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Nota del editor: 

Este artículo es parte de la serie Cómo leer tu Biblia, en donde analizaremos los diversos géneros en la Biblia, cómo interpretarlos y aplicarlos a nuestra vida, y de qué manera nos apuntan a Jesucristo.

La profecía es quizás el género más fácil de interpretar mal. Algunas personas se animan mucho con la profecía al ver lo que ellos suponen que son promesas para su bienestar o prosperidad. Otros se desaniman al ver lo complejo que es la profecía y prefieren simplemente no leerla. Ambos de estos extremos no logran minar la riqueza de verdades que encontramos en los libros proféticos de la Biblia. 

Para entender qué es la profecía, comencemos hablando del profeta. En términos muy sencillos, un profeta era alguien que hablaba las palabras de Dios al pueblo de Dios. A menudo en la historia de Israel los profetas eran personas quienes fueron enviadas por Dios al pueblo de Israel para hablar de asuntos específicos, frecuentemente para confrontar patrones pecaminosos y advertirle al pueblo de las consecuencias de no confiar en Dios y de no obedecer Sus mandamientos, y de las bendiciones de confiar y obedecerlo.

Uno de los grandes errores que cometemos al leer profecía es que la interpretamos de manera individual. Pensamos que la profecía que leemos en el Antiguo Testamento es una promesa para nuestra vida individual. Quizá leemos las profecías de la prosperidad futura de Israel y la tomamos como una promesa para nuestra vida, o para nuestra familia o el grupo al cual pertenecemos. Este grave error nos lleva a ignorar la historia de redención de Dios y Sus propósitos al incluir estas profecías. 

A riesgo de ser demasiado simplista, no hay ni una sola profecía en el Antiguo Testamento que predice un resultado específico en las circunstancias de tu vida en particular. A lo largo de este capítulo hablaremos de los cumplimientos de la profecía, pero es importante establecer desde el inicio que la profecía no está llena de promesas de tu éxito laboral, familiar, ni espiritual. 

4 claves para entender la profecía

Para entender un poco más cómo interpretamos los libros proféticos, utilizaré un ejemplo a lo largo de este artículo. Hay un versículo famoso en Jeremías 29 que seguro conoces, precisamente porque se ha utilizado incorrectamente muchas veces. Jeremías 29:11 dice: “‘Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes’, declara el Señor, ‘planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza’”.

Este pasaje a menudo se utiliza para decir que tu vida saldrá bien, los problemas que hoy tienes se desvanecerán, y las cosas terminarán en prosperidad y éxito.

Pero ese no es el significado de Jeremías 29:11. Si no significa eso, entonces ¿cómo encontramos su verdadero significado? Hay cuatro preguntas claves que, en realidad, se pueden utilizar para cualquier género literario, pero son particularmente necesarias y puntuales para interpretar los libros proféticos. 

1. ¿Quién lo escribió y cuál era su audiencia?

Para entender lo que significa una profecía en los libros proféticos tenemos que entender que estas se dan dentro de lo que llamamos el contexto. El contexto son las circunstancias y el entorno en el cual se dio la profecía. Sin entender este contexto, no lograremos deducir el significado de la profecía. 

Para entender el contexto, se debe iniciar investigando el autor y su audiencia. Entendemos que la verdadera profecía tiene como autor final a Dios. Sin embargo, Él está comunicando Su profecía por medio de una persona en particular. ¿Qué sabemos de esta persona? ¿Dónde vivió? ¿En qué momento de la historia vivió? ¿Cuál es el mensaje principal de este profeta? 

No solo eso, tenemos que también saber a qué audiencia original fue dirigida la profecía. El Antiguo Testamento nos narra la ruptura que sucedió en el pueblo de Dios. El pueblo se dividió y se convirtió en dos reinos: el reino de Israel y el reino de Judá. El reino de Israel tenía muy malos reyes, mientras que el reino de Judá fue un poco más fiel a Dios y a Su pacto. Hubieron profetas que eran únicamente de Israel como Amós, Oseas y Jonás. Otros eran profetas únicamente de Judá, como Isaías, Jeremías y Daniel. 

