Esta es la primera parte de una serie que comentará sobre las elecciones de Trevin Wax de los Teólogos Más Importantes del Cristianismo. Exploraremos cada uno de ellos para mostrar por qué son estos personajes tan influyentes.
Atanasio es el teólogo que la gente siempre ha amado, aunque en los últimos años se ha puesto de moda detestarlo. Parte del enojo es motivado teológicamente (él sentía que la herejía en los sacerdotes era motivo de excomunión), y parte motivado culturalmente (su estilo enojado de escribir nos hace llorar). A pesar de estas cuestiones, el tono de Atanasio no era peor que el de otros en sus días, así que centrarse en sus ideas teológicas daría una mejor impresión de él.
La vida de Atanasio
Atanasio nació en la ciudad de Alejandría alrededor del año 290 D.C. La ciudad era culturalmente esencial para el Imperio Romano, siendo un punto principal para la educación como también el lugar de aprovisionamiento para la mayor parte del Oriente. Es una de las pocas ciudades que tenían líderes intelectuales del paganismo, judaísmo helénico, y cristianismo, todos atraídos hacia sus escuelas filosóficas y a la legendaria Biblioteca de Alejandría.
Sabemos poco de su educación y familia, así que la evidencia concreta más temprana que tenemos es cuando entró al servicio del obispo de Alejandría (un hombre llamado convenientemente Alejandro). Atanasio aprendió su teología y habilidades pastorales como diácono al servicio de Alejandro y, eventualmente, como su secretario. Él opacó al obispo durante el surgimiento de la batalla contra el Arrianismo.
Mientras la controversia arriana crecía, Atanasio aún servía en un rol de apoyo hasta después del Concilio de Nicea. Luego seguiría a Alejandro en su obispado, y mucha de su fama creció en esos últimos años mientras defendía la ortodoxia contra los continuos esfuerzos en apoyo de algunas de las conclusiones de Arrio. Casi todas las obras de Atanasio vienen luego de Nicea, y fueron usadas para aclarar, defender, y animar a la ortodoxia del Credo Niceo.
La controversia arriana
El arrianismo no fue una filosofía que surgió de la nada. Vino de un contexto basado, por un lado, en respuesta a una herejía anterior y, por otro lado, en ideas teológicas que ya estaban siendo discutidas.
Una de las primeras herejías del segundo siglo es lo que hoy llamamos modalismo. La idea central del modalismo es resolver las tensiones en nuestras expresiones acerca de la Trinidad al reducir al Padre, Hijo, y Espíritu Santo en un solo ser. Esto significa que cuando la Biblia habla de cada una de las personas de la Trinidad, son solo máscaras o modos que Dios usa para revelarse a sí mismo. A veces, Dios se muestra como Padre, a veces como Hijo, a veces como Espíritu. Pero no hay una diferencia real entre estos modos puesto que todos son un Dios.
Aunque puede sonar lógico, existe un problema con esta idea: termina por violentar la lectura natural de la Biblia. Jesús clamar al Padre en la cruz, el Padre hablar del Hijo en su bautismo, o Jesús orar al Padre se vuelven ahora poco más que una farsa. Dios se está clamando a sí mismo, preguntándose por qué se ha abandonado a sí mismo. Jesús está orándose a sí mismo, no a su Padre.
Luego del rechazo al modalismo, muchos teólogos empezaron a trabajar en un lenguaje que ayudara a separar al Padre, Hijo, y Espíritu. No creían que había tres dioses, sin embargo querían proteger a la gente de caer en el Modalismo. Para ello, enfatizaron cómo el Padre no era el Hijo, el Hijo no era el Padre, etc.
