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¿Qué hace que la predicación sea grandiosa? O, dicho de otra manera, ¿qué hace grande a un predicador? La pregunta no es qué lo convierte en un gran comunicador, personalidad de escenario, o en orador después de la cena. La pregunta tampoco es qué lo convierte en un buen ministro o capellán.

Por gran predicación, nos referimos a la predicación que presenta con mayor precisión la Palabra de Dios y la aplica de la manera más convincente. Por lo tanto, un gran predicador es aquel que predica grandes sermones. Considera estos cuatro elementos esenciales de la gran predicación:

1. Los grandes predicadores predican con convicción

Al igual que el profeta Jeremías, los grandes sermones provienen de un hombre con fuego en sus huesos. El predicador se siente conmovido por la verdad del texto y se ve obligado a predicar con autoridad y urgencia. Sus oyentes saben que no está simplemente predicando por predicar. Sienten que el texto conmovió al predicador, y ellos también deberían sentirse de esa manera.

La confianza del predicador se encuentra en el poder de las Escrituras, en el ministerio del Espíritu Santo, y en la constante seguridad de que Dios lo ha llamado y equipado

En una ocasión, durante el siglo XVIII en Londres, el famoso escéptico David Hume fue a escuchar a George Whitefield predicar. El poderoso evangelista era conocido en todo el mundo de habla inglesa por su ardiente predicación evangelística y por los avivamientos que siguieron. Un espectador le preguntó a Hume si iba a escuchar a Whitefield predicar. Después de que Hume respondió afirmativamente, el espectador dijo: “¿Pero por qué? Usted no cree”. Según los relatos, Hume respondió: “Tienes razón, pero ese hombre (Whitefield) sí”.

Nada es más patético que un hombre predicando de una Biblia en la que no cree. Nadie quiere escuchar un sermón así, sin embargo, ese es un escenario muy común en el protestantismo tradicional y es una razón clave por la cual la asistencia a sus servicios de adoración se ha desplomado en el último medio siglo. Los grandes predicadores predican con convicción.

2. Los grandes predicadores predican con confianza 

De la convicción del predicador surge su confianza. La confianza no es algo que el predicador se dice a sí mismo momentos antes de subir al púlpito. La confianza del predicador se encuentra en el poder de las Escrituras, en el ministerio del Espíritu Santo, y en la constante seguridad de que Dios lo ha llamado y equipado. La confianza del predicador se ve reforzada por la certeza de que ha estudiado fielmente el texto y se ha preparado correctamente a sí mismo y al sermón. Predicar con confianza es precisamente lo que Pablo le encargó a Tito que hiciera, escribiendo: “Esto habla, exhorta y reprende con toda autoridad. Que nadie te menosprecie” (Tit. 1:15). 

De manera muy especial, la confianza del predicador está arraigada en sus convicciones sobre las sagradas Escrituras. Es imposible predicar un sermón poderoso de un libro débil. Es imposible predicar con verdadera confianza bíblica si estás lleno de dudas sobre la Palabra de Dios.

3. Los grandes predicadores predican con claridad

La predicación apostólica, como se registra en Hechos, fue inequívocamente clara. El patrón apostólico incluía una exposición del Antiguo Testamento, conectando el pasaje a Cristo, y después establecía con claridad lo que los oyentes debían hacer: arrepentirse y creer en el evangelio. Pero la claridad en la presentación solo puede venir si primero tienes claridad sobre el texto. John MacArthur a menudo ha dicho que el secreto de su ministerio fue, en sus primeros años, establecer disciplina en el estudio y determinar permanecer sentado en la silla hasta que entendiera el significado del texto.

Predicar con convicción, confianza, claridad y compasión son elementos esenciales de una gran predicación

Si el predicador no está seguro de lo que significa el texto, no podrá presentar el texto de manera clara. Además, si no está seguro sobre qué deberían hacer sus oyentes con el texto, no podrá pedir una respuesta clara y convincente. La gran predicación se basa en la claridad de la interpretación y luego en la claridad de la aplicación. Los grandes predicadores predican con claridad.

4. Los grandes predicadores predican con compasión

Es fácil predicar en giras itinerantes y en conferencias donde la expectativa es ser de impacto. Sin embargo, la gran predicación consiste en llevar la Palabra con compasión, tocando y moldeando los corazones del pueblo de Dios semana tras semana. Es por eso que, en cierto sentido, la gran predicación ocurre mejor en un entorno congregacional, a través de la predicación simple y consistente del hombre de Dios a su congregación.

Como Pablo instruyó a Timoteo: “El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad” (2 Ti. 2:24-25). Llegó a ser famoso lo que Chuck Swindoll dijo a un grupo de ministros: “Si predicas a los quebrantados de corazón, nunca estarás sin una congregación”. En otras palabras, predica con compasión y tu gente te prestará mejor atención y tendrá una respuesta más receptiva.

En conclusión

Si un predicador debe aspirar a la grandeza es debatible. Si un predicador debe aspirar a predicar grandes sermones, no lo es. Predicar con convicción, confianza, claridad y compasión son elementos esenciales de una gran predicación.


Publicado originalmente en For The Church. Traducido por CASIAN.
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