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Cuando conocí al Señor tenía 27 años, casada y con una hija de 4 meses, y mi deseo era aprender cada día más de la Palabra. Tenía un pasado lleno de creencias totalmente equivocadas, y mi mente tenía que ser renovada para que mi corazón también lo fuera (Romanos 12:2).

Mi oración de continuo era, “Señor, ayúdame a aprender de tu Palabra de una forma bíblica y no distorsionada”. Esa misma sigue siendo mi oración hoy.

En los últimos años, las iglesias en general han pasado por alto la preparación y el conocimiento de las Escrituras, especialmente para la mujer. El énfasis principal suele estar en las emociones y en las experiencias. Fruto de esto escuchamos a mujeres citar textos fuera de contexto, lo que les lleva a cometer errores de interpretación y aplicación de la Palabra.

Las consecuencias son graves. No se trata simplemente de saber más cosas. Se trata de conocer al Dios verdadero, lo que Él ha dicho, y lo que Él ha hecho y lo que es capaz de hacer en una vida sometida a su Palabra.

Creciendo el el conocimiento de su Palabra

Comencé el seminario cuando nuestros hijos estaban pequeños; no teníamos quién los cuidara y viajábamos una hora y media a otra ciudad. Pasábamos gran parte de las tardes de los sábados estudiando, y nuestros hijos iban con nosotros. El sacrificio fue mucho, pero valió la pena.

Fueron dos años de ser intencional en prepararme, dejando un legado también a nuestros hijos. Al modelarles en esta preparación, les mostrábamos lo importante que era prepararse en la Palabra de Dios. Mientras éramos discipulados hacíamos discípulos en nuestros hijos y en otros.

Aunque cada mujer está en una etapa distinta y la manera de preparanos puede lucir diferente, la necesidad de crecer en la Palabra no es negociable. Aquí cinco razones por qué:

1. La Palabra predicada que escuchamos debe ser escudriñada para ver si es la verdad.

Enseguida los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas a Berea, los cuales, al llegar, fueron a la sinagoga de los Judíos. Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así”, Hechos 17:10-11.

No puedes conocer la Biblia sin estudiar la Biblia. Es nuestra responsabilidad escudriñarla para comprobar lo que escuchamos desde el púlpito.

2. Siempre habrán maestros que no enseñan lo correcto.

“Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos, acumularán para sí maestros, y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a los mitos”, 2 Timoteo 4:3-4.

La advertencia es clara y debemos estar preparadas.

3. La Palabra es útil.

“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia”, 2 Timoteo 3:16.

Una mujer que quiere dejar un legado bíblico en sus hijos, tener relaciones de amistad que honren a Dios, glorificar al Señor, impactar en su trabajo, o ser ayuda idónea para su esposo tiene que tener en mente la utilidad de la Palabra y su poder para transformarnos.

4. Dios exalta su Palabra.

“¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando Tu palabra. […] Me deleitaré en Tus estatutos, Y no olvidaré Tu palabra. […] También Tus testimonios son mi deleite; Ellos son mis consejeros”, Salmos 119:9,16, 24.

El capítulo más largo de la Biblia está dedicado a la Palabra de Dios. Te animo a que dediques tiempo a leer este precioso Salmo para que veas la importancia que Dios le da a la Palabra.

5. La Palabra habla de Jesús y nos lleva a salvación.

“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús”, 2 Timoteo 3:15.

“Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!”, Juan 5:39.

Quizá en esta etapa de tu vida no tienes los recursos o el tiempo para ir a un seminario. A pesar de ello, la Palabra de Dios siempre está a tu disposición para que profundices en ella y crezcas en el conocimiento del Dios santo.

Quizá pienses que el tiempo de aprender cosas nuevas ya ha pasado. Créeme, no soy una mujer joven, pero he encontrado un gran gozo en aprender más sobre la Escritura. El hecho de que viene directamente de Dios me motiva cada día a descubrir más cómo es Dios y los principios que Él nos da para una vida abundante y de obediencia.

Te animo a que le preguntes a tu pastor sobre materiales sanos que pudieras utilizar para conocer más de la Palabra y cumplir el hermoso llamado de manejarla con precisión y responder a ella en obediencia y fe.

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