Cuando Arrio empezó a enseñar en Alejandría, se puso en el mismo lugar que los “anti-modalistas”. Su lenguaje, sin embargo, terminó en el otro extremo: argumentó que solo el Padre era el Dios verdadero y que el Hijo fue la primera y más grande criatura hecha por el Padre. Esto tenía sentido para Arrio por la expresión Padre-Hijo: Un padre engendra a su hijo y nadie los considera un mismo ser. La manera de expresarse de Arrio remarcó que el Hijo no existió siempre y fue creado. En otras palabras, si preguntaras si el Hijo era realmente Dios, Arrio hubiera respondido que no. Fue una criatura, creada por Dios para lograr la salvación. El Hijo es más como nosotros que como Dios.
Al final, esta enseñanza de Arrio levantó una controversia, primero en Alejandría, luego difundiéndose en otras regiones al oriente del Imperio. Por último, la necesidad de un concilio para resolver el problema se volvió indispensable.
El Concilio de Nicea (325 d.C.)
El Concilio de Nicea no fue la primera vez que la iglesia se reunía en un concilio para decidir sobre un tema controversial. Esto había ocurrido en Hechos 15:1-35. Lo que hacía de Nicea único era el hecho de que fue convocado e impuesto por el Emperador Constantino, y pretendía reunir a los obispos de todos los lugares conocidos del mundo cristiano. Este no era un concilio regional, sino uno que buscaría una respuesta universal a un problema teológico.
El concilio se reunió y escuchó las razones de ambos, Arrio y Alejandro. El debate no estuvo al nivel que se esperaba. Parte de las deliberaciones del concilio fueron para entender lo que realmente eran las enseñanzas de Arrio, debido a que muchos no estaban al tanto de su teología. Al final, el concilio golpeó duro a la idea de que el Hijo era una criatura, declarando que el Hijo fue “engendrado, no hecho, uno solo con el Padre”.
Es común oír que Atanasio tuvo un rol principal en el concilio y aportó en la escritura del credo. La verdad, en realidad es lo opuesto: El rol de Atanasio en el concilio habría sido casi nulo. Aún era el secretario del obispo Alejandro y casi no se le habría permitido hablar, mucho menos dar forma al credo.
Sin embargo, Atanasio fue formado por los debates sobre Arrio y sus enseñanzas. Como la mayoría allí presentes, vio los problemas que vienen de describir al Hijo como una criatura: principalmente, no puede ser nuestro Señor y Salvador. Así que luego de terminado el concilio, y el arrianismo aun en boga al oriente, Atanasio dedicaría su vida a defender las enseñanzas ortodoxas de la Trinidad.
Atanasio el teólogo y obispo
Alejandro murió y Atanasio fue elegido para el obispado de Alejandría el 9 de mayo del 328 d.C. Su elección fue controversial de inmediato, principalmente porque estaba por debajo de la edad canónica para tomar este oficio. También fue el blanco de los oponentes del Credo Niceno, quienes trabajaron para eliminar las conclusiones de que el Padre y el Hijo eran el mismo ser. También estuvo en contra del hijo de Constantino, quien gobernaba la mitad oriental del Imperio. Atanasio fue retratado frecuentemente por sus enemigos como un pequeño obispo, amargado, y que sembraba división.
En cinco ocasiones, Atanasio fue desterrado de la ciudad de Alejandría. Sin embargo, se mantuvo firme en su compromiso a la divinidad del Hijo. Su obra más famosa hoy es “La encarnación del Verbo”, un libro que trata más sobre la divinidad del Hijo antes que se encarne que de la encarnación misma.
El legado de Atanasio, entonces, está basado casi enteramente en sus esfuerzos heróicos de defender la divinidad del Hijo (y por extensión, del Espíritu) contra aquellos cuyas reflexiones teológicas sentían que no tenía importancia. Para Atanasio, el tema no era simple razonamiento abstracto, sino la lectura directa de las Escrituras. Jesús es Dios mismo venido a nosotros, no una criatura mediadora. Por lo tanto, aunque creemos que Dios es uno, entendemos que es tres personas relacionadas entre sí. No adoramos a una criatura o a un hombre, sino a Dios mismo encarnado.