado una auténtica conversión, mientras otros han llegado a considerarlo el “último de los apóstoles”.

Aunque se dice que su madre Elena era una mujer cristiana, Constantino había sido criado dentro de la religión pagana y la adoración al dios Sol (Sol Invictus). La historia narra que tuvo una visión por medio de la cual Dios le hacía el llamado a conquistar el poder absoluto del imperio con el signo de la cruz.

Así que en el año 313 d.C. Constantino emitió el edicto de Milán, que ponía fin a la persecución del cristianismo en el imperio. Por este hecho algunos autores atribuyen a la Navidad orígenes paganos. Pero el Edicto no mandó a los cristianos a adorar a Mitra ni al dios Sol, sino que contrapuso la celebración de la Navidad a los cultos paganos. Lo único que hizo el emperador Constantino fue oficializar la fecha de una costumbre ya arraigada entre los cristianos del segundo siglo para comenzar a desmantelar todo el sistema religioso pagano.

Constantino hizo lo mismo con el día domingo. Los que sostienen que la Navidad tiene origen pagano, deben entonces hacer la misma afirmación con respecto al día del Señor, celebrado desde el alba del cristianismo pero afirmado también por Constantino.

Pedro Bosch-Gimpera, filósofo, historiador, y etnólogo español, en su libro “Historia de Oriente”, dice: “Después de la libertad otorgada a la Iglesia por Constantino con el edicto de Milán de 313, el cristianismo se convierte prácticamente en la única religión del imperio, incluso en Oriente, viéndose entonces con claridad que Constantino no había hecho más que reconocer un hecho consumado y terminar con la ficción del paganismo que estaba en franca decadencia”.

Si la Navidad se hubiese originado del paganismo, este habría subsistido y fortalecido, pero como el fenómeno fue al revés, fue el culto cristiano el que se fortaleció y expandió.

Nadie puede negar que dentro de las celebraciones navideñas se encuentran prácticas profanas y en ocasiones hasta pecaminosas. Contra estas prácticas resultan legítimas no solamente las críticas, sino la resistencia misma a participar de ellas. Pero de eso a atribuirle orígenes paganos a la Navidad hay una distancia enorme, no solamente de carácter histórico, sino conceptual.

La Navidad es absolutamente contraria a las prácticas paganas y, por lo mismo, no participa de su misma naturaleza. Además, el argumento del origen pagano desata un sin número de preguntas para quien lo sostiene:

  • ¿Qué hacemos con los nombres de los días de la semana, que tienen orígenes paganos?
  • ¿Qué hacemos con la tradición de soplar las velas del pastel de cumpleaños?
  • ¿Qué hacemos con el hecho de que las argollas de matrimonio datan desde la Roma antigua, Grecia, y hasta el antiguo Egipto?
  • ¿Será que quienes los usan son “paganos”?

Incluso, “evangelio” es una palabra que se utilizaba en las culturas antiguas paganas para anunciar la victoria y conquista en una guerra.

Entonces, ¿dónde trazaremos la línea?

Si la Navidad se hubiese originado del paganismo, este habría subsistido y fortalecido, pero como el fenómeno fue al revés, fue el culto cristiano el que se fortaleció y expandió.

2) Examina el concepto

¿Qué es la Navidad? ¿Qué es lo que a lo largo de los años la iglesia ha recordado celebrado, y meditado en esta fecha? No solo es el hecho de que el “bebé Jesús” haya nacido. Es más que eso. Esta época de adviento es el inicio del calendario litúrgico cristiano. Un calendario que nos lleva a reflexionar sobre la gran historia de la Biblia: el evangelio.

En esta época celebramos que Dios cumple sus promesas, reconocemos que necesitamos un salvador y que, en respuesta a su pacto, Dios irrumpió la serenidad de los cielos y vino en carne a vivir en medio de nosotros para poder llevarnos de regreso a Él mismo. Y sí, es cierto que probablemente el nacimiento del Señor no haya sido en Diciembre, pero lo que celebramos en esta época no es un cumpleaños, sino el evento de mayor importancia en la historia de la humanidad: Dios haciéndose hombre. Este concepto sobrepasa una simple fecha y, ¡qué bueno que la “Navidad” dura todo un mes y no es tan solo un día!

El adviento nos lleva a reflexionar sobre la gran historia de la Biblia: el evangelio.

