×

Para muchos, el domingo es el día más esperado de la semana. Estos cristianos disfrutan asistir a su iglesia local con regularidad, tener comunión con sus hermanos, y servirles a través de algún ministerio. Sin embargo, esta no es la realidad de todos los creyentes. ¿Qué pasa cuando mi iglesia no parece ser la mejor congregación? Quizá el liderazgo es algo deficiente y las relaciones entre las personas no parecen llenas de armonía. 

Conozco de personas que, cuando se enfrentan a estas situaciones, prefieren saltar de iglesia en iglesia, buscando una que se amolde a sus preferencias; yo les llamo “cristianos nómadas”. Otros optan por el aislamiento: “No necesito asistir a una iglesia en específico, Dios está en todos lados”. De una u otra manera, la idea es evitar tener que lidiar con los asuntos problemáticos de la iglesia. Sin duda, cada una de estas personas tendrá sus razones, algunas podrían incluso ser comprensibles… pero, ¿es esto lo que Jesús tenía en mente cuando dijo “edificaré mi iglesia” (Mt. 16:18)?

Sugel Michelén, pastor en la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo (República Dominicana) y miembro del concilio de Coalición por el Evangelio, nos ayuda a resolver esta y muchas dudas más respecto al tema de la iglesia local. En su libro El cuerpo de Cristo: ¿Por qué debo ser un miembro de la iglesia local?, el pastor Michelén explorará cómo la iglesia no es solo una institución importante, sino también un plan eterno del cual tú debes y vas a querer ser miembro. 

El cuerpo de Cristo

El cuerpo de Cristo

B&H Español. 160 pp.

El cuerpo de Cristo es un libro que disfruté y sé que lo disfrutarás también. Este recurso nos enseña a ver la iglesia un poco más como Cristo la ve. Estoy convencido de que, al llegar al último capítulo, habrás sido retado por Dios a amar más y de mejor manera a tu iglesia local.

B&H Español. 160 pp.

“Esta generación no solo es predominantemente individualista, sino también consumista” (pos. 134). Con esta frase, Michelén introduce la importancia de la iglesia, su valor y necesidad, no solo en el pasado, sino también para nuestros días. Nuestra cultura es una en la que las personas solo se interesan por ellas mismas y —lamentablemente— esta forma de ver la vida se ha introducido en nuestras iglesias. Hoy vemos muchas congregaciones pasivas, sin compromiso, sin servicio, y sin amor por aquello por lo que Jesús murió (Hch. 20:28).

Este libro consta de 10 capítulos breves. La fluidez de los mismos hace que sientas como si estuvieras en una sala de discipulado, teniendo una conversación con el autor, mientras aprendes desde sobre los orígenes de la iglesia hasta las metas y objetivos de ella.

“Somos parte de una historia que comenzó en el Génesis y que culminará cuando toda la tierra sea llena de la gloria de Dios” (pos. 332-336).

En los primeros tres capítulos, el pastor Sugel desarrolla ideas básicas, como la definición de la iglesia, su importancia, y quiénes la conforman. Aquí aprenderás que Dios desea no solo tu conversión sino también tu santificación, y el cuerpo de Cristo es una parte clave de cómo Él lleva a cabo esta transformación en nosotros: “Si estamos en Cristo, estamos en Su cuerpo, unidos vitalmente al resto de los creyentes… no fuimos salvados para vivir en aislamiento” (pos. 413).

Dios te llama a vivir en comunidad y Él diseñó a la iglesia para ser nuestra comunidad (1 Cor. 12:26). En ella desarrollarás habilidades de servicio y liderazgo, al mismo tiempo que aprendes a otorgar amor, perdón, misericordia, y paciencia, así como Cristo te otorgó amor, perdón, y paciencia. Dios usará el pecado de otros para tratar con tu propio pecado. “Eso es la iglesia. Eso es Cristianismo”, escribe el autor (pos. 505).

En los siguientes cinco capítulos, Michelén se encarga de enseñarnos cómo se ve la iglesia en la práctica. Los temas comienzan por la obra misionera, pasan por el discipulado y el cuidado pastoral, y llegan hasta la unidad, el crecimiento, y la disciplina. En esta sección, podrás ver más de cerca el plan de Dios para iglesia: servir a Dios mientras sirves a otros.

El evangelismo y las misiones son parte esencial del plan divino. El Señor nos llamó a compartir la fe y el arrepentimiento, haciendo discípulos de Jesús: personas que han abrazado el evangelio de tal forma que declaran —en el bautismo— su compromiso público y su unión a Cristo y a la Iglesia. También somos llamados a tener un gobierno y estructura dentro de la iglesia local, sometiéndonos a un liderazgo y cuidado pastoral específico. De esta manera, en medio de la diversidad cultural, social, racial, o económica, crecemos como un solo cuerpo siendo transformados a la semejanza de Jesús.

“Cuando observamos la iglesia, llena de pecadores salvados por Su bendita gracia, no podemos hacer otra cosa que exaltar la infinita bondad de Dios” (pos 1642). 

Finalmente, en los últimos capítulos el autor nos deja ver la meta de la iglesia, el deseo final de Dios al volvernos parte de su plan: la gloria de Cristo. Somos llamados a disfrutar y gozar de la gloria de Jesús a través del evangelio, y es en la iglesia que podemos animarnos y deleitarnos juntos en la gracia de Dios. Es así que “personas extremadamente diversas entre sí… que lo único que tienen en común es la unión con Cristo por medio de la fe” (pos. 1736), se convierten en una familia. Juntos evidenciamos la gran sabiduría de Cristo y reflejamos al mundo su poder y su gloria perfecta, manifestada a través de personas imperfectas.

El cuerpo de Cristo es un libro que disfruté y sé que lo disfrutarás también. Este recurso nos enseña a ver la iglesia un poco más como Cristo la ve. Estoy convencido de que, al llegar al último capítulo, habrás sido retado por Dios a amar más y de mejor manera a tu iglesia local. Serás animado a apasionarte por ser parte del plan de Dios en la Iglesia, la cual un día se presentará como una esposa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante. Te animo a buscar este gran recurso y compartirlo con aquellos que luchan con la idea de ser parte de una congregación local. El cuerpo de Cristo te recordará de manera sencilla y práctica que somos parte de una familia, y que es un privilegio ser llamados “Iglesia”.

CARGAR MÁS
Cargando