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Durante muchos años soñé con estudiar en un seminario. Al inicio pensé que me enfocaría en educación cristiana o algún área parecida, pero el tiempo transcurrió y no pude comenzar. Hoy, mientras escribo este artículo, llevo un año de haberme inscrito a una Maestría en Estudios Teológicos. ¡Algo muy diferente a lo que soñé al inicio!

Al llegar a la primera clase me sentí asustada e intimidada, pues usualmente los hombres son mayoría en las ramas de estudios teológicos. Por ejemplo, en mi clase de Teología Sistemática había dos o tres mujeres entre más de 45 hombres. De ellos, una buena parte eran pastores que ya estaban ejerciendo el ministerio, lo que me hacía pensar que tenían un grado de conocimiento y experiencia en esta materia. Por momentos me sentía en el lugar equivocado, y estudiando la materia equivocada. 

Pero había una frase de R. C. Sproul que resonaba en mis oídos: «Todos somos teólogos». Sea que lo reconozcamos o no, todos los cristianos hacemos teología. De hecho, creo que todas las personas de una u otra manera hacen teología, pues todos afirmamos tener una idea de quién es Dios. La pregunta más importante es si tenemos o no la teología correcta.

Todas las personas de una u otra manera hacen teología, pues todos afirmamos tener una idea de quién es Dios

Necesitamos buena teología

No pretendo convencerte de que vayas a estudiar teología en un ambiente académico formal, ni estoy promoviendo que te inscribas a un seminario. Aunque, si es algo que deseas y puedes hacer, ¡adelante! Sin embargo, mi objetivo es animarte a estudiar teología porque, lo creas o no, como mujer también lo necesitas.

Recuerdo un tiempo de mi vida en que formaba parte de un círculo en el cual la sola mención de la palabra teología se consideraba “legalismo”. ¡Una lamentable confusión! El legalismo es exaltar la ley por encima de la gracia; es creer que podemos ganarnos nuestro lugar en el reino de los cielos al guardar y cumplir ciertas reglas. Pero la teología no es una forma de legalismo. Al contrario, la teología es el estudio de Dios, es la doctrina de Dios.

Cuando hablamos de teología, estamos hablando de conocer mejor al Dios que adoramos

La teología incluye “el estudio de conocer a Dios, su revelación, la trinidad, los atributos y obras de Dios, la humanidad y el pecado, Jesús y su obra salvadora, el Espíritu Santo, la iglesia, el futuro y la vida cristiana”.1 De modo que, cuando hablamos de teología, estamos hablando de conocer mejor al Dios que adoramos.

La autora Jen Wilkin ha dicho que no podemos amar lo que no conocemos. Eso quiere decir que, si como creyentes decimos amar a Dios, pero en verdad no lo conocemos, entonces estamos amando a un dios que es producto de nuestra imaginación o de ideas, pero no al Dios de la Biblia. ¡Por eso necesitamos la teología! Necesitamos conocer bien a Dios. 

El resultado de la buena teología

La buena noticia es que Dios se ha revelado en su Palabra y podemos hacer teología bíblica para aprender y conocer más a Dios. El propósito de los estudios teológicos no es mero conocimiento intelectual, sino un conocimiento más profundo que nos impulsa a amar y adorar a Dios. El resultado directo de una buena teología es asombro y adoración.  

Esto es necesario para nosotras como mujeres, no por nada extraordinario o diferente, sino porque somos creyentes. Estudiar teología debería ser prioritario en la vida de todo creyente. Creo que un ejemplo me ayudará a ilustrar mejor lo que trato de decirte.

En el último año y medio nuestro mundo ha sido azotado por una pandemia sin precedentes, trayendo consigo un nivel de sufrimiento desconocido para esta generación. Ver morir a seres queridos, incluso jóvenes y saludables, ha sido uno de los golpes más fuertes, pero no el único. El aislamiento ha causado y exponenciado la depresión en un número incontable de personas. Otros han quedado sin empleo o perdieron todo su negocio, quedando desprovistos de los medios para sustentar a sus familias. Las iglesias cerradas por tanto tiempo han provocado desánimo y, en algunos casos, el enfriamiento espiritual. La lista podría continuar, pero esto nos da una idea. Es un tiempo de sufrimiento que no ha terminado y no sabemos cuándo acabará.