Como acabamos de ver, decir que no celebramos el nacimiento y encarnación de Jesús porque tiene un origen pagano es muy peligroso; casi todo lo que conocemos, practicamos, y usamos en nuestras vidas diarias tiene orígenes paganos. Esa es la maldición de Génesis 3. Pero al examinar el concepto del evangelio, aquello que estamos celebrando, entendemos que solo el evangelio puede redimir las cosas, y sus usos o significados. Es precisamente eso lo que hace lo que celebramos en estas fechas: redimir a los paganos y hacerlos adoradores.

3) Examina la Biblia

Ahora, ¿quiere esto decir que todos deberían celebrar Navidad? ¿Quiere decir que todos deberían celebrarla de la misma manera? ¡No, en lo absoluto!

En este tiempo de Adviento y Navidad, debemos meditar en la narrativa del Antiguo Testamento, apuntando al maravilloso momento en que Dios se hizo hombre y caminó entre nosotros. Debemos meditar en su fidelidad, bondad, misericordia, gracia, y en que —así como Jesús vino una vez— vendrá de nuevo. Meditar en quién es Dios, qué hizo a través de Cristo y por el poder de su Espíritu para sus escogidos. ¡De eso se trata esta época!

Por supuesto, el hecho de participar de los convivios, quemar fuegos pirotécnicos, dar y recibir regalos, ir a tomarse una foto con Santa Claus, poner un árbol, y demás, no es una normativa en la Palabra de Dios. No hay un mandamiento que nos diga que debemos hacerlo, ni tampoco uno que nos prohíba hacerlo. Por ende, esto queda a la conciencia cristiana de cada uno.

Cuando hablamos de hacer o no hacer cosas en temas de conciencia, vemos que Pablo en 1 Corintios 8 da los lineamientos y principios para poder vivir una vida cristiana en medio de una cultura pagana. En términos sencillos, el problema para los Corintios era que, si eras un nuevo cristiano, tenías problemas al momento de ir a “Walmart” a comprar carne para el almuerzo porque esto te generaba mucha confusión; toda esa comida había sido dedicada a otros dioses.

Pablo explica que quienes tenían conocimiento y sabían que esos dioses no existían tenían libertad, y por ende podían ir a los supermercados o a los restaurantes a comer cualquier tipo de comida. Pero para otros era un problema; al ser inmaduros y no entender que no existen otros dioses, sus conciencias aún eran débiles. Creían que comer esa carne era una forma de regresar a sus formas paganas de vivir, y eso les incomodaba. Para unos, la libertad de participar venía de su conocimiento de la ley de Dios, pero para otros esa libertad era un tipo de sincretismo.

Entonces ¿qué hacemos?

“Por tanto, si la comida hace que mi hermano caiga en pecado, no comeré carne jamás, para no hacer pecar a mi hermano”, 1 Corintios 8:13.

Pablo nos da un principio de amor y libertad. Si alguien tenía la libertad de participar de la comida dedicada a los ídolos porque entendía que no existen otros dioses, debería de evaluar si por amor a alguien menos maduro en su fe podría restringirse a hacerlo. No debería de menospreciarlos o ser tropiezo para otros con argumentos ofensivos y burlones. La Palabra nos llama a actuar con conocimiento y en amor.

Dios se hizo hombre

Cuando hablamos de la época de Adviento y Navidad, estamos hablando de un acontecimiento con enorme peso teológico. No se trata de familia, regalos, árboles, fiestas, o comida. Se trata de que como cristianos meditemos, recordemos, y celebremos que Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.

Es cierto que mi libertad de hacer algo que la Biblia no prohíba no debe de ser impuesta a otros. De la misma manera, tampoco una restricción que otro hermano tenga debe ser impuesta sobre mí. Aunque la Escritura no nos invita a participar de las cosas que se hacen simplemente por tradición, sí nos invita a meditar, agradecer, y adorar al Señor por lo que Él ha hecho.

Recordemos que Dios, en estos capítulos en donde nos habla sobre cómo vivir la vida cristiana en medio de una cultura pagana, estableció los parámetros para poder participar de las cosas que por tradición y cultura se hacen durante estas fechas:

“Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”, (1 Cor. 10:31).

¿Participar de todas estas cosas le dará gloria a Dios? ¿Las cosas que haces, dices, y piensas en esta época, le dan gloria a Dios? Es mi oración que así sea.

¡Feliz Navidad!


Imagen: Lightstock
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