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“No trates como prioridad a quien te trate como opción”.
“Cuando tengas un sueño no lo dejes morir por las opiniones de los demás”.
“La gente negativa siempre tratará de bajarte a su nivel”.  

Lo escuchamos por todos lados: eres único, especial e incomparable. Los mensajes motivacionales de nuestra sociedad nos hacen sentir bien a primera vista, pero cuando analizamos su contenido, nos damos cuenta de que nos hacen sentir bien a expensas de otros. ¿Será esta la manera en que Dios quiere que nos veamos?

Nadie como Él

Nadie como Él

Poiema Publicaciones. 159 pp.

En Nadie como Él, la maestra de la Biblia y autora Jen Wilkin pone nuestros ojos en las características incomparables e infinitas de Dios, esas cualidades que son solo suyas. La introducción del libro nos muestra que, desde el Edén, los humanos hemos anhelado de alguna forma ser como el Señor de manera que no fuimos diseñados para serlo (Gn. 3:4-7). Mucho de nuestro pecado es fruto de este error. ¿Cómo podemos enfrentarlo? Conociendo el carácter de Dios y mirándonos a nosotros mismos a la luz de Su majestad.

Poiema Publicaciones. 159 pp.

Por supuesto, los seres humanos fuimos creados a imagen del Señor, llenos de habilidades y capacidad para dar buenos frutos mientras permanezcamos en Él (Jn. 15:5). Pero eso no es todo. Los seres humanos también somos limitados. No podemos tener control absoluto. Eso nos aterroriza, cuando en realidad debería liberarnos. No podemos ser Dios y eso es algo bueno.

En Nadie como Él, la maestra de la Biblia y autora Jen Wilkin pone nuestros ojos en las características incomparables e infinitas de Dios, esas cualidades que son solo suyas. La introducción del libro nos muestra que, desde el Edén, los humanos hemos anhelado de alguna forma ser como el Señor de manera que no fuimos diseñados para serlo (Gn. 3:4-7). Mucho de nuestro pecado es fruto de este error. ¿Cómo podemos enfrentarlo? Conociendo el carácter de Dios y mirándonos a nosotros mismos a la luz de Su majestad.

“Llevar su imagen significa ser totalmente humano, no ser divino. Significa ser seres limitados que reflejen las perfecciones de un Dios sin límites” (p. 23).

Dios es

La siguiente tabla prepara la escena para el resto del libro, mostrándonos las características que le pertenecen solo al Señor, y las características que le pertenecen a Él y nosotras podemos imitar.

Solo Dios es Dios es
(y nosotras
podemos ser)
Infinito Santo
Incomprensible Justo
Autoexistente Amoroso
Autosuficiente Bueno
Eterno Misericordioso
Inmutable Compasivo
Omnipresente Paciente
Omnisciente Celoso (por Su gloria)
Soberano Fiel
Recto
Veraz

Wilkin explica que cuando somos tentadas a ser como la lista de la izquierda, es semejante a cuando la serpiente susurró a Eva: “serán como Dios” (Gn. 3:4). ¿Cómo luchar contra esta tentación? La autora escribe que “nuestro consuelo no viene de tener todo el conocimiento, sino de confiar en Aquel que sí lo tiene” (p.110). No se trata de tener todas las respuestas correctas, sino de poner nuestros ojos en la Persona correcta. Y para confiar en el Dios que tiene todo el conocimiento, primero necesitamos conocerle a través de Su Palabra. Como Wilkin escribe en otro de sus libros: “El corazón no puede amar lo que la mente no conoce”.

El libro y el reto del “yo”

Cuando empezamos a estudiar el carácter de Dios nos damos cuenta de si realmente estamos viviendo como hijos de Dios. Wilkin señala: “Una de las verdades más aterradoras que la Biblia nos ruega que admitamos es que no conocemos nuestros propios corazones” (p. 34).

Si no examinamos nuestros corazones, no nos daremos cuenta de que muchas veces estamos interpretando quién es Dios y quiénes somos nosotros según nuestra propia inteligencia. Durante mi lectura entendí que no solo debo memorizar las características de Dios o comprenderlas a nivel intelectual. De nada me sirve aprender sobre el carácter de Dios si no me rindo completamente ante Él.

Mientras Jen te enseña sobre el carácter de Dios con profundidad, también tendrás que poner tu propia vida bajo el microscopio con las preguntas para reflexionar. Por ejemplo, en el capítulo 2 se nos confronta con cómo debe la omnisciencia de Dios impactar la manera en que nos relacionamos con los demás:

“Piensa en una persona difícil en tu vida. ¿Qué tan bien la conoces? ¿Cómo cambiaría la manera en que interactúas con esta persona si admitieras que tu conocimiento es limitado?” (p.38). 

Un libro del que todos pueden aprender

Este libro no es solo para los nuevos cristianos que no conocen nada acerca del Dios de la Biblia. No importa si acabas de nacer de nuevo o si has sido creyente por muchos años, todos necesitamos conocer a Dios y recordarnos continuamente sobre su carácter:

“Desde antes de comer del fruto dependían de Dios para la provisión de aire, comida, agua, tierra y luz. [Adán y Eva] tenían necesidades, tanto físicas como espirituales, antes de que el pecado entrara en escena. Dios los creó con necesidades para que acudieran a la Fuente de todo lo necesario, admitieran su necesidad y le adoraran. En cambio, buscaron la autonomía. Al igual que ellos, nosotras vemos la necesidad humana” (p. 58).

Tú y yo fuimos creados para necesitar a Dios; lo necesitamos sin importar quiénes somos y dónde estamos. Wilkin nos enseña que olvidar esta verdad se refleja en nuestra falta de oración, falta de convicción de pecado, y falta de memorización de las Escrituras. ¿Cómo está tu vida devocional? Ese es un reflejo de lo que realmente piensas acerca de Dios.

Nadie como Él es una penetrante exposición de los atributos y el carácter de Dios, pero —por supuesto— no es suficiente en sí mismo para tu sustento espiritual. La autora no pretende que lo sea; de hecho, el deseo de Jen es que nos sumerjamos en la Biblia por nosotras mismas (p.56). Podrás leer muchísimos libros buenos, con diferentes temas que te ayuden a crecer, pero realmente no hay ninguno como Su Libro, porque no hay nadie como Él. Que nuestras vidas lo reflejen.

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