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Es domingo y nos estamos preparando para ir a la iglesia. Comenzamos a pensar en el tiempo de alabanza: ¿Cómo sonará la música? ¿Quién cantará? ¿Cómo nos hará sentir? Nos emocionamos pensando en esa canción que tanto nos gusta. 

De una manera u otra, esto nos puede sonar habitual. Las cosas que más nos gustan son las que más emociones nos provocan. En esta sociedad posmoderna, donde los sentimientos son más importantes que el conocimiento racional, solemos preferir sentirnos bien en lugar de conocer cómo es Dios en realidad.

Una de las consecuencias de esta tendencia moderna es la situación que está viviendo la iglesia en cuanto al conocimiento de Dios. Es común que cuando se nos pregunta algo relacionado con la teología, respondemos con algo sacado de alguna canción conocida. Esto nos lleva a reflexionar sobre la importancia de una buena letra en las canciones e himnos; está comprobado que la música es una manera efectiva de aprender sobre Dios y su obra. Es crucial que la selección de los cantos sea cuidadosa, para poder guiar a la congregación a conocer mejor a Dios y su obra.

Aprende cantando

La alabanza es un medio para enseñar a la congregación. Normalmente, cuando hablamos de enseñanza, pensamos en la predicación o la escuela dominical, pero la música también es un medio útil de enseñanza y aprendizaje. La música afecta a las personas tanto en los sentimientos como en el intelecto.

Lo vemos a diario cuando estamos en el trabajo, durante el estudio o en el tiempo libre. La música está presente en los centros comerciales para motivarnos a comprar o en el trabajo para hacernos más eficientes. La música nos hace adoptar ciertos estilos de vida o cambios en nuestras actitudes. La música se usa como metodología de aprendizaje e incluso como medio de terapia (musicoterapia) por la sugestión que produce. Nos puede llevar a actuar de una forma determinada al permitirnos imaginar una variedad de experiencias. Por lo tanto, es importante considerar el efecto que puede producir en la congregación.

Adoración y alabanza son palabras distintas, pero están muy relacionadas entre sí. Adoración tiene que ver con la actitud de la vida del cristiano que reconoce quién es Dios, su soberanía y santidad, y vive en sujeción a esa grandeza. La alabanza es una forma de adoración al reconocer de forma verbal quién es Dios, sus atributos y obras. 

Para alabar a Dios correctamente necesitamos conocer a Dios, y el medio que Él ha establecido para conocerlo es la Palabra

Hay muchas cosas que se podrían decir acerca de la importancia de la alabanza. Quiero resaltar tres:

Lo primero es que la alabanza genuina nos muestra quién es Dios. La historia de Jesús y la samaritana (Juan 4) es una muestra clara de que la adoración está relacionada con quién es Dios. Pero no solo es un pensamiento, sino que también hay una declaración (alabanza). En este pasaje, la conversación llega al tema del lugar dónde debían adorar, si en Gerizim o Jerusalén. Ambos eran lugares religiosos sagrados, para los samaritanos y los judíos respectivamente. Jesús sorprende con su respuesta: “Pero la hora viene, y ahora, cuando los verdaderos adoradores adorarán al padre en espíritu y verdad” (Jn 4:23). 

La adoración —y, por tanto, la alabanza— no está relacionada con un lugar, sino con una actitud. Por un lado, tiene que ver con la motivación, la expresión de lo que sentimos (espíritu). Por el otro lado, Jesús resalta que es vital conocer a quién adoramos, es decir, a Dios (verdad). La alabanza debe llevarnos a conocer a Dios y sus atributos. Un ejemplo es al elogiar a nuestra pareja. Es necesario conocerla para que lo que expreso a través de los sentimientos tenga fundamento. Los sentimientos están relacionados con lo que conozco de ella. Para alabar a Dios correctamente necesitamos conocer a Dios, y el medio que Él ha establecido para conocerlo es la Palabra (Tit 3:8).

La alabanza, en segundo lugar, expresa la centralidad de la obra de Cristo en nuestras vidas. En la historia de la samaritana vemos que Jesús se presenta como el Mesías al responder a la pregunta de la mujer: “Yo soy”. Además, Jesús se relaciona con Dios al utilizar la expresión que Él se atribuyó delante de Moisés (Éx 3:14). 

Jesús no solo le estaba informando quién era Dios, sino que también la estaba retando a que le buscara como la fuente para transformar su vida. Jesús usó la expresión “agua viva” en relación a la obra que Él realizaría finalizando su ministerio en la cruz al morir y resucitar al tercer día. La mujer samaritana, al igual que muchos del pueblo, decidió creer (Jn. 4:41) y hacer de Cristo el centro de su vida. Una vida centrada en Dios vive según los parámetros divinos de santidad y expresa esa realidad a través de la alabanza. 

Finalmente, la alabanza a Dios expresa nuestra naturaleza redimida. Una tendencia actual de muchas canciones es poner los sentimientos del ser humano por encima del reconocimiento de Dios y la obra de Cristo al darnos la nueva vida. Nuestra naturaleza redimida es fruto del sacrificio de Cristo y la misericordia de Dios al regalarnos esta vida nueva. Las canciones e himnos que llevan a priorizar al ser humano frente a la majestad y santidad de Dios son muy peligrosas porque pueden hacernos entender que la redención es un derecho por lo que yo hago o siento al centrarse en nosotros mismos y no en Dios. 

Una vida centrada en Dios vive según los parámetros divinos de santidad y expresa esa realidad a través de la alabanza

Reconocer nuestra naturaleza redimida por la misericordia de Dios y por la obra de Cristo en la cruz en nuestro favor es fundamental, y la alabanza debería motivarnos y hasta empujarnos a reconocerlo. Pedro lo expresa en un pasaje muy conocido: “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable” (1 P 2:9).

En espíritu y en verdad

La alabanza es un medio de enseñanza personal y congregacional que nos lleva a conocer a Dios y su obra. La próxima vez que nos estemos preparando para reunirnos en la iglesia, o al tener un tiempo personal con el Señor, procuremos aquellos cantos que glorifiquen a Dios y nos ayuden a reconocer Su majestad y santidad. Busquemos también canciones que nos ayuden a alinearnos con la obra que Cristo hizo por nosotros.

Cuando entendemos quién es Él y lo que ha hecho en nosotros, lo único que puede fluir de nuestras vidas es agradecimiento, que muchas veces se expresará con alabanzas desde lo profundo del corazón y llenas de verdad.

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