Mi vida no siempre ha seguido el camino que había planeado. Pensé que estaría casada al momento de graduarme de la universidad. Estaba totalmente segura de que tendría al menos dos hijos para mi reunión de 10 años después de la secundaria. No lo hice. Si bien me casé unos años después de la universidad, la búsqueda de tener hijos parecía más difícil de lo que esperaba. En lugar de enseñar a un niño a decir “mamá” y “papá”, estaba enseñando una clase de matrimonio y familia para los estudiantes de secundaria.
A menudo me sentía como si estuviera en el limbo. Yo quería estar en casa, cuidando de mi esposo e hijos, pero en vez de esto me iba de mi casa todos los días para ir a enseñar a un montón de ansiosos estudiantes de secundaria. Me sentía menos mujer. Lo que yo quería desesperadamente era cargar y nutrir vida, sin embargo, todo lo que veía todos los meses era otra prueba de embarazo negativa.
¿Qué hace a una mujer ser mujer? ¿Es su destreza en la cocina o la devoción a su marido? ¿Es su habilidad para manejar una variedad de proyectos, sin tener una crisis, o el hecho de que ella ha dado a luz a una multitud de niños? O, ¿es algo diferente, algo más?
Tendemos a definir la feminidad por las tareas, no las cualidades inherentes. Tal vez tú eres siempre una dama de honor pero nunca una novia. O tal vez has organizado una buena cantidad de baby showers solo para recordar todos los meses que ninguno de esos baby shower será tuyo. Si eres soltera o no puedes tener hijos, a menudo se siente como si estuvieras en un patrón de espera esperando que la vida comience.
Pero la Biblia nos presenta un camino muy diferente para la feminidad.
La marca de la feminidad
Considera a Sara. Ella era estéril, y aun cuando ella finalmente fue capaz de concebir, era ya vieja y tenía solo un hijo (Génesis 21:1-7). Pasó la mayor parte de su años sin hijos. Sin embargo, cuando se habla de ella en el Nuevo Testamento, aprendemos por qué se considera una mujer de Dios (1 Pedro 3: 5-6). Pedro no la alabó porque dio a luz, sino porque ella esperaba en Dios.
Considera a Eva. Dios creó a Eva a su imagen mucho antes de que ella diera a luz. Su carácter distintivo como mujer tenía sus raíces en el hecho de que ella fue creada a la imagen de Dios, no en que ella pudiera dar a luz un hijo (Génesis 1:27).
La marca definitiva de la feminidad es la esperanza en Dios, no dar a luz o amar a un marido, aunque estos son hermosos privilegios que glorifican a Dios. Simplemente no están en la raíz de nuestra identidad. Cada vez que seas tentada a cuestionar tu valor, siempre vuelve a la Biblia. No hagas caso a la voz interna que seguro te desviará.
Hay un tremendo estímulo para las mujeres que aspiran a ser esposas y madres. Dios nos declara como mujeres, creadas a su imagen, valiosas en su economía, y recipientes de un gran y singular propósito, para mostrar su gloria en la temporada específica en la que estemos.
Si somos infértiles o involuntariamente solteras, no es la temporada que volveríamos a elegir, pero es la nuestra, y es un regalo de Dios. En ella podemos florecer o marchitarnos. Podemos esperar en Dios o desperdiciar su provisión. Él nos ha dado todo lo que necesitamos para dar buenos frutos en esta temporada (2 Pedro 1:3-4). No tenemos que esperar hasta que nos casemos o tengamos un dulce bebé en nuestros brazos. Por la obra de Cristo, tenemos todo lo que necesitamos para hoy. Nuestros vecinos necesitan la gracia, los huérfanos y los niños abandonados necesitan atención, las mujeres necesitan mentoras, los esposos necesitan aliento, y tu iglesia necesita un fiel miembro.
Tuve que aprender en aquellos años de infertilidad que Dios estaba reuniendo mis deseos para nutrir y dar vida al darme clases llenas de estudiantes impresionables. Tal como me enseñaron sobre el diseño de Dios para el matrimonio y la familia, yo estaba invirtiendo en la vida de la próxima generación. Yo no estaba simplemente esperando que mi vida comenzara. Estaba sucediendo justo en frente de mí. Si tan solo hubiera tenido ojos para ver.
No estamos en espera, queridas hermanas. Pudiera sentirse así algunos días, pero Dios nos ha puesto exactamente donde Él nos quiere en nuestra estación en particular. Como mujeres que esperan en Dios, podemos dar buenos frutos para su gloria, incluso cuando nuestro corazón se está rompiendo o nuestros sueños se vean frustrados de nuevo. En ese lugar está hermosamente expuesta nuestra feminidad.