Todos los creyentes son peregrinos; estamos en el exilio, camino a nuestro hogar eterno, viviendo en el “ya pero todavía no”. Todos hemos tenido la sensación de no encajar, de ser diferentes a los que nos rodean, de tratar de encontrar nuestro lugar en el mundo.
Este sentimiento se agudiza para los creyentes que han tenido que huir de su país. Desde que comenzó la guerra civil en Siria en 2011, más de 11 millones de sus 17 millones de habitantes han tenido que abandonar sus hogares. Miles terminaron en campos de refugiados en el vecino país del Líbano, donde las iglesias están ofreciendo asistencia y donde la ley permite la conversión del Islam al cristianismo. Otros pudieron asentarse en países como Canadá y Estados Unidos, donde organizaciones cristianas e iglesias están trabajando para cuidar a muchos de ellos.
De manera similar, vemos iglesias que se preocupan por la diáspora china, ayudando a sus feligreses mientras luchan con su identidad y ofreciendo sus servicios en otros idiomas para llegar a sus vecindarios. Las iglesias hispanas se convierten en centros familiares y culturales para los creyentes fuera de casa. Escuchamos testimonio tras testimonio de cómo estas iglesias energizan a las congregaciones que las rodean que son de una cultura mayoritaria. De una manera muy visible, este es el evangelio en acción: un glorioso recordatorio de nuestra ciudadanía espiritual y una poderosa punta de lanza para el avance del evangelio.
Maneras de orar:
- Da gracias a Dios por el cuidado y el sentido de pertenencia que brindan las iglesias de la diáspora.
- Para que los pastores sepan cómo servir a sus feligreses extranjeros, al mismo tiempo que sirven a las comunidades donde están plantados.
- Por una mentalidad de reino en los cristianos de todo el mundo, para que juntos podamos esperar ansiosamente por nuestro verdadero hogar con Jesús.
“No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, entonces son descendencia de Abraham, herederos según la promesa” (Gálatas 3:28-29).
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