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Martyn Lloyd-Jones sobre los ingredientes de un avivamiento verdadero

El 6 de febrero de 1925, un joven de veinticinco años, miembro del Royal College of Physicians (Colegio real de médicos, en el Reino Unido), pronunció una conferencia polémica titulada «La tragedia de la Gales moderna». Allí fueron objeto de censura los banqueros, los educadores y la «gran abominación» de los predicadores-políticos, al igual que las medias de seda, la radio inalámbrica y las personas que se bañaban a diario. Sin embargo, la «tragedia» de la Gales moderna era en esencia sobre la creciente incompetencia de la iglesia y su decreciente vitalidad. El doctor Martyn Lloyd-Jones lamentó la insignificancia espiritual de las iglesias y la debilidad espiritual de la predicación del momento. Su diagnóstico del cuerpo de Cristo en Gales era que estaba con respiración asistida y necesitaba reanimación.

Ese diagnóstico nunca cambió. Durante los siguientes cincuenta y cinco años, Lloyd-Jones amplió su diagnóstico para incluir al cuerpo de Cristo en todo el mundo de habla inglesa. Tanto si hablaba como médico o como pastor, la necesidad de avivamiento dominó su vida ministerial.

Cada semana, en las reuniones de oración de su iglesia y regularmente en sus sermones, llamaba a su congregación y a la iglesia en general a buscar al Señor y a buscar un avivamiento. A menudo decía cosas como: «Si tengo algún entendimiento de los tiempos, si tengo algún entendimiento de la enseñanza bíblica concerniente a la naturaleza de la iglesia y la obra del Espíritu Santo, no dudo en afirmar que la única esperanza para la iglesia en el tiempo presente yace en un avivamiento».

Esta era la necesidad suprema de la iglesia en el siglo XX.

Definición de avivamiento

Lloyd-Jones nunca escribió una exposición sistemática sobre el avivamiento. La articulación más completa de su teología de los avivamientos se encuentra en los veinticuatro sermones (en inglés) que predicó en 1959 para conmemorar los cien años del gran avivamiento transatlántico de 1859. En esta serie desarrolla y explora temas que mencionaría cientos de veces. Pero el mejor lugar para comenzar con su teología del avivamiento es un sermón de Efesios 4:4-6, predicado el 9 de junio de 1957.

Cada semana, Martyn Lloyd-Jones llamaba a su congregación y a la iglesia en general a buscar al Señor y a buscar un avivamiento

En este sermón (en inglés), distingue entre las operaciones normales del Espíritu Santo, sobre las que predicó la semana anterior, y la obra extraordinaria del Espíritu Santo. Allí define el avivamiento como el Espíritu obrando en una medida extraordinaria. Es una repetición, hasta cierto punto, de lo que ocurrió en Pentecostés, cuando el Espíritu Santo cayó de forma poderosa sobre numerosas personas simultáneamente.

Según Lloyd-Jones, un avivamiento tiene dos propósitos: «Los que están dentro de la iglesia son elevados a un nuevo nivel de experiencia y comprensión […] y los que están fuera son convertidos y atraídos». Ambos elementos son importantes. Para los que están en la iglesia, hay un nuevo nivel de comprensión de las verdades doctrinales y una poderosa experiencia de la presencia manifiesta del Señor. Para los que están fuera, hay un poderoso encuentro evangelístico con el Dios vivo.

Lloyd-Jones creía que un avivamiento es una obra extraordinaria del Espíritu Santo porque está marcado por esta misteriosa manifestación de la presencia de Dios. No es algo que podamos fabricar o promocionar. Un avivamiento es el descenso especial y soberano del fuego del Espíritu Santo; nuestra labor simplemente es buscarlo. Podemos construir un altar como Elías en el monte Carmelo, pero solo Dios puede enviar el fuego.

Deseando un avivamiento

Pero ¿cómo construimos un altar? ¿Cómo buscamos la presencia especial y manifiesta de Dios?

