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Mi dedo pasó por encima de la pantalla, desplazándose. Sabía que no debía estar allí, pero aun así sucumbí a la tentación. Seleccioné un video y aparecieron imágenes gráficas. Así empezó el ciclo: tentación, lucha, derrota, vergüenza, repetición.

Me gustaría decir que esta lucha llegó de repente, pero no fue así. Durante meses, mi mente coqueteó con la idea: imaginaba cómo sería y racionalizaba que si tanta gente lo hacía, no podía ser tan malo. Cuando veía programas en Netflix con escenas gráficas, mis ojos se detenían y mis manos tardaban en quitar la imagen. Este coqueteo llegó con un costo.

La culpa y la vergüenza me consumían por dentro: ¿Cómo he podido hacer esto? ¿Cómo me permití caer tan bajo? Las imágenes asaltaban mis recuerdos y la tentación consumía mi mente. La condenación me aisló y, en la lucha secreta, me volví más vulnerable a la tentación.

Desde el principio, el Espíritu Santo me convenció de pecado. Pero a pesar de que intentaba resistir la tentación, seguía cediendo a ella. No podía luchar contra esto por mi cuenta, así que tomé el teléfono y llamé a una amiga.

No estás sola

Aunque la vergüenza nos diga que como mujeres estamos solas en esta lucha contra la pornografía, las estadísticas muestran que los hombres no son los únicos que ven pornografía. Una investigación de Fight the New Drug (Combate la nueva droga) mostró que a finales del 2021, el 35 % de los consumidores de pornografía eran mujeres. Además, Covenant Eyes (Ojos de pacto) informó que el 15 % de las mujeres cristianas dicen que ven pornografía al menos una vez al mes, y las cifras aumentan con cada año que pasa.

La pornografía es una tentación real para las mujeres. Es probable que nosotras mismas luchemos contra esta tentación o que conozcamos a alguna mujer que lo haga. Entonces, ¿cómo podemos luchar contra la seducción de la pornografía?

1. Díselo a alguien

La pornografía prospera en secreto, pero su control se debilita cuando la tentación sale a la luz. Comparte tu lucha con una hermana en Cristo en la que confíes y pídele que te ayude a rendir cuentas a través de la oración y chequeos.

La pornografía prospera en secreto, pero su control se debilita cuando la tentación sale a la luz

Este primer paso es intimidante, pero es absolutamente necesario confesar nuestro pecado. No tenemos que caminar solas en nuestra lucha; el Señor diseñó Su iglesia como un medio a través del cual Él trae sanidad a nuestros corazones y mentes mientras participamos en la confesión mutua de los pecados (Stg 5:16).

Los chequeos se pueden hacer de muchas maneras, pero una que me ha resultado útil es elegir un emoji curioso (por ejemplo, una tortuga) y enviarlo por mensaje de texto durante los momentos en que estoy experimentando la tentación. Este sencillo método permite discretamente a tu compañera de rendición de cuentas saber que estás luchando en ese momento y le da la oportunidad de llamarte, orar por ti o animarte.

2. Ora y medita en la Palabra de Dios

En un momento de tentación en el que luches por resistirte a ver pornografía, busca la ayuda y la fuerza del Señor a través de la oración y la meditación de la Palabra de Dios.

En su primera carta a los Corintios, Pablo escribió: «No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres. Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que puedan resistirla» (1 Co 10:13). ¿Lo leíste? «Ninguna tentación» incluye tu lucha con la pornografía. En los momentos de tentación, acude al Señor en oración, confesando tu lucha y tu necesidad de su gracia suficiente.

Aparta activamente tu mente de la tentación meditando en la Palabra de Dios. La excitación sexual puede distorsionar tu capacidad para pensar con claridad. Pero meditar en la Palabra de Dios ayuda a cimentar tus pensamientos, emociones y sensaciones en la verdad mientras piensas en lo que es verdadero, digno, justo, puro, amable, honorable y digno de alabanza (Fil 4:8).

3. Prepárate para el cuándo, no para el si

Muchas de nosotras no queremos creer que nuestra lucha con la pornografía será continua, y pensamos que si volvemos a experimentar la tentación no sucumbiremos a ella. Pero esta perspectiva nos prepara para el fracaso. Necesitamos prepararnos para resistir la tentación cuando suceda, no si sucede.

Por ejemplo, identifica los momentos del día en los que más luchas contra la tentación. Planifica formas de concentrar tu mente en otras cosas (leer un libro, memorizar un versículo de la Biblia, llamar a una amiga, etc.).

También es sabio establecer límites para tu teléfono y otras tecnologías. Esto puede consistir en añadir restricciones de contenido explícito en tu teléfono e Internet y hacer que otra persona establezca una contraseña que tú no conozcas para que no puedas eliminar estas restricciones. Considera la posibilidad de dejar el teléfono, el portátil y otras tecnologías fuera de tu habitación.

Finalmente, recuerda que la gracia del Señor es suficiente en tu debilidad, y cuando fallas, la sangre de Cristo cubre tu mancha y tu vergüenza. Ven en arrepentimiento ante el trono de la gracia, donde Cristo está sentado a la diestra del Padre, intercediendo por ti. Él es nuestro Sumo Sacerdote y mediador (Ro 8:34; 2 Co 12:9).

Comparte la lucha

Cuando llamé a mi amiga y me preparé para compartir mi lucha con la pornografía, mi corazón latía con fuerza y temía oír decepción en su voz. Pero cuando confesé mi pecado y saqué a la luz esta lucha secreta, mi amiga respondió con amor. Me recordó la misericordia que hay en Cristo y cómo Él perdonó mis pecados en la cruz. Se comprometió a orar por mí y a estar pendiente de mí.

Aunque el camino está lejos de terminar, el Señor está renovando mi corazón y mi mente. Me está santificando así como Él es santo, y el Espíritu Santo sigue sosteniéndome en mi debilidad. ¡Alabado sea Dios porque «si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad» (1 Jn 1:9)!


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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