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Nota del editor: 

Este devocional está tomado del ebook Noticias de gran gozo: 25 reflexiones para celebrar el Adviento.

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«Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos sabios del oriente llegaron a Jerusalén, preguntando: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos Su estrella en el oriente y lo hemos venido a adorar”» (Mateo 2:1-2).

Un viaje largo, nada de comodidad, pero con deseos de encontrar al Rey. No tenemos mucha información sobre la identidad de estos sabios. En la época en que nació Jesús ese título de «sabios» o «magos» aplicaba a cualquiera que se dedicara a la astrología, la interpretación de sueños, el estudio de escritos sagrados o la magia.

Ya que muchos judíos del exilio vivían en oriente, es posible que estos sabios estuvieran familiarizados con profecías bíblicas como esta: «Una estrella saldrá de Jacob, y un cetro se levantará de Israel» (Nm 24:17). Todo parece indicar que el movimiento que los sabios vieron en los cielos fue tan extraordinario que motivó el viaje.

Sin embargo, el pueblo que esperaba al Mesías no tuvo el mismo entusiasmo. Lo negaron, lo ignoraron y, al final, lo mataron. No le dieron adoración. Perdieron la oportunidad de participar de esa forma en el acontecimiento más grande de la historia: el Dios encarnado vino a buscar lo que se había perdido (Lc 19:10). Su venida no era solo para ellos, sino para nosotros también, gentiles (es decir, no israelitas) como los sabios de oriente. 

Ellos decidieron emprender una larga travesía con un objetivo: adorar al Rey. Estos viajeros no buscaban al Rey para corroborar una teoría astrológica… ¡lo buscaban para rendirle adoración! Es muy probable que ellos no entendieran todo lo que Jesús significaba y cómo cambiaría al mundo; sin embargo, su actitud era un anuncio de lo que un día ocurrirá. El Rey que nació en Belén, sin pompa ni atavíos reales, será adorado por gente de toda lengua y nación (Ap 7:9-10).

Cuando cada año llega la Navidad, tal vez sin darnos cuenta, nos encontramos en la misma situación: podemos actuar no como los sabios, sino como los contemporáneos del tiempo de Jesús. Entre el ajetreo, los compromisos y celebraciones, lo perdemos de vista. A diferencia de los sabios, nos embarcamos en otras travesías que, en lugar de acercarnos a Belén, nos alejan. En lugar de corazón de adoradores para Dios, tenemos corazones distraídos que olvidan que la Navidad se trata de adorar al Rey que nació, murió, resucitó y regresará en toda Su gloria.

¿Cómo puedes procurar adorar más al Señor con tu vida e invitar a otras personas a hacer lo mismo? 

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