¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Otro video. Click. Uno más. Click. Velocidad de reproducción al doble, para no perder tanto tiempo. Click. Miro el reloj; pasaron dos horas. “¡No puede ser!”, pienso. Click.

Escapar es tan sencillo como dar otro click… pero mover el cursor hacia el botón que cierra el navegador parece casi imposible. “¡El siguiente video se ve tan interesante! Seguro no me tomará más de cinco minutos verlo”.

Todos hemos estado ahí. Nos ahogamos en un remolino de contenido entretenido, interesante, educativo, provocativo o todo lo anterior al mismo tiempo. YouTube, Instagram, Twitter, Facebook, TikTok… otro click, otro swipe… una y otra y otra vez.

Es una mezcla extraña de sentimientos. Quieres escapar, pero al mismo tiempo lo último que deseas es detenerte. No, no estás loco. Sentirte así es completamente lógico. Las redes sociales han sido diseñadas para atraparte en el mundo digital, mientras que tú has sido diseñado para vivir en el mundo real.

¿Herramientas para el pecado?

Desde el principio de la historia, los seres humanos hemos sido demasiado hábiles para corromper los instrumentos que deberían ser utilizados para glorificar a Dios y bendecir al prójimo. Después de todo, las herramientas que Noé utilizó para construir el arca seguramente no eran muy distintas a las herramientas que se utilizaron durante la construcción de la Torre de Babel.

La tecnología de nuestro tiempo no se escapa de la corrupción humana. Un mismo dispositivo puede usarse para hacer una llamada de ánimo y para enviar un mensaje de texto lleno de amargura. Las mismas redes sociales que nos hacen llegar un artículo saturado de la Palabra de Dios pueden capturarnos en un agujero negro de chisme y ocio. 

La desesperación podría hacernos querer tirar todo por la borda. Y aunque dejar por completo las redes sociales podría ser la mejor opción para algunos, la mayoría de nosotros hacemos bien en seguir aprovechando estas herramientas. Pero tenemos que ser realistas: no es sabio utilizar las redes sociales como si no estuvieran afectando nuestras vidas o como si no estuvieran estorbando nuestra misión aquí en la tierra.

Entonces, ¿cómo nos guardamos del peligro? ¿Cómo podemos pasar menos tiempo en las redes sociales?

Cuanto más tiempo pasamos lejos de las redes sociales más nos damos cuenta de lo poco que nos perdemos cuando estamos lejos de las redes sociales

La respuesta es sencilla pero no es fácil: Para pasar menos tiempo en redes sociales necesitas pasar menos tiempo en redes sociales.

Espera, espera. No dejes de leerme todavía. Esto es lo que quiero decir: cuanto más tiempo pasamos lejos de las redes sociales, más nos damos cuenta de lo poco que nos perdemos cuando estamos lejos de las redes sociales. Eso nos libera para dedicar más tiempo a lo que más importa, en lugar de desperdiciar nuestros minutos en un agujero negro de entretenimiento.

El mundo digital, por mucha información y diversión que nos ofrece, no es nada comparado con el mundo real. Sí, la vida en esta Tierra quebrantada por el pecado no es nada fácil, pero es la vida para la que hemos sido creados. Una vida en la que hacemos florecer la creación. Una vida en la que amamos al prójimo en lo cotidiano, mientras predicamos el evangelio de Jesús. Una vida en la que buscamos estar presentes para llorar con el que llora y gozarnos con el que se goza, algo que va mucho más allá de dar un “me gusta” o dejar un comentario con unas manitas orando 🙏🏽.

La mayoría de nosotros reconocemos esto de manera intuitiva. El problema es conseguir pasar el tiempo suficiente alejados de las redes sociales para darnos cuenta de lo poco que nos ofrecen y lo mucho que tenemos por hacer en la vida real. 

Si deseas tomarte esto en serio y dejar de invertir tanto tiempo en las redes sociales, estas son algunas cosas que puedes hacer:

1) Arranca lo que te es ocasión de caer.

“Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno” (Mateo 5:30).

A veces actuamos como si no hubiera nada que pudiéramos hacer para moderar nuestro uso de las redes sociales. Como si fuera inevitable tener que pasar horas y horas metidos en ellas. Esta es una de las primeras mentiras que debemos dejar de creer. No somos impotentes. De hecho, es nuestra responsabilidad como creyentes arrancar de raíz lo que nos es tropiezo.

Quizá para algunos esto suena algo ridículo. ¿De verdad necesito desinstalar Instagram o cerrar mi cuenta de Facebook? Esto definitivamente es algo que va en contra de lo que hace la mayoría de la gente. Pero si sigues pensando que los límites se van a poner solos, te estás engañando a ti mismo. 

2) Llénate de lo bueno.

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten” (Filipenses 4:8).

No es extraño escuchar que alguien hace un “detox” de redes sociales durante una semana y, tan pronto como vuelve a instalar Instagram en su teléfono, vuelve a utilizar la aplicación como siempre lo ha hecho. Meses después, la persona siente que necesita otro “detox” para sentirse libre del estrés de las redes. La historia se repite una y otra vez.

No te limites a arrancar lo malo. Llénate de lo bueno

¿Te suena familiar? Una de las razones por las que esto sucede es que no hemos llenado nuestra vida de cosas buenas, cosas que desplacen el uso inadecuado de las redes sociales. Nos hemos conformado con eliminar el vicio sin llenarnos de virtud.

