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Tres de mis nietos recientemente realizaron su visita anual de verano al sofocante sudeste de Estados Unidos. Trajeron a sus padres como chaperones, lo cual fue bastante agradable.

Cada vez que dos o tres de mis nietos se reúnen cerca de mí durante más de 24 horas, aprovecho la oportunidad para hacer una de dos cosas: practicar y realizar una obra de teatro, o poner en práctica la Escuela Bíblica de Verano del Abuelo. La mayor de los nietos que me visitó cumplió 5 años durante su estadía; sus hermanos tienen 2 y 9 meses. Son un poco jóvenes para una obra de Shakespeare, así que fue la Escuela Bíblica de Verano del Abuelo.

Antes de que se fueran, conocieron las cuatro caras de los querubines (con todo y movimientos de mano), un resumen del relato de la creación, las estructuras básicas de la creación, y un resumen del libro del Génesis. La próxima vez que esté con ellos, nos mudaremos a Éxodo y les enseñaré cómo ofrecerse como si fueran un sacrificio animal en el Antiguo Testamento.

He estado enseñando la Biblia a niños pequeños, principalmente los míos, durante más de 35 años, desde que mi hijo mayor era un niño pequeño. Con los años he aprendido algunos trucos. Aquí hay tres.

1) Cuéntales las historias de la Biblia

Dios le habló a Israel en muchas partes y de muchas maneras (Heb. 1:1–3). Él habló la ley del Sinaí, la sabiduría a través de los reyes, las palabras ardientes y devastadoras a través de los profetas, y finalmente se habló a sí mismo en su Hijo, la Palabra. El orden del canon es el orden de la maduración de Israel y de la humanidad, a medida que crecemos de la esclavitud infantil a la libertad adulta (cf. Gál. 4), de sacerdote a rey a profeta a la plena estatura en Cristo.

No es un accidente que la historia bíblica de la maduración comience con un largo libro de historias. Es donde comenzamos. Antes de aprender a hablar, caminar o hacer razonamientos abstractos, aprendemos historias. Yahveh es el mejor padre. Antes de que Israel recibiera la Torá, el tabernáculo, las complejidades del sistema de sacrificios, una tierra o una monarquía, recibieron historias, historias familiares dramáticas.

Dios dio historias porque quería que las leyéramos, contáramos, y las volviéramos a contar, y que viviéramos fuera y dentro de las historias mismas. Cuéntales las historias. Ellos lo recordarán

Cuando mis hijos eran pequeños, teníamos culto familiar la mayoría de las noches después de la cena. Abría mi Biblia en mi regazo y les contaba una historia. Comenzamos en Génesis y continuamos hasta que llegamos al final de Hechos, luego comenzamos de nuevo en Génesis y repetimos el proceso. No recuerdo cuántos ciclos pasamos, pero me repetía a menudo porque seguían apareciendo niños nuevos. A medida que mis hijos crecieron, cubrimos el resto del Nuevo Testamento y leímos pasajes juntos. Al principio, sin embargo, traté de engancharlos a la Biblia contándoles historias.

Nos vemos tentados a leer más allá de las historias para llegar al núcleo moral. Nos vemos tentados a ignorar los detalles del contenido doctrinal abstracto. Las Escrituras enseñan lecciones morales, y las historias de la Biblia tienen importancia doctrinal. Deberíamos enseñar todo eso a nuestros hijos. Pero Dios dio historias porque quería que las leyéramos, contáramos, y las volviéramos a contar, y que viviéramos fuera y dentro de las historias mismas. Comienza por ahí. Cuéntales las historias. Ellos las recordarán.

2) Muéstrales a Jesús

Todas las pequeñas historias están conectadas a la gran historia, porque todas las pequeñas historias son parte de la historia de Jesús

Durante los 40 días entre su resurrección y ascensión, Jesús enseñó la Biblia a sus discípulos (Lc. 24). Enseñó a dos discípulos en el camino a Emaús, y luego a los 11 restantes. Lucas nos dice que enseñó todo el Antiguo Testamento: Moisés, los profetas (primeros y postreros), y los Salmos. Enseñó “todo lo que concierne a sí mismo”. Lo sabemos por el mismo Jesús: toda la Biblia trata de Él.

La Biblia es un libro de libros, una gran historia con muchas historias pequeñas en el medio. Todas las pequeñas historias están conectadas a la gran historia, porque todas las pequeñas historias son parte de la historia de Jesús. Las historias son piezas de un rompecabezas. Una vez que hemos reunido las piezas, como dijo Ireneo, descubrimos un retrato de un Rey glorioso y hermoso.