Aunque Lloyd-Jones creía que Pentecostés es el paradigma, en su serie sobre el avivamiento utiliza Éxodo 33 como texto clave para ilustrar qué es el avivamiento y cómo debemos buscarlo. Predicó ocho sermones sobre Éxodo 33, estableciendo cuatro etapas esenciales para aquellos que desean un avivamiento.

Etapa 1: Reconocer la necesidad, confrontar el pecado (Éx 32:30-33:3)

Moisés tuvo que encontrarse cara a cara con la verdadera condición espiritual del pueblo. Asume la responsabilidad de su estado espiritual y de su pecado colectivo, se pone en la brecha y predica la verdad, aunque no reaccionen favorablemente. Esto es exactamente lo que Lloyd-Jones trató de hacer en los primeros siete sermones de su serie sobre el avivamiento.

Inició con un sermón (en inglés) sobre Marcos 9:28-29, ya que creía que el fracaso de los discípulos para sanar al muchacho poseído por un demonio ilustra el fracaso actual de la iglesia. No se dan cuenta de que esta clase solo puede salir mediante ayuno y oración. El demonio está demasiado adentro. Los métodos y las estrategias que trajeron éxito ministerial en generaciones anteriores no van a satisfacer la necesidad del caso presente.

Etapa 2: Lamento por el pecado (Éx 33:4)

La segunda etapa es cuando el pueblo comienza a afligirse por la ausencia de Dios (en inglés). Una vez que se dan cuenta de su situación, una vez que se ven confrontados con su pecado y amenazados por la ausencia de Dio, se lamentan. No se conformarán con la tierra prometida sin Dios. Se dan cuenta de la gravedad de su pecado y se convencen de que todas sus bendiciones son inútiles sin Su presencia. Porque, ¿de qué servirían la prosperidad y la opulencia exteriores sin Dios? «Si no vienes con nosotros, no nos saques de aquí», se convierte en su clamor.

Las preguntas clave en esta etapa son: «¿Conocemos a Dios? ¿Está con nosotros? ¿Irá Dios con nosotros a la tierra? Si no está realmente entre nosotros, entonces por muy espléndida que sea la tierra de la leche y la miel, no la queremos. No queremos los dones de Dios sin la presencia de Dios».

A lo largo de la serie, Lloyd-Jones llama a la gente a lamentar el estado actual de la iglesia, marcado por una «ortodoxia defectuosa» y, lo que es peor, una «ortodoxia muerta».

Etapa 3: Oración urgente e intercesión (Éx 33:7-17)

Esto nos lleva a la tercera etapa de un avivamiento, la cual consiste en una temporada de oración e intercesión extraordinarias (en inglés). Lloyd-Jones divide esta etapa en tres pasos.

El primer paso (v. 7) es levantar una «tienda de reunión», un lugar para buscar el rostro de Dios fuera del campamento habitual. Él veía esto como un lugar de oración, normalmente establecido solo por una o dos personas —fuera del campamento, fuera de la vida y ritmo regulares de la iglesia— donde buscan la presencia de Dios en nombre del pueblo. Lloyd-Jones creía que Dios a menudo bendecía esos esfuerzos con indicaciones tempranas de Su favor. Hay una renovada calidez espiritual, libertad, expectativa y sensibilidad que marca a los medios ordinarios de gracia. Hay una nueva nota de urgencia en la predicación y de agonía en la oración. Pero ese solo es el primer paso.

El segundo paso sería cuando más y más personas van a la tienda de reunión y comienzan a suplicar por más gracia y más presencia de Dios. La han probado, pero ahora quieren más. ¿De qué quieren más concretamente? Moisés señala el camino (v. 13).

En primer lugar, quiere más certeza personal. No se contenta con saber que es aceptado por Dios y que ha hallado gracia ante Sus ojos. Quiere más. Quiere una manifestación personal y directa del amor de Dios por él. Lloyd-Jones vio esto como un aspecto común de todos los avivamientos; hay hambre de un conocimiento más profundo del amor personal de Dios.

En segundo lugar, hay un deseo de más poder. Todos los intercesores que buscan la presencia de Dios son profundamente conscientes de su debilidad e impotencia ante el enemigo que tienen delante. En los avivamientos verdaderos, hay una conciencia intensa de que separados de Jesús no podemos hacer nada, y un deseo profundo de no estar separados de Él.