Cuando algo así golpea nuestras vidas, es fácil llegar a conclusiones equivocadas y sumirnos en la oscuridad del error,  a menos que tengamos un entendimiento claro de quién es Dios y cuál es su carácter. Cuando entendamos con mayor profundidad la soberanía de Dios, podremos entender que la pandemia no fue resultado de la causalidad, pues cada cosa que sucede en nuestro mundo forma parte de su plan. Tal como lo afirma la Biblia:

«Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas,
Y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado» (Job 42:2). 

«El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que Él da a todos vida y aliento y todas las cosas. De uno solo, Dios hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la superficie de la tierra, habiendo determinado sus tiempos y las fronteras de los lugares donde viven» (Hechos 17:24-26).

«Nuestro Dios está en los cielos;
Él hace lo que le place» (Salmo 115:3).

Al mismo tiempo, cuando enfrentamos tragedias y dificultades, como la pandemia, es importante comprender no solo la soberanía de Dios sino también su inmutabilidad. ¡Dios no cambia!

«Desde la antigüedad Tú fundaste la tierra,
Y los cielos son la obra de Tus manos.
Ellos perecerán, pero Tú permaneces.
Todos ellos como una vestidura se desgastarán,
Como vestido los cambiarás, y serán cambiados.
Pero Tú eres el mismo,
Y Tus años no tendrán fin» (Salmo 102:25-27). 

Esto nos ilustra cómo la teología nos ayuda. Si no sabemos que Dios es soberano, tal como afirma la Biblia, podemos entrar en pánico creyendo que el mundo está fuera de control y nosotros somos sus víctimas. Pero entender la soberanía de Dios traerá paz a nuestro corazón al recordarnos que no hemos sido «abandonados a nuestra suerte», sino que el Dios soberano, que controla y gobierna todo, sigue estando en su trono y tiene un propósito para cada situación.

Cuando no entendemos las implicaciones de la inmutabilidad de Dios, podemos llegar a vivir presas de la ansiedad constante, temiendo que tal vez Él no va a ser fiel a lo que prometió en Su Palabra. Pero cuando entendemos la inmutabilidad de Dios revelada en las Escrituras, y comprendemos que Él no solo es inmutable en su ser, sino también en sus propósitos, en sus planes y en sus promesas, entonces podemos confiar y descansar en Dios.

Sin una buena teología miraremos la vida tras un lente empañado que desvirtúa la realidad de Dios

Hermanas, estudiemos teología.

La teología es importante porque sin ella nuestro conocimiento de Dios está sujeto a ideas que pueden sonar bonitas y profundas, pero que no son verdaderas. Sin una buena teología miraremos la vida tras un lente empañado que desvirtúa la realidad de Dios. Sin una buena teología, terminaremos en los terrenos peligrosos del engaño. Necesitamos recordar la advertencia del apóstol Pablo a la iglesia de Colosas: «Miren que nadie los haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo» (Col 2:8).

Por lo tanto, te animo a abrazar la idea de estudiar teología. Vivimos en tiempos privilegiados con recursos al alcance de un clic, ¡e incluso muchos gratuitos! No hay excusas si en verdad queremos dar el paso. Sí, es trabajo y requiere tiempo, pero el fruto vale la pena. 

A estas alturas de mi vida no me imaginaba en un aula, pero ahí estoy. Puedo decir con convicción que, por la gracia de Dios, ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. Y si en la eternidad tengo la oportunidad de conversar con Sproul, ¡le daré las gracias por recordarme que todos somos teólogos y darme ánimo sin saberlo!


1 Christopher W. Morgan, Robert A. Peterson, “A Concise Dictionary of Theological Terms” (Nashville: B&H Academic, 2020), 163.
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