He servido en grupos de alabanza durante gran parte de mi vida. Al principio participé como músico —tocando guitarra o bajo— y tengo que reconocer que mi visión de lo que significaba liderar un equipo era muy limitada. Especialmente cuando hablamos de liderar un equipo de forma que honre al Señor.
Con el paso de los años tuve la oportunidad de ser director de alabanza. En medio de los problemas y el cansancio propio del ministerio, aprendí que el liderazgo significa mucho más que poseer conocimiento y habilidades musicales.
El enfoque es fundamental
Durante muchos años tuve un concepto totalmente erróneo de mi servicio a Dios y a la congregación. Mi servicio se enfocaba únicamente en el aspecto técnico, esforzándome para que la música sonara bien. Constantemente me olvidaba de todo lo demás.
Nunca me preocupaba por las personas que conformaban mi equipo: hermanos en Cristo, redimidos y creados a imagen de nuestro Señor. Los veía como personas reemplazables, carentes de talento o disciplina. Los ensayos de los sábados por la noche terminaban siendo reuniones tensas y tediosas que alejaban mi corazón de la verdadera adoración.
Por la gracia de Dios, ahora puedo entender que dirigir el grupo de alabanza no se trata principalmente de la música, ni de un servicio perfecto, ni de mí. Se trata de Cristo y pastorear a un equipo para gloria de Dios.
Las personas son más importantes
Jesús se preocupó por los corazones de sus discípulos. No les exigió un desempeño perfecto en el ministerio que tenían por delante, sino que se enfocó en discipular sus corazones bajo la guía transformadora del Espíritu. Jesús sabía que los discípulos fracasarían en muchas ocasiones y conocía la importancia de que se aferraran a Él y al evangelio.
Prepararse técnicamente es importante pero las personas importan aún más
Al igual que en el liderazgo de Jesús, las personas de nuestro equipo deberían ser una prioridad en el ministerio. Antes que músicos y cantantes, nosotros deberíamos recordar que nuestro equipo está conformado por hermanos en Cristo que necesitan ser motivados a recordar el evangelio. Eso incluye al equipo técnico, que vela por la funcionalidad y desarrollo de cada reunión… ¡ellos también necesitan corazones preparados para adorar!
Si eres un líder consciente de esta necesidad, entonces te darás cuenta de que hay muchas necesidades que abordar antes de pasar a cantar o tocar tu instrumento el domingo. Además de armar tu listado de canciones, revisar que las letras sean doctrinalmente correctas y ajustar las tonalidades, en tu lista de responsabilidades debería estar el crear espacios para las conversaciones profundas con los miembros de tu grupo. Deberías ser capaz de responder preguntas como: ¿Dónde viven? ¿Qué horarios se les facilitan para ensayos? ¿Cómo se movilizan? ¿Qué nivel técnico o áreas por fortalecer tienen? ¿Qué están viviendo en este momento? ¿Quiénes conforman su familia? ¿Cómo está su vida devocional?
Prepararse técnicamente es importante, pero las personas importan aún más. Conocer a tu equipo te dará una oportunidad de adentrarte en sus vidas y comprender lo que pueda estar afectando sus corazones.
Ningún líder será eficaz apartado de la obra del Espíritu
Los roles son esenciales
Conocer los diferentes roles de los músicos, cantantes y técnicos hará que su trabajo sea armonioso pero, aún más importante, que el equipo desarrolle relaciones de compañerismo. No podemos exigirle a un músico el resultado final de la mezcla general cuando el trabajo de los sonidistas no está siendo eficiente. Tampoco podemos pedirle un milagro a los sonidistas cuando tenemos músicos o cantantes poco preparados. Reconocer la importancia de cada persona dentro del equipo afectará el desempeño de cada miembro, alentará a los demás a mejorar su trabajo y fomentará la unidad.
Cuando todos comprenden que sus roles son diferentes pero igualmente importantes, el equipo completo asume la responsabilidad del resultado. Cuando todos nos sentimos parte, la unidad que tenemos en Cristo sale a relucir.
Un cantante comprometido con la adoración, con un corazón genuinamente enfocado, transmitirá a los músicos el mismo sentimiento. Un músico que estudia los detalles que se pasan por alto o que perfecciona su técnica motivará al otro a hacer lo mismo. Un buen ensamble de una banda, correctamente enfocado, alentará a un sonidista a hacer su mezcla con excelencia en servicio a Dios. Una buena orquestación entre músicos, cantantes y sonidistas impactarán en el trabajo del equipo de medios visuales, quienes se esforzarán en las proyecciones para animar a la congregación. Los roles desempeñados bajo la gracia de Dios y para la gloria de Dios enriquecen el desempeño de tu equipo y preparan a los corazones para alabar en armonía.
Estoy de acuerdo con Justin Cofield: «Los líderes de alabanza deberían amar a Dios, a las personas y a la música. En ese orden». Nuestro enfoque siempre debe ser Cristo. Deberíamos siempre exhortar y pastorear los corazones de nuestro equipo para la adoración, motivándolos a ejercer su servicio para nuestro Dios.
Ningún líder será eficaz apartado de la obra del Espíritu. Sin Él somos incapaces de agradar a Dios y servirle (Ro 8:5-9). Sabemos que fallaremos y por eso es preciso que recordemos el evangelio cada día… ¡más aún sabiendo que somos pecadores trabajando con pecadores!
La próxima vez que te sientas enojado y abrumado por el desempeño de tu equipo o la ejecución en un ensayo, detente. Recuerda lo que la Biblia nos llama a hacer mediante el Espíritu: amar a Dios y a los demás (Mr 12:28-34). Esto debe ser lo primordial para los que buscamos adorar su Nombre.