En tercer lugar, él ora por una autenticación especial de la misión de la iglesia (v. 16). El motivo profundo para buscar un avivamiento es la gloria de Dios mostrada en el esplendor de la iglesia. Claman a Dios para que haga de la iglesia lo que debe ser: apartada, única, santa, gloriosa, poderosa y hermosa. Ella debía mostrar la gloria de Dios y encarnar el evangelio para que las naciones se maravillen. Pero no es así. Es débil, maltratada, quebrantada e ineficaz. Por eso claman.

El tercer y último paso de la «construcción del altar» es la intercesión urgente. Las oraciones de Moisés son un modelo: es audaz y específico, «argumentando» con Dios y suplicándole por Sus propias promesas.

Etapa 4: Muéstrame tu gloria: Cuando el fuego cae (Éx 33:18-23)

Pero la tercera etapa no es la etapa final de un avivamiento. De hecho, no tienes un avivamiento hasta que cae el fuego. El clamor de Moisés, «muéstrame tu gloria» (en inglés), es el clamor de todos los que buscan un avivamiento. El don de Dios como respuesta es el don de todos los avivamientos verdaderos. A Moisés solo se le ofrece una visión parcial, un breve destello de la gloria de Dios. Pero eso es suficiente, y eso es avivamiento.

Lloyd-Jones creía que todos los avivamientos verdaderos son una repetición de Pentecostés, donde Dios derrama su Espíritu sobre Su pueblo. Pero en muchos sentidos, Pentecostés es una repetición del Sinaí. Un avivamiento manifiesta la gloriosa presencia del Dios vivo, pero para muchas personas en lugar de para una. Cuando sucede a muchos, afecta significativamente a la iglesia y al mundo. La primera señal de que el fuego ha caído es que la iglesia se vuelve consciente de una presencia y un poder en medio de ella. A veces esto está marcado por fenómenos físicos únicos, pero no siempre. Lo que siempre está presente es la conciencia de una presencia gloriosa, una sensación de poder y gloria.

No solo hay una sensación indescriptible de la presencia multiforme de Dios, sino también una confianza renovada en la verdad de Dios. Las grandes doctrinas bíblicas del evangelio se hacen explosivamente reales. A pesar de que los apóstoles se sintieron sacudidos y destrozados, desanimados y abatidos tras la crucifixión, después de Pentecostés se llenaron de seguridad y confianza, declarando con valentía las obras maravillosas de Dios. La iglesia se llena de gran gozo, celebración y acción de gracias.

¿Cómo describir una experiencia así? Lloyd-Jones intentó describirla a los más de dos mil asistentes:

¿Qué significa esto? Bueno, podemos describirlo así. Es una conciencia de la presencia de Dios, el Espíritu Santo, literalmente, en medio de las personas. Probablemente la mayoría de los que estamos aquí nunca hemos conocido eso, pero eso es exactamente lo que significa una visitación del Espíritu de Dios. Es, por encima de todo y más allá, la experiencia más elevada en la vida normal y en la labor de la iglesia. De repente, los presentes en la reunión toman conciencia de que Alguien ha venido entre ellos; son conscientes de la gloria; son conscientes de una presencia. No pueden definirlo; no pueden describirlo, no pueden ponerlo en palabras, solo saben que nunca antes habían conocido algo así. A veces lo describen como «días de cielo en la tierra». Realmente sienten que están en el cielo. […] Han olvidado el tiempo; están más allá; el tiempo ya no tiene sentido para ellos. […] Están en un reino espiritual. Dios ha descendido entre ellos y ha llenado el lugar y a las personas con un sentido de Su presencia gloriosa.

Eso es avivamiento. Un breve destello de gloria. ¿Cómo responde el mundo? De todas las maneras en las que respondió en Pentecostés. Algunos se burlan; otros sienten curiosidad; otros claman por arrepentimiento. Pero hay transformaciones significativas y duraderas. Se construyen iglesias, las personas se sienten atraídas, las tabernas se vacían y el mundo es trastornado.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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