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Tic, tac, tic, tac… veo el reloj una y otra vez; las horas pasan con lentitud. Mi mente nublada lucha por mantenerse enfocada en el bebé que está en mis brazos, mientras los pensamientos me abruman y mis ojos se llenan de lágrimas que apenas puedo contener.

De repente, los llantos de mi hijo despiertan mis sentidos y recupero la atención por unos minutos para intentar satisfacer sus necesidades y acariciarlo con amor. Cuando sus ojitos se cierran para volver a dormir, mi cuerpo y mente se derrumban otra vez en el abismo de mis pensamientos. 

Los días son sombríos, sin motivación y llenos de una tristeza que parece perpetua. Pero no lo entiendo. Puedo ver la gracia y la misericordia de Dios en mi vida. Él me ha dado todo: a Su Hijo en la cruz, una familia a la cual amo y una vida plena. ¿Por qué me siento así? 

La depresión posparto es real

Por meses oculté mis emociones, las dificultades que enfrentaba día a día y cuánto esfuerzo requería para bañarme, comer y cuidar de mi bebé. Asumí que todas las mamás experimentan lo mismo, ya que tener un bebé no es nada fácil. Sin embargo, no consideré que estaba experimentando depresión posparto hasta que hablé con una amiga para pedirle que me tuviera en oración, y ella me habló al respecto y me alentó a consultar a mi proveedor médico. 

Aunque no me agradaba la idea de estar experimentando depresión posparto, necesitaba ayuda. El médico me vio con rapidez y, después de varias evaluaciones y preguntas, determinó que realmente estaba padeciendo depresión posparto y de una manera severa. 

Aquí estoy para decirte que, si estás experimentando depresión posparto, no estás sola y hay esperanza en Dios

La depresión posparto es real. De hecho, según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), una de cada diez mujeres en el país (en inglés) experimenta síntomas que parecen estar relacionados a este tipo de depresión reconocido médicamente.

Muchas mujeres sentimos vergüenza de buscar ayuda y creemos que somos las únicas atravesando esta experiencia dolorosa. Así que nos aislamos. Pero aquí estoy para decirte que, si esa es tu experiencia, no estás sola. En medio de las dificultades físicas y la depresión posparto, hay esperanza en Dios.

El Señor nos ha provisto de medios para pedir y recibir ayuda dentro de la iglesia local, así como a través de proveedores médicos, por lo que me gustaría compartirte tres verdades que me ayudaron durante esta temporada tan difícil.

1. La depresión posparto es consecuencia de la caída

Lo primero que tienes que aceptar es que Dios creó el embarazo y la maternidad de una manera perfecta, sin dolor ni angustia. Pero el pecado trastornó todas las experiencias humanas, y por eso damos a luz y criamos a los hijos con dolor (cp. Gn 3:16). Por lo tanto, las luchas relacionadas con la maternidad son consecuencias de la caída. Así, la infertilidad, la incomodidad del embarazo, el dolor del parto, el largo proceso de recuperación y la depresión posparto son resultado de tener cuerpos quebrantados, como resultado del pecado en el Edén.

En nuestra lucha contra la depresión posparto, necesitamos recordarnos unas a otras que el pecado con todas sus consecuencias fue vencido por Jesucristo

Sin embargo, aunque no seamos las culpables inmediatas de estas consecuencias, como mamás, es fácil culparnos y avergonzarnos por nuestra batalla contra el dolor físico y emocional de tener hijos, lo que nos lleva a escondernos y aislarnos. No nos gusta hablar sobre las dificultades en la maternidad y las experiencias físicas dolorosas, y mucho menos de nuestra lucha contra la depresión posparto, pero necesitamos recordarnos unas a otras que el pecado con todas sus consecuencias fue vencido en la cruz por Jesucristo. Por lo tanto, tenemos esperanza en Cristo, aun en medio de la depresión posparto, porque sabemos que Aquel que reina a la diestra del Padre intercede por nosotras en nuestras dificultades (Ro 8:34) y que, por medio de Cristo, esperamos la completa restauración de nuestros cuerpos quebrantados.

2. No fuimos hechas para caminar solas

Lo segundo que me gustaría decirte es que no eres la única con depresión posparto y que no fuiste hecha para caminar sola en esta situación. El Señor en Su sabiduría nos hizo parte de un cuerpo, Su iglesia, del cual somos partícipes por medio de nuestra iglesia local (1 Co 12:24b-27). Así que te animo a que compartas con tus hermanas de la iglesia cómo te estás sintiendo, sé honesta sobre tu estado físico y emocional. Al hacerlo, descubrirás que muchas han sufrido algo similar y pueden entender tu lucha. 

Otro de los beneficios de compartir tu situación con tus hermanas en Cristo es que ellas pueden caminar contigo en las batallas del día a día, así como pueden ayudarte a satisfacer tus necesidades regulares y las de tu familia. Por ejemplo, cuando compartí mi lucha con mis amigas cercanas, ¡la ayuda comenzó a llegar! Empezaron a compartir sus propias luchas contra la depresión posparto, me enviaban mensajes de aliento y me llamaban para hacerme sentir acompañada. Además, muchas proveyeron alimento para mi familia, me ayudaron a limpiar el hogar y, en algunos momentos, hasta cuidaron de mi bebé para que pudiera reponerme. ¡Su compañía y ayuda fueron bálsamos para mi alma necesitada! 

3. La medicina es un regalo de Dios

La última verdad que me gustaría compartir es que el medicamento para la depresión posparto es un regalo de nuestro Dios bueno y misericordioso (Stg 1:17). En Su sabiduría infinita, el Señor revela Su gracia común al dar conocimiento y capacidad de descubrir medicamentos que nos ayudan a enfrentar enfermedades.

Así como vamos al doctor y nos beneficiamos de su cuidado y experiencia, seguimos sus recomendaciones médicas y cumplimos el tratamiento que nos prescribe cuando tenemos diabetes, dolor crónico, presión alta o cáncer, así también podemos beneficiarnos del cuidado médico cuando padecemos depresión posparto.

En medio de la depresión posparto, nuestro Dios bueno, bondadoso y misericordioso cuida de ti

Te animo a consultar a tus proveedores médicos y buscar ser bíblicamente sabia —con el consejo de otros creyentes maduros en la fe y especialistas en el tema— en cuanto a recibir la ayuda de fármacos, solo si es algo que necesitas. En mi caso, la depresión posparto estaba afectando tanto mi funcionamiento diario, salud mental y física, ¡y el cuidado de mi bebé!, junto a mi esposo decidimos que me beneficiaría de la medicación. Le doy gracias a Dios por la sanidad que me trajo por medio del uso del medicamento.

Por último, hay mucho más que me gustaría decir sobre la depresión posparto y de diferentes estrategias para prevalecer en este sufrimiento, pero me gustaría dejarte con las siguientes palabras de aliento: Querida mamá, no estás sola en la lucha contra la depresión posparto. Somos muchas las que estamos en la misma batalla. Lo maravilloso en medio de todo esto es que nuestro Dios bueno, bondadoso y misericordioso cuida de ti, de tus hijos y de tu familia.

¡Ven a Él así como estás cansada, deprimida y agobiada, pues Él proveerá para tus necesidades! Oro que el Señor te sostenga en Su gracia y que puedas ver cuán fiel es Él también en esta temporada.

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