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Las dificultades son parte de nuestras vidas, y usualmente se convierten en retos no solo para el que las está atravesando. Cuando Dios instituye el matrimonio, dice que el hombre y la mujer serían una sola carne. Esto de ser una sola carne tiene diversas implicaciones, y una de ellas es que las circunstancias difíciles y el dolor de nuestros esposos sería el nuestro.

Aprendemos algo de esto en la manera que Dios formó al hombre “Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gn. 2:7). Unos versículos después nos deja ver la necesidad de crear una ayuda idónea para el hombre: “ ….“No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada”, Génesis 2:18. Es evidente que estamos llamadas a ser ayudas.

Nuestro papel como esposas, de acuerdo al diseño de Dios para nosotras, es que seamos ayuda para nuestros esposos en todo tiempo: en los momentos de alegría y los momentos de dolor, en la abundancia y en la escasez, en la salud y en la enfermedad. Ese es nuestro glorioso llamado.

Siendo ayuda en circunstancias difíciles

En medio de las temporadas difíciles y tensas, hay algunas cosas que necesitamos recordar:

  1. Recordemos el evangelio:

“En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo”, Juan 16:33.

El evangelio deben ser los lentes a través de los cuales veamos cada área de nuestras vidas, y estas hermosas verdades le dan esperanza y propósito a nuestros tiempos de aflicción en esta tierra.

Cuando las dificultades tienen alguna característica económica, puedes recordarle a tu esposo que nuestro Dios es el proveedor quien proveyó en Cristo Jesús, y que aunque Él no pueda en el momento proveer como quisiera, su identidad está en ser hijo de Dios. Si fuera de salud, pueden recordar que nuestro mayor dolor fue sanado en la cruz. Sea cual sea la circunstancia, es necesario recordarnos unos a otros que Dios está a favor nuestro por lo que garantizó el Hijo.

  1. Ora:

“Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús”, Filipenses 4:6-7.

Todos tenemos necesidad de la oración y en los momentos difíciles lo mejor que podemos hacer es orar por nuestro esposo. Busca la ayuda de Dios para cualquier situación que le pueda estar afectando a él, pregúntale cómo puedes llevarlo en oración.

He aprendido que por medio de la oración y el estudio de la Palabra damos una atención especial a nuestro desarrollo y crecimiento espiritual como Dios lo desea. Cuando crecemos en Él al acercarnos en oración y a través de su Palabra, nuestros corazones se van alineando con Su corazón.

  1. Paciencia y perdón:

“Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo”, Efesios 4:32.

En los momentos en que vienen situaciones difíciles nuestro esposo puede pasar por días en que su forma de tratarnos puede ser alterada y es allí donde a nosotras como ayuda idónea, se nos dificulta la tarea, por lo tanto, debemos ser mujeres  que ayudan, auxilian y amparan a su esposo desde cualquier ámbito.

Tener la paciencia y el perdón para aquellos momentos difíciles es algo que a él le será de mucha ayuda. Recuerde que nuestra función es una de ayudar y no de condenar.

  1.  Cuida tu lengua:

“Mejor es vivir en un rincón del terrado Que en una casa con mujer rencillosa”, Proverbios 21:9.

En los tiempos de dificultad de nuestros esposos debemos tener cuidado con la manera en la que le hablamos. Podríamos irrespetarlo y hacer más mal que bien. Debemos  saber esperar el momento oportuno para cada cosa que necesitemos decir, evitando así serle de mayor carga.

  1.  Practica el dominio propio:

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”,  2 Timoteo 1:7.

Debemos evitar que nuestras emociones nos controlen. Pidámosle a Dios que podamos responder de una manera piadosa, como Él nos manda.

  1.  Recuerda tu llamado al respeto y la sumisión:

En esos momentos en que hay situaciones difíciles en la vida de nuestro esposo, el obrar de nosotras debe ser como la Palabra nos lo enseña: respetándolo (“En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido”, Efesios 5:33). Debemos recordar respetar su liderazgo y no tratar de imponer nuestras ideas y preferencias a sus decisiones. Todo nuestro actuar debe estar caracterizado por nuestra sumisión primero a Dios y luego a nuestros esposos. Revelarnos a nuestro diseño traerá una mayor carga en medio de sus situaciones difíciles y más importante aún, trae deshonra al nombre de nuestro Señor.

Su Palabra, nuestro sustento

Podemos caminar una línea muy fina entre lo que el mundo nos ha vendido sobre cómo debe ser la esposa y lo que la Biblia nos dice. Nuestras acciones como mujeres cristianas deben ser filtradas por la Palabra de Dios. Al considerar cómo reaccionamos cuando nuestros esposos están pasando momentos difíciles, debemos preguntarnos: ¿Están nuestras reacciones y actitudes fundamentadas en la Palabra de Dios o en cómo el mundo define lo que debe ser una esposa?

Si no tienes un fundamento claro de lo que Dios ha dicho en su Palabra sobre el papel de la esposa, vas a caer en el vacío de creerle al mundo más que a Dios y te vas a autoengañar y autojustificar a expensas de no hacer lo que Dios ha ordenado. Recuerda que lo que Dios ha establecido en su Palabra es lo mejor para nosotras.

Su Palabra es nuestro sustento en medio de la aflicción y la mejor manera en la que tú puedes ser sustento para tu esposo es viviendo conforme a Sus verdades.

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