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Recuerdo las muchas conversaciones que tuve con mujeres angustiadas cuando trabajé en un centro cristiano provida que brinda apoyo a mujeres en crisis y con embarazos no planeados. Las recibía para darles aliento y esperanza, informándoles sobre las opciones que ellas tenían ante la incertidumbre de un embarazo no planeado. La mayoría de estas mujeres estaba convencida de que abortar era su única opción.

Sin embargo, cuando recibíamos a cada mujer necesitada con los brazos abiertos, escuchando sus historias, compadeciéndonos de ellas y guiándolas por medio de la Palabra de Dios, sucedían milagros de vida que solo Dios es capaz de hacer.

Las conversaciones muchas veces incluían confesiones de abortos anteriores. Las mujeres que confesaban que habían abortado tenían mucho dolor, trauma, vergüenza y desesperanza que brotaba en lágrimas y temor cuando hablaban de estas experiencias. Para muchas de ellas, hablar de Dios era algo inconcebible pues se sentían profundamente condenadas. Otras abordaban el tema del aborto con mucha dureza, como tratando de justificarlo, diciendo que había sido la mejor decisión que pudieron tomar. En ambos casos, se podía sentir un profundo dolor y culpabilidad que trataban de enmascarar de diferentes maneras.

¿Qué podemos hacer cuando una mujer nos confiesa que abortó? Estos son dos puntos importantes que pueden ayudarnos a proclamar a Cristo:

Muéstrale la esperanza del evangelio

Puede que la persona sea creyente y haya pedido perdón por su pecado, pero sigue teniendo mucho remordimiento. O puede que la persona sea inconversa y no sabe qué hacer con las consecuencias de lo que hizo. De cualquier manera, nuestro llamado es guiar a las personas a Cristo y mostrarles el amor y la verdad de Dios.

Como creyentes amados y perdonados por Dios, debemos tener la actitud de Cristo que consiste en dar gracia. Esa gracia nos da la plataforma para decir la verdad en amor a aquella mujer que tomó esa terrible decisión (Col 3:12). Ese amor te llevará a escuchar sin interrupción su historia, percibir sus sentimientos y comprender mejor lo que tenga en su corazón. Esto abrirá un camino de confianza entre ella y tú para que —con la sabiduría de Cristo— le hables la verdad que puede traer libertad a su vida.

Cuando alguien confiesa que abortó, te animo a que le compartas con paciencia el evangelio y la forma en que se aplica a su vida. Yo observé que, al agradecer genuinamente a estas mujeres por abrirme su corazón —aclarando que lo que yo les compartía no era desde la plataforma de “yo soy mejor que tú”—, les daba la oportunidad para que el Señor suavizara su corazón para compartirles el mensaje de la Palabra.

Nuestro llamado primordial al apuntar a las personas a Cristo es mostrarles el amor, la compasión y la verdad de Dios

Después de escucharla, ayúdala a entender que el pecado nos separa de Dios, pues Él es santo y justo. Con amor, enséñale que la culpabilidad por este pecado es oportuna para lamentarse delante de Dios y arrepentirse genuinamente. Ella requiere comprender las consecuencias de ofender a Dios y que necesita de Jesús y su obra en la cruz (Ro 10:8-11).

Ayúdala a entender que el mensaje del evangelio consiste en que Dios no nos dejó sin esperanza, sino que Él mismo proveyó a Cristo, el Salvador que satisfizo la ira santa de Dios contra cada uno de nuestros pecados. Ahora por Jesús podemos venir a Dios con nuestro pecado para arrepentirnos, confesarlo y recibir perdón. Dios pone un corazón blando cuando antes había un corazón duro que quería caminar en su propia sabiduría y discernimiento. Por Cristo Jesús, ella puede arrepentirse y quedar limpia de su pecado.

Cuando una mujer cree en Cristo puede vivir perdonada, amada y redimida, para amar y servir a Dios y a los demás

Jesucristo es nuestra única esperanza y libertad. Cuando venimos a Cristo, recibimos su perdón porque Él es fiel y justo (1 Jn 1:9). Apunta a esa mujer necesitada hacia Cristo, quien la sostiene en cada lágrima, dolor, culpabilidad y sueños perdidos. Solo Él puede consolar, sanar y restaurar su vida. Esta esperanza en Cristo nos lleva a una libertad que impulsa a la obediencia, a desear conocer más de Él en su Palabra y de todas las cosas de Dios. En Cristo, podemos ser gobernadas por el gozo de nuestra salvación y no por nuestro pecado. Cuando una mujer cree en Cristo puede vivir perdonada, amada y redimida, para amar y servir a Dios y a los demás..

Muéstrale el camino a una iglesia local

Puede que para algunos este segundo punto sea un poco raro. ¿Qué tiene que ver la iglesia local con una persona que acaba de confesar un aborto? La verdad es que tiene mucho que ver.

Como buen Padre, Dios nos ha llamado de nuestra pasada manera de vivir a un nuevo estilo de vida en la familia de la fe. Es hermoso ver cómo Dios provee iglesias locales que buscan magnificar a Cristo, viviendo en comunidad para amarse, llevarse mutuamente a Cristo y recordarse unos a otros el evangelio. Este mensaje contiene verdades liberadoras frente a la realidad de las distintas luchas y pecados que cada uno de los creyentes tenemos.

Así que muéstrale el camino a una iglesia local sana, donde se predique la Palabra de Dios y pueda encontrar otras creyentes que caminen con ella en este tiempo de sanar y restaurar su corazón. La Biblia demanda que luchemos junto a otros creyentes y busquemos crecer, permanecer y depender de Cristo. Nuestra oración debe ser que, cada vez más, el Señor haga de nuestras iglesias locales lugares seguros que exalten a Cristo para que recibamos personas con diferentes pecados, con una actitud de amor, servicio y deseo por la verdad.

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