¿Qué tipo de piezas deberíamos estar buscando? Personajes, para empezar. Muéstrales cómo Jesús es un mejor Adán porque resiste al Diablo en el desierto, cuando Adán no pudo luchar contra el Diablo en un jardín. Muéstrales que Jesús es atacado por sus hermanos, como Abel fue por Caín y José por sus hermanos. Muéstrales cómo Sansón conquistó en el momento de su muerte, así como lo hizo Jesús en la cruz. Cuando miras a Jeremías, el profeta que llora, recuérdales que Jesús lloró.

Busca eventos recurrentes también. Al comienzo del Evangelio de Mateo, Jesús huye de un rey asesino a la seguridad de Egipto. Regresa y crece, se bautiza en el Jordán, entra al desierto para ser tentado y luego enseña sobre la ley en la cima de una montaña. Vuelve a revivir la historia de Israel: la esclavitud en Egipto, el asalto del faraón a los bebés israelitas, el éxodo y el desierto, el Sinaí y la ley. Si eres lo suficientemente valiente como para atravesar Levítico, sigue recordándoles que Jesús ofrece el sacrificio final y perfecto que nos lleva de regreso al Padre.

La Biblia no solo conecta a todos y todo con Jesús. Conecta a todos y todo con todos y todo lo demás. Noé es un nuevo Adán, así como un anticipo de Jesús. David pelea como uno de los jueces, Ezequías es un nuevo David, y Jeremías es como Moisés.

A menudo les decía a mis hijos: “¡Guau! Esta es la primera vez en la Biblia que esto sucede. ¡Es la primera vez que vemos un personaje como este!”. “Guau, esta es la primera vez que alguien muere de un traumatismo craneal masivo”, les dije al contar la historia de David y Goliat. “Esta es la primera vez que alguien se ahoga”. “Esta es la primera vez que alguien casi muere y vuelve a la vida”. “Este es el primer hombre que conoce a su esposa en un pozo”. Sabían que era una señal que significaba lo contrario. “¡No! —me dijeron— Otras personas murieron por heridas en la cabeza”, y me hablaban de Sísara y Abimelec, y recordaban la cabeza aplastada de la serpiente. “¡Todos los hombres conocen a su esposa en un pozo!”.

Los niños son tipólogos naturales, y solo dejamos de ser tipólogos si los desanimamos. No conocen la palabra tipología, pero conocen el juego. Juégalo.

3) Canta la Biblia

Hace algunos años, mientras servía como pastor en Idaho, dirigí una escuela bíblica de verano para niños de primaria en la iglesia. Escribí un conjunto de canciones para ayudarlos a aprender los patrones de la teología bíblica. Llegué tarde a reconocer el poder del canto, pero hoy en día no intentaría enseñar a los niños de otra manera. Cantar hace que la Biblia sea visceral y rítmica. Pone la Biblia en el cerebro y el cuerpo de un niño.

Traté de hacer que las canciones fueran divertidas. No quería hacerlas simplemente lindas. Quería que las canciones establecieran los ritmos para leer y pensar en la Biblia, y que esto guiaría a los niños a medida que crecían. Pero no quería que descartaran la Biblia como algo infantil

No subestimes lo que un niño puede aprender sobre las Escrituras. Pueden aprender más de lo que nos damos cuenta, y pueden divertirse haciéndolo

Déjame darte un ejemplo. El libro de Génesis comienza con tres caídas que culminan en la gran de-creación del diluvio. Después del diluvio y Babel, la historia se centra en tres patriarcas, que comienzan a renovar el mundo al invertir las tres caídas. Así va la canción:

Adán, Caín, y los hijos de Dios (las tres caídas)

¡Whoosh! (el diluvio; haz un movimiento de mano amplio, como una inundación)

Babel

Abraham, Jacob, José (los tres patriarcas)

Adán peca desobedeciendo a Yahveh, mientras que Abraham obedece incluso cuando le costará a su hijo. Caín mata a Abel; Jacob es un Abel que escapa de su hermano asesino Esaú. Los hijos de Dios se casan y corrompen el mundo; José se resiste a la seducción y alimenta al mundo.

Enseña la Biblia

Quizá esta es la lección más importante: aprendí desde el principio a no subestimar lo que los niños pueden aprender sobre las Escrituras. Pueden aprender más de lo que nos damos cuenta, y pueden divertirse haciéndolo.

Aprendí que los niños responden fácilmente a la voz de su Padre, siempre y cuando me acuerde de enseñarles la Biblia en lugar de usar la Biblia para enseñarles algo más.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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