Aún hubieron otros profetas quienes sirvieron a Dios después de que el pueblo se unió de nuevo bajo un solo reino, como Hageo, Zacarías y Malaquías. 

Si regresamos a nuestro ejemplo de Jeremías 29:11, reconocemos por la referencia que el autor es Jeremías. Como mencionamos, él le está profetizando al reino de Judá. 

2. ¿Cuál es el motivo por el cual se escribió?

No solo hay un autor específico y una audiencia específica, sino que también hay circunstancias específicas en las que se dan las profecías. A esto lo llamamos el contexto histórico.

Hay diferentes momentos históricos en los cuales los profetas del Antiguo Testamento hablaron de parte de Dios. Algunos escriben durante la época monárquica de Israel, cuando ellos reinaban y gobernaban sobre sí mismos, con un rey escogido por Dios. A menudo, las profecías de esta época le advertían al pueblo de Israel que regresara a Dios y a Su pacto o Dios los iba a juzgar. 

Después de que el pueblo de Israel no le hizo caso a esos profetas, Dios efectivamente envió juicio al reino de Israel y de Judá en la forma del reino de Babilonia. Por lo tanto, hay otros profetas quienes escriban durante la época de exilio, cuando el pueblo de Dios no estaba en la tierra prometida gobernándose a sí mismo, sino que estaba en cautiverio fuera de su tierra. 

Dios está contando una historia a lo largo de la Biblia, y esta historia encuentra su pináculo en Cristo.

Más adelante, en el plan de Dios, el pueblo de Israel regresa del cautiverio a la tierra prometida, y allí vemos a otra serie de profetas que hablan de parte de Dios a las circunstancias en las que se encuentran. Jeremías es uno de los profetas que habló durante el reino dividido al pueblo de Judá. Él profetizó en los años finales de la época monárquica de Judá y también en los primeros años del cautiverio de Judá. Jeremías 29 es un pasaje que fue escrito durante los años de cautiverio, y es en ese contexto histórico que vemos este pasaje. 

Noten algunos versículos antes:

  • v. 1: “Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los ancianos del destierro”.
  • v. 3: “Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, a todos los desterrados que envié al destierro de Jerusalén a Babilonia…”.
  • v. 10: “Pues así dice el Señor: ‘Cuando se le hayan cumplido a Babilonia setenta años, Yo los visitaré y cumpliré Mi buena palabra de hacerlos volver a este lugar’”.

Entonces el contexto histórico es que el pueblo que está leyendo este libro o escuchando estas profecías son personas quienes han sido exiliadas de la tierra que Dios les había prometido. Ellos han sido desterrados no por Babilonia meramente, sino por Dios quien utiliza a Babilonia. Noten cómo dice Dios en v. 3 que Él los envió al destierro. 

Además, Dios les está dando un tiempo específico que tendrían que esperar para que Dios cumpliera sus propósitos: 70 años. Después de esos 70 años ellos podrán volver a Jerusalén, su tierra prometida, que es el lugar desde donde Jeremías les está escribiendo. Es por eso que en los versículos anteriores Dios les dice básicamente que hagan casas en Babilonia. ¡Ellos estarán allí por 70 años!

3. ¿Qué significa para la audiencia original? 

Como ya te has dado cuenta con nuestro ejemplo, el contexto de un pasaje enriquece mucho lo que significa. Pero aún no podemos brincarnos a ¿qué significa entonces este pasaje para mí?, porque antes hay una pregunta muy importante: ¿qué significaba el pasaje para la audiencia original? 

