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Nota del editor: 

#CoaliciónResponde es una entrada semanal donde los colaboradores de Coalición por el Evangelio dan respuesta a diversas inquietudes. Puedes usar #CoaliciónResponde en las redes sociales o escribirnos a [email protected] con tus preguntas.

Pregunta: ¿Por qué son diferentes las genealogías del Evangelio de Lucas y el Evangelio de Mateo?

Al comparar los Evangelios sinópticos uno con el otro, uno de los pasos más importantes es reconocer cuál es el propósito de cada uno. Los autores no solo están escribiendo la historia, sino que también tienen en mente un contexto especifico. Hay un principio en la hermenéutica que nos puede guiar: la intención del autor. Este principio nos dice que es el autor del pasaje bíblico que define el significado detrás de su escrito. Entonces, cada vez que leemos la palabra de Dios, deberíamos luchar por entender lo que al autor intentaba comunicar, no solo darle el significado que nos conviene.

Mateo, por ejemplo, habla bastante de temas relevantes para los judíos de ese momento. Esto es porque Mateo está escribiendo a una audiencia que es mayormente judía. Su Evangelio es el que más utiliza profecías y citas del Antiguo Testamento. Aunque el propósito de los libros es un tema muy debatido, lo que es cierto es que Mateo quiere demostrar a través de su reporte que Jesús es verdaderamente el Mesías, esperado por el pueblo de Israel, cumpliendo todo lo que está por escrito en el Antiguo Testamento. Entonces, en su Evangelio, Mateo refiere a Jesus como el “hijo de David” en varios lugares (9:27, 12:23, 15:22, 30:30-31, 21:9,15).

Lucas tiene un propósito distinto. Primero, él está escribiendo a Teófilo y, más allá, a una audiencia gentil. Él quiere mostrar a Teófilo que lo que le han enseñado acerca de Cristo, que Él sí es el Hijo de Dios, realmente es verdadero. Lucas 1:4 dice “para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido”. Lucas escribe su historia de Jesús como un científico investigando la historia críticamente. Él quiere que no quede ninguna duda de que Cristo realmente era quien dijo que era, y que es la solución para la salvación de toda humanidad. Entonces, en su evangelio, Lucas refiere a Jesús como el “Hijo del hombre” (7:34; 9:22-26, 44, 56-58; 11:30-32; 12:8-10, 40; 17.22-30; 18:8, 31; 19:10; 21:27, 36-38; 22:22, 67-69; 24:7)

Estos conceptos nos ayudan a ver las distintas genealogías. Mateo empieza describiendo la identidad de Jesús en términos judíos. Él dice que es un libro de la “genealogía de Jesús, hijo de David, hijo de Abraham”. Las personas debidamente más importantes en la historia de Israel son David y Abraham. Mateo quiere usar la genealogía para demostrar que Jesús viene de esa línea, y cumple todos los deseos de los judíos. Por tanto, empieza con Abraham, con quién inicia el pacto de Dios con el pueblo de Israel.

Sin embargo, Lucas, teniendo una perspectiva más amplia y enfocada en los gentiles, no presenta a Abraham como el principio del linaje de Jesús. Lucas empieza con Adán, y aún da paso más, empezando con Dios mismo. Para Lucas, Jesús es la solución para todo el mundo. Jesús no solo es el Mesías para los judíos: es la bendición a todas las naciones.

Al mismo tiempo, hay un asunto más práctico que se puede observar en estas genealogías. Muchos teólogos han demostrado que Mateo está compartiendo la genealogía de José, mientras Lucas está compartiendo la genealogía de María. Lo que este concepto propone es que Lucas está siguiendo la línea del pariente consanguíneo, mientras Mateo está explicando la línea legal de Jesús. En fin, ambos se aplican a Jesús. Aunque José no era su papá biológico, todas los beneficios de ser parte de la familia de José todavía aplicaban por medio de la ley.

A fin de cuentas, podemos concluir que las genealogías sí son diferentes, pero no son contradictorias. Los autores tenían diferentes propósitos en compartir las genealogías de la maneras en que las compartieron. No estaban intentando de informarnos de todos los familiares de Jesús; más bien son listas teológicamente significativas y nos apuntan a la providencia y soberanía de Dios. Dios está demostrando, a través de sus autores, cómo Jesús cumple perfectamente los requisitos para ser el Mesías y Salvador. Cuando escudriñamos lo que está en estos pasajes, entendemos que la palabra de Dios y el plan de Dios siempre son perfectos.

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