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El pasado 16 de marzo, el presidente de la República de Guatemala anunció a todo el país las medidas adoptadas por el gobierno para contener el avance del coronavirus entre la población.

Luego de mencionar la suspensión de un gran número de actividades del sector público y privado, cerró su mensaje con una petición particular: que el sábado 21 de marzo fuera un día de ayuno y oración nacional frente a esta calamidad.

Esto nos recuerda que el ayuno es posiblemente la disciplina espiritual en la que somos menos constantes y que menos comprendemos. Solemos pensar que es algo solo para la “élite espiritual”. Por otro lado, es posible que hoy escuches referencias a “ayunos bíblicos” que más bien parecen ser dietas especiales.

Necesitamos ir a la Biblia para entender el valor que el ayuno puede tener en nuestras vidas frente a las adversidades (como la pandemia del coronavirus).

La práctica del ayuno según la Biblia

El ayuno cristiano es la abstención voluntaria del alimento físico con fines espirituales. Aunque la Biblia no prescribe esta práctica, observamos que está relacionada con el fortalecimiento de nuestra relación con Dios. Se trata de un espacio dedicado a la oración, la búsqueda de la voluntad de Dios, la confesión de pecados, y el clamor por la liberación o protección del Señor.

El término “ayuno” o “ayunar”, entendido como la abstinencia de comida o bebida, aparece 39 veces en el Antiguo Testamento.[1] Encontramos un patrón común en las menciones de esta práctica: el ayuno es una expresión de enorme dolor y tristeza; por lo general, un lamento por el pecado y otras veces por temor a la muerte (Jue. 2:26; 1 S. 7:6).

En el Nuevo Testamento, la palabra “ayuno” o “ayunar” aparece solo 17 veces.[2] Por ejemplo, en Mateo 4:2 vemos a Jesús ayunando después de que fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado, aunque el texto no ofrece mayor detalle sobre esta práctica.

Más adelante, en Mateo 6:16-18, leemos cómo Jesús condenó a los fariseos por su ayuno hipócrita. Si el ayuno es apropiado en un tiempo de lamento por el pecado, el exhibicionismo que ellos mostraban era una burla a la naturaleza de esta disciplina.

El ayuno es descrito en la Biblia como una práctica que se espera de los cristianos

En Mateo 9:14-15 los discípulos de Juan el Bautista preguntaron a Jesús por qué sus discípulos no ayunaban. Su respuesta tiene sentido: si el ayuno es una expresión de lamento, ¿por qué los discípulos debían lamentarse si el novio estaba con ellos? “Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán”.

Más adelante, Hechos 14:23 presenta el ayuno en medio de una situación peligrosa. Pablo fue apedreado y dado por muerto en Listra. Sin embargo, luego lo vemos ministrando junto a Bernabé y nombrando ancianos, y “habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído…”. ¿Por qué ellos ayunaron? Porque Pablo ya había corrido peligro de muerte dada la persecución, y ahora él estaba encomendando a las personas que continuarían la obra del evangelio en esta ciudad.

En términos generales, el ayuno no se redefine en el Nuevo Testamento. En cambio, encontramos una continuidad de lo enseñado en el Antiguo Testamento. Y aunque no se prescribe, se describe como una práctica esperada frente a circunstancias complejas.

La necesidad del ayuno en medio de la crisis

La crisis mundial de salud que vivimos demanda de nosotros ayuno y oración.

No estamos frente a la peste bubónica que cobró la vida de millones de personas, pero sí ante una enfermedad que sacude al mundo recordándonos nuestra fragilidad y dependencia de Dios.

Las estadísticas del coronavirus hasta ahora no son tan alarmantes cuando se comparan con la Influenza o el SARS. Para muchas personas, las medidas tomadas por los gobiernos en Latinoamérica son exageradas. Sin embargo, los efectos de esta pandemia están aún por verse, y no solo en las vidas que cobre, sino también en la economía que ha sido fuertemente golpeada, produciendo una ola de dificultades que todavía no llega a su punto más alto.

La crisis mundial de salud que vivimos demanda de nosotros ayuno y oración

En 2 Crónicas 20:3 y Esdras 8:21-23 encontramos dos ocasiones donde el pueblo de Dios ayunó buscando la liberación y protección de Dios frente a una amenaza de muerte. Aunque nuestra situación es diferente a la de ellos, hoy también enfrentamos un riesgo ante el coronavirus y sus efectos devastadores: ansiedad, temor, aislamiento, enfermedad, desestabilidad financiera, y hasta la muerte misma.

Por lo tanto, la invitación al ayuno y la oración es necesaria en días como estos. Así que toma un tiempo para poner en práctica estas disciplinas espirituales como familia e iglesia, intercede por tus gobernantes y tu país, por los desfavorecidos que terminarán sufriendo más las consecuencias de este mal:

  • Que nuestros gobernantes propicien un ambiente en que el pueblo pueda vivir con tranquilidad y piedad, promoviendo justicia, paz, y prosperidad (1 Ti. 2:1-2).
  • Que defiendan a los débiles de los abusos de los poderosos (Neh. 5:1-13; Sal. 72:12-14; Is. 11:4; Jer. 22:16).
  • Que estén atentos al clamor del pueblo y respondan sabiamente (Neh. 5:1, 6-7).
  • Que sean ejemplos de esfuerzo sacrificial a favor del pueblo (Neh. 4:16, 22-23; 5:10,16).

Y por nosotros, oremos que el Señor nos conceda sujetarnos correctamente a nuestros gobiernos mientras cumplimos con nuestras responsabilidades ciudadanas y buscamos hacer lo bueno (Ro. 13:3-7; Mt. 22:15-22; Mr. 12:13-17; Lc. 20:20-26).

No olvidemos la importancia del ayuno que necesitamos hacer:

¿No es este el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de impiedad, soltar las coyundas del yugo, dejar ir libres a los oprimidos, y romper todo yugo? ¿No es para que compartas tu pan con el hambriento, y recibas en casa a los pobres sin hogar; para que cuando veas al desnudo lo cubras, y no te escondas de tu semejante? Entonces tu luz despuntará como la aurora, y tu recuperación brotará con rapidez. Delante de ti irá tu justicia; y la gloria del Señor será tu retaguardia (Is. 58:6-8).


[1] Referencias bíblicas del ayuno en el Antiguo Testamento: Jue. 20:26; 1 S. 7:6, 31:13, 2 S. 1:12, 12:16, 21, 22, 23; 1 R. 21:9, 12, 27, 1 Cr. 10:12, 2 Cr. 20:3; Esd. 4:3, 16, 9:31; 8:21, 23, 9:5; Neh. 1:4, 9:1; Sal. 35:13, 69:10, 109:24; Is. 58:3, 4, 5, 6; Jer. 14:12, 36:6, 9; Dn. 6:18, 9:3, Jl. 1:14, 2:12, 15; Jon. 3:5; Zac. 7:5, 8:19.

[2] Referencias bíblicas del ayuno en el Nuevo Testamento: Mt. 4:2; 6:16-18; 9:14-15; Mr. 2:18-20; Lc. 2:37; 5:33-35; 18:12; Hch. 13:2; 14:23; 27:29.

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