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Para muchas madres, el “autocuidado” es un eslogan constante. Y dependiendo de dónde caigas en el espectro evangélico, te encanta la frase o la odias.

Puedes ser una madre cansada, agotada por tus pequeños, y puedes encontrar un artículo que habla sobre cómo debes satisfacer primero tus propias necesidades para cuidar a tus hijos. “El cuidado personal es el primer paso para una maternidad sostenible”, dice un autor. Te suena lógico. Estás cansada. Estás abrumada. Ves todas las necesidades a tu alrededor, pero te sientes agotada, sin nada que dar.

Luego, mientras te desplazas por Instagram más tarde esa noche, te encuentras con otra idea: el cuidado del alma. “No necesitas cuidarte a ti misma; necesitas cuidado del alma. Necesitas la Biblia y necesitas oración. Jesús es suficiente para todas tus necesidades”, dice esta otra persona. Esto también tiene sentido, piensas. Sabes que estás físicamente agotada, pero tus reservas espirituales también se están agotando.

¿Debes elegir entre el cuidado del alma y el cuidado personal? Una mirada más cercana a las Escrituras revela que a veces se necesitan ambas cosas. Para los cristianos, estas dos prácticas van de la mano para el florecimiento personal.

Vida encarnada

Como seres humanos, somos cuerpo y alma. Para prosperar, ambos necesitan ser alimentados y cuidados. Cuando divorciamos el cuidado personal del cuidado del alma, nos equivocamos de dos maneras. En un extremo está el estoicismo sin compasión. Por el otro, el egoísmo sin sacrificio.

El cuidado del alma sin cuidado personal trata el cuerpo, o incluso la personalidad, como un caparazón que alberga la parte más importante de nosotros mismos. Echa de menos la realidad de la fragilidad de este mundo y las formas reales en que afecta nuestros cuerpos. Sin embargo, poner demasiado énfasis en el autocuidado hará que nuestra felicidad final la pongamos en satisfacer nuestras necesidades físicas. Sabemos por las Escrituras que el sacrificio físico es parte de la vida cristiana (Lc. 9:23). El cuidado personal, como el cuidado del alma, deben cumplir un propósito mayor que no solo culmine en que nuestras necesidades sean satisfechas.

Comprender esta vida encarnada nos ayuda a unir los dos, por el bien de servir a los que están bajo nuestro cuidado. Eres un alma en un cuerpo, así que no puedes descuidar tu cuerpo, como tampoco puedes descuidar tu alma. Debes cuidar tu cuerpo para que puedas sobrevivir y prosperar. Necesitas comida. Necesitas agua. Necesitas ejercicio. Necesitas dormir. Cuando Pablo escribe: “Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida” (Ef. 5:29), asume que el cuidado personal es una parte básica y válida de la existencia humana.

Eres un ser finito y limitado, lo que significa que tu cuerpo físico está limitado por limitaciones reales. Descuidarlos es una tontería y es un peligro para ti, incluso su peligro espiritual.

Cuidarnos en noches de insomnio

He luchado con el insomnio severo desde que nació mi tercer hijo. He probado todos los remedios que puedas imaginar, desde medicamentos para la ansiedad hasta aceites. Afortunadamente, ahora tengo un régimen que funciona para mí. Tengo que relajarme al final del día. Necesito cosas sin sentido por la noche, como la televisión. Necesito acostarme temprano. Llevo gafas de aspecto ridículo que ayudan a eliminar la luz azul cuando veo televisión. Limito mi horario de noche para no interrumpir mis hábitos de sueño. Tomo un té especial a la hora de dormir. Leo ficción antes de dormir (nada demasiado complejo o estaré despierta durante horas).

¿Es esto estrictamente “autocuidado”? En la superficie lo parece. Estoy haciendo cosas que solo parecen beneficiarme. Pero de la misma manera que soy un alma en un cuerpo, también soy un humano que vive en relación con los demás. Si no duermo lo suficiente, no puedo levantarme lo suficientemente temprano como para pasar tiempo leyendo mi Biblia. Si no duermo lo suficiente, no puedo cuidar a mis hijos durante el día. Si no duermo lo suficiente, estoy de mal humor con mi esposo. Si no duermo lo suficiente, no puedo hacer el trabajo que se me exige (como escribir este artículo). Si pretendiera que mis necesidades son estrictamente espirituales, no estaría sirviendo a nadie.

Si pretendiera que mis necesidades son estrictamente espirituales, no estaría sirviendo a nadie.

Mi batalla con el sueño es física y tiene implicaciones espirituales. Ninguna cantidad de lectura de mi Biblia y oración me ayudará a dormir. Por supuesto, sé que solo Dios concede el sueño (Sal. 127: 2); de hecho, esta ha sido la verdad que me ha hecho depender aun más de Él en mi insomnio. Pero eso no significa que no tengo la responsabilidad de trabajar en hábitos de sueño saludables. Mi cuidado personal es el cuidado de mi alma.

Hombres que necesitaron el cuidado del alma (y cuidado personal)

Hay un precedente bíblico para este tipo cuidado, lo cual es importante, ya que esta conversación está muy cargada de tensión entre mujeres. Elías fue un profeta del Señor en el antiguo Israel. Tenía un trabajo duro. Habló las palabras de Dios a personas que se negaron a escuchar e incluso amenazaron su vida.

Quizá sorprendentemente, él también practicó el cuidado personal.

Nos encontramos con Elías en 1 Reyes 19, después de una gran batalla por Dios en 1 Reyes 18. Acaba de derrotar a los profetas de Baal, demostrando a todo Israel que solo Dios es Dios. Pero este poderoso acto no fue bien recibido por Jezabel, la reina malvada. Entonces Elías corre. Y en 1 Reyes 19 lo encontramos en una cueva. Después de todo lo que acaba de ver hacer a Dios, esperaríamos que tuviera energía para superar el próximo obstáculo. En cambio, está cansado y desanimado, y le pide a Dios que le quite la vida.

Pero en lugar de reprenderlo, que es lo que esperaríamos, Dios le concede dormir (v. 5). Entonces Dios lo alimenta, y él duerme un poco más (v. 6). Luego come de nuevo, porque el ángel del Señor le dice que el viaje es demasiado largo para él (v. 7). Y como si esto no fuera lo suficientemente sorprendente, el versículo 8 nos dice que ya fortalecido, caminó durante 40 días. Antes de que Dios le dé a Elías su próxima tarea, o incluso aparezca para hablar con él, Él provee para el cuerpo de Elías.

Elías está en una circunstancia extraordinaria. La tarea a la que Dios lo ha llamado lo ha agotado. Pero en lugar de reprenderlo por su fragilidad, Dios se encuentra con él y fortalece su cuerpo. Hay lugar y tiempo para la restauración espiritual, pero Elías primero necesitaba restauración física. Incluso podría argumentarse que el cuidado personal, correctamente entendido, es lo que alimenta su alma.

Incluso el gran profeta del Señor era un ser humano, una persona de carne y hueso, que necesitaba satisfacer sus necesidades físicas para poder satisfacer las necesidades espirituales de los demás. ¿Cuánto más tú y yo? Cuando olvidamos que somos almas en un cuerpo fácilmente devastado por la vida en un mundo caído, perdemos el alimento que necesitamos para las tareas que tenemos por delante.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.
Imagen: Lightstock.
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