Desde la pandemia de COVID-19 me he sentido bombardeado con importantes peticiones de oración. Un día escucho noticias de familiares enfermos y con dificultades. Al día siguiente una amiga de la iglesia nos informa que tiene cáncer. Recibo un flujo constante de mensajes de WhatsApp que mencionan pruebas aplastantes contra los aliados de un ministerio internacional. Miro las noticias: hay guerra en un lugar, un terremoto en otro y percibo una oscuridad espiritual cada vez mayor en mi país. Todo esto ¡sin contar las peticiones de oración de mi propia familia extendida!, que rara vez parezco recordar delante del Señor.
Cuanto más recibo peticiones de oración urgentes, más me siento como un dique a punto de estallar. ¡Es abrumador! Me dan ganas de lanzar mis manos al aire y dejar de orar o solo quiero orar motivado por la culpa.
En circunstancias así, ¿cómo podemos perseverar como intercesores sin ser aplastados por el peso de los problemas del mundo? Aquí comparto seis sugerencias.
1) Sé realista.
Siempre habrá más para orar de lo que tienes tiempo y capacidad para manejar. Esto se aplica bien a las redes sociales, donde se recopilan preocupaciones de oración de todo el mundo. Dios no espera que ores por todas las peticiones del mundo, aunque sí espera que ores por algunas. Deja que tus limitaciones te lleven a la comprensión humilde de que no puedes hacerlo todo y a una mayor dependencia de Aquel que sí puede. Luego, decide usar el tiempo limitado que Dios te ha dado para orar lo más fielmente posible.
Dios conoce nuestras limitaciones, escucha nuestras oraciones y va más allá de nuestras debilidades para cumplir Sus propósitos redentores
2) Prioriza las peticiones de oración.
Hazte estas tres preguntas para medir la importancia de las peticiones de oración:
- ¿Debo orar por esto? La crisis familiar de un amigo cercano amerita tu oración, el perro enfermo de la tía de tu compañero de trabajo, tal vez no (lo siento, Coco). Cuanto más cerca estés de una situación, más probable es que Dios quiera que ores por ella.
- ¿Qué tan urgente e importante es esto para que yo ore? Hay peticiones por las que se debe orar de inmediato: ora tan pronto como las recibas y sigue adelante. Otras requieren más pensamiento, energía y compromiso a largo plazo.
- ¿Con qué frecuencia debo orar por esto? Para decidir si debes orar con regularidad por una petición, te ayudará tomar en cuenta qué tan cerca estás de la situación y qué tan importante es. Además, para definir la frecuencia, recomiendo pensar en ritmos de oración diarios, semanales y mensuales.
3) Organiza las peticiones.
Una vez que hayas clasificado las peticiones de oración, conéctalas a un sistema para organizarlas. Si no tienes un sistema de oración, crea uno. Puedes usar fichas, un diario de oración, una aplicación como PrayerMate (en inglés) o algo similar. Tal vez encuentres útil una hoja de trabajo para organizar tu vida de oración.
Si nuestras peticiones están organizadas y tenemos un plan para orar a través de ellas, vamos a interceder más fielmente a largo plazo
El objetivo es crear un sistema simple que te recuerde, con regularidad, una variedad de peticiones de oración. Cuando creas que has orado por una petición por suficiente tiempo, puedes actualizarla o eliminarla, pues no todos los motivos de oración son para el largo plazo.
4) Planea orar.
Es triste, pero una vida ajetreada puede matar nuestras buenas intenciones de orar. Por eso, es clave planificar nuestra vida de oración. Dedicar un tiempo para orar en la mañana podría ser suficiente para traer tus peticiones al trono de Dios. Tal vez las preocupaciones apremiantes te estimulen a programar pequeños momentos especiales de oración a lo largo del día. Si nuestras peticiones están organizadas y tenemos un plan para orar a través de ellas, vamos a interceder más fielmente a largo plazo.
5) Pide ayuda a otros.
Cuando estés inundado de peticiones apremiantes de oración, compártelas con otros o pídeles que oren contigo. Si eres un líder en la iglesia, reserva tiempo extra en los grupos pequeños y en las reuniones para orar por necesidades críticas. Llevar hojas impresas con motivos específicos de oración puede ayudar a tu grupo a enfocarse en la oración y en las peticiones. Si tienes un grupo grande, puedes dividirlo en grupos pequeños y repartirles motivos de oración, para que oren por cada uno con más profundidad.
6) Confía en Dios.
Incluso cuando las cargas de un mundo quebrantado sean abrumadoras, podemos descansar en que Dios no nos pide hacer más de lo que somos capaces. No somos los héroes ni los salvadores del mundo. Nosotros no mantenemos unido el universo; Dios lo hace (Col 1:17), y no hay nada más agotador que olvidar esta verdad. Dios conoce nuestras limitaciones, escucha nuestras oraciones y va más allá de nuestras debilidades para cumplir Sus propósitos redentores.
No construimos una vida de intercesión para aliviar una conciencia culpable, sino para expresar fe en el Dios al que oramos, para mostrar amor a aquellos por quienes oramos y para comunicar nuestro anhelo de ver Su gloria. Oremos: «“Venga Tu reino” sobre nuestro mundo quebrantado» (Mt 6:10).
En lugar de dejar que una montaña de peticiones de oración te abrume, deja que el poder incomparable de Dios para responder oraciones te apremie y te lleve a orar.
Así como una semilla puede convertirse en un bosque entero, una sola oración puede cambiar una vida, una nación o, incluso, el curso de la historia. La pregunta es: ¿trabajamos con diligencia sembrando semillas de oración para el reino, o entraremos al cielo sin orar?