Al llegar a Jeremías 29:11 empezamos a entender que Dios no les está prometiendo éxito individual en sus empresas, ni les está prometiendo prosperidad económica. Al contrario, lo que Dios les promete es bienestar. ¿Cómo crees que el pueblo de Dios hubiera entendido este bienestar? Según las promesas que Dios le da al pueblo de Israel, ellos estaban esperando desde Génesis 12 ser su propia nación, gobernados por líderes buenos en una tierra prometida. El bienestar que ellos tienen en mente no es individual, sino que es nacional. Steven Morales, en el libro Textos fuera de contexto lo explica así: “El plan de Dios de prosperarlos era traerlos de regreso a casa y ser restaurados como una nación. Era una promesa nacional, no individual”[1]

El bienestar que ellos estaban buscando era volver a casa, y en Jeremías 29:11 Dios les está prometiendo que, aunque parezca que las cosas se han salido de Su control, Él todavía tiene el control y cumplirá Su promesa: ellos serían librados de Babilonia y regresarían a Jerusalén. 

4. ¿Qué significa a la luz del evangelio? 

Aunque hayamos entendido el significado que Jeremías 29:11 tuvo para su audiencia original, no hemos terminado. Pablo nos recuerda en 2 Timoteo 3:16 que todo pasaje en las Escrituras es “útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia”. Esto significa que mientras que Jeremías 29:11 tenía un significado específico para su contexto y su situación, aún el pasaje es relevante para nosotros también. Para poder entender la totalidad del significado de Jeremías 29:11 es importante interpretar todo pasaje del Antiguo Testamento por medio del evangelio de Jesucristo. 

Esto no es simplemente un truco para hacer que el texto sea para nosotros, sino que nace de la presuposición de que toda la Escritura ha sido inspirada por Dios, y por lo tanto Él tiene un propósito en todo lo que revela. Dios está contando una historia a lo largo de la Biblia, y esta historia encuentra su pináculo, y su llave interpretativa, en la persona y obra de Cristo. La Biblia culmina en Cristo. Todo el Antiguo Testamento apunta a Él, y todo el Nuevo Testamento mira hacia atrás a Cristo. Intentar leer el Antiguo Testamento sin tomar en cuenta lo que enseña el Nuevo Testamento es como taparnos los ojos a propósito para no ver el resto de la historia. 

Entonces, ¿qué significa este pasaje a la luz del evangelio? 

El bienestar que Dios promete en este pasaje no vendrá por medio del éxito en el trabajo, ni por una cuenta bancaria más llena. Ese bienestar tampoco vendrá con buena salud o una familia feliz. El bienestar que Dios promete es shalom —paz—. El shalom es el estado perfecto e íntegro de todas las cosas. Eso solo sucede por medio de Jesús. Noten lo que dice Colosenses 1:19-20:

“Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos”.

Lo mejor que tú puedes obtener de los planes de Dios no es una promoción en el trabajo, sino ser incluido en el pueblo de Dios. 

Para el que está en Cristo, Dios ha obrado para su bienestar. Es decir, nuestra paz es por medio de Cristo. El plan que ha tenido para el bienestar de Su pueblo ha tenido un cumplimiento más grande que el simplemente volver a la tierra prometida: Dios nos ha unido con Cristo, y en Él tenemos bienestar completo, shalom. 

Entonces, sí, Dios sabe los planes que tiene. Pero esos son los planes de Dios, no los que tú quieres. Él ya ha ejecutado Sus planes, y los ha cumplido en la persona y obra de Cristo. Lo mejor que tú puedes obtener de los planes de Dios no es una promoción en el trabajo, o algo parecido, sino que es ser incluido en el pueblo de Dios por medio de la obra de Cristo. 

Conclusión

Puede parecer laborioso interpretar la profecía, pero con esas cuatro preguntas nos protegemos de un sinfín de males en nuestra lectura de la Biblia. Estas preguntas nos ayudan a entender exactamente a qué se refiere el profeta y de qué maneras podemos aplicar la profecía a nuestra propia vida. La profecía se ha escrito para que nos gocemos en un Dios que tiene todo bajo control, pasado, presente y futuro.


1. Jairo Namnún y Steven Morales, Textos fuera de contexto, B&H Publishing, Nashville 2016. Loc. 326, versión Kindle.

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