Una vez que arranques de raíz el uso excesivo de redes sociales, debes decidir con qué llenarás el tiempo que tendrás disponible (¡y te darás cuenta de que tienes mucho tiempo más del que te imaginabas!). ¿Extenderás tu tiempo de estudio bíblico? ¿Harás ejercicio regularmente? ¿Tendrás una reunión de discipulado semanal con algunos amigos? ¿Crearás música o alguna otra obra de arte?

No te limites a arrancar lo malo. Llénate de lo bueno. Pide sabiduría y pregúntale a Dios cuál es la mejor manera de invertir el tiempo que dejarás de usar en redes sociales. No te quedes tirado en la cama imaginándote todo lo que te estás perdiendo en Instagram. Si simplemente eliminas tu aplicación favorita y “te aguantas” hasta que sea tiempo de volver a instalarla, no tardarás en volver a caer en las redes de las redes. No te conformes con entretenimiento superficial, llena tu vida de cosas profundas y valiosas.

3) Pide a Dios que examine tu corazón.

“Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis inquietudes” (Salmo 139: 23).

Cada acción que realizamos —incluyendo pasar horas y horas en el ocio de las redes sociales— tiene una razón de ser espiritual. Nuestro problema no es solo que Internet sea adictivo (¡lo es!); también hay algo en nuestro interior que nos hace susceptibles a pasar la vida pegados a pantallas de nuestro teléfono, en lugar de esforzándonos por hacer lo que sabemos que debemos hacer.

¿Por qué será que pasas tanto tiempo en las redes sociales? ¿Qué deseo estás buscando satisfacer? Pídele a Dios que examine tu corazón y que abra tus ojos a la realidad de tu pecado. Quizá estás:

– Envidiando en lugar de agradeciendo: Muchos de nosotros utilizamos las redes sociales para “echarle limón a la herida”. Estamos insatisfechos con nuestras vidas; nos pasamos viendo lo que “podría ser” en lugar de agradecer al Señor por lo que sí tenemos.

– Matando el tiempo en lugar de aprovechando el tiempo: Otros estamos inconscientes de que tenemos un propósito en la vida. Como no ha bajado un ángel a decirnos qué tenemos que hacer, simplemente sobrevivimos. Vamos por la vida sin rumbo, arrastrados de un lado a otro por las corrientes del entretenimiento y la pasividad.

– Evitando en lugar de obedeciendo: Quizá sí sabes lo que deberías estar haciendo, pero te da miedo. Utilizas las redes sociales como un medio de escape para terminar diciendo “no tengo tiempo”.

Sea lo que sea que Dios te muestre, deja de esconderte detrás de una pantalla y corre hacia la luz de la verdad que te hace libre.

4) Diseña una rutina saludable para el uso de redes sociales.

“Pero nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad” (1 Timoteo 4:7).

Si los “detox” de redes sociales no funcionan, ¿entonces qué hacemos? Construir rutinas saludables para el uso de las mismas. Imagínalo así: ¿Considerarías que estás nutriéndote bien si pasas una semana comiendo lechuga y el resto del año te alimentas de pura comida chatarra? Por supuesto que no. Lo ideal es desarrollar hábitos alimenticios sostenibles a largo plazo que podamos disfrutar y que nos nutran.

La meta al crear estas rutinas saludables es nunca tener que preguntarte si es hora de utilizar las redes o no. Diseña un plan (este plan será diferente para cada uno de nosotros) que te permita utilizar las redes con moderación. Pon las barreras que sean necesarias para cumplir con tu plan. No dependas de tu motivación ni de tus buenas intenciones.

Por ejemplo, yo utilizo Instagram para conectar con mis lectores. Mi rutina es utilizarlo tres veces a la semana (martes, jueves y sábado), solo después de haber cumplido con mis responsabilidades más importantes del día. Mi barrera es eliminar de mi teléfono esta aplicación siempre que no sea tiempo de utilizarla.

5) Rinde cuentas.

“Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor pago por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero” (Eclesiastés 4:9-10).

Ninguno de nosotros fue creado para caminar solo. Busca a un amigo maduro en la fe con el que puedas compartir tus luchas con las redes sociales. No, no pienses que es algo ridículo o tonto; que no te de vergüenza pedir ayuda, ¡estás buscando honrar a tu Señor!

Escribe en un diario tu progreso y tus luchas, para después compartirlas con quien te está acompañando. Cuando falles (¡y vas a fallar!) no lo ocultes ni te derrumbes. Arrepiéntete de lo que tengas que arrepentirte, abraza el perdón que la cruz nos ofrece, pon los ojos en la meta que es Cristo y sigue caminando.

No estás aquí para perder el tiempo

Tú y yo tenemos trabajo que hacer. Si te has dado cuenta de que las redes sociales te han impedido ser obediente y diligente en los lugares que Dios te ha puesto, tienes que hacer algo al respecto.

La buena noticia es que, si nos falta sabiduría para usar bien las redes sociales, Dios promete dárnosla (Stg 1:5). Pídela con fe y actúa en obediencia, confiando en que Dios puede glorificarse con tus esfuerzos, por más torpes que estos sean.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando