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¿Hay algún lugar especial para los judíos en los sucesos futuros?

Una respuesta bastante popular a esta pregunta afirma que, por el pecado de Israel y por la enseñanza del evangelio, los judíos no tienen un lugar especial en el futuro. En cambio, son como cualquier otro pueblo en el mundo. Después de todo, algunos añaden, Jesús dijo que «Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras» (Lc 3:8).

Sin embargo, el problema con este argumento es que no armoniza correctamente el mensaje de ambos testamentos en la Biblia. Una teología correcta debe permitirnos armonizar toda la Escritura, sin forzarnos, por ejemplo, a tener que alegorizar el Antiguo Testamento (AT) para decir que Dios ya no tiene nada que ver con Israel.

Jesús resumió el AT y lo llamó «la Torá (Ley) y los Profetas». Veamos cómo ellos armonizan con el Nuevo Testamento (NT) para responder a la pregunta de este artículo.

El testimonio de la Torá

Abraham es la primera persona en la Biblia a la que Dios llama para iniciar Su plan de rescate para la humanidad (Gn 12:1-9). En el pacto abrahámico, Dios le dice: 

Te fructificaré mucho, en gran manera, y te daré gentilicio, y de ti saldrán reyes. Estableceré mi pacto entre tú y Yo, y entre la descendencia tuya después de ti por sus generaciones, un pacto eterno, de ser Dios para ti y para tu descendencia después de ti. Y daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en donde has peregrinado, toda la tierra de Canaán para posesión eterna; y seré para ellos Dios… Este es mi pacto que guardarán, entre ustedes y Yo, y entre tu descendencia después de ti, circuncídese entre ustedes todo varón (Gn 17:6-8, 10; traducción personal).

Esta es la confirmación del pacto que Dios le había dado a Abram anteriormente (Gn 12:1-3). Sin embargo, la fórmula importante que muchos traducen como «en ti serán benditas todas las familias de la tierra» (Gn 12:3) no aparece en nuestro texto, en Génesis 17. No obstante, la frase enfática «mucho, en gran manera» aparece cinco veces en Génesis. Dos de esas veces son aplicadas a Abraham, pero solo una vez es explicada para mostrar a qué se refiere tal énfasis.

En Génesis 17:6 se hace una diferencia entre un «gentilicio» que sería dado a Abraham y unos «reyes» que saldrían de él. Estos «reyes», a su vez y según este texto, representan pueblos. Esto significa que en la descendencia de Abraham convergirían dos grupos que no se excluyen el uno al otro.

Jesús se refiere a esto cuando corrige a un grupo de fariseos que querían excusarse diciendo que habían salido de Abraham. El Señor afirmó: «les digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras» (Lc 3:8). En otras palabras, Dios puede dar gentiles a Abraham como hijos (y así lo hizo), pero eso no excluye a los descendientes físicos de Abraham porque ambos grupos convergirían en él como indica Génesis 17:7.

El pacto que sería establecido con los descendientes físicos de Abraham (judíos) sería un pacto eterno. La palabra traducida aquí como «eterno» es עוֹלָם (olam), que se pudiera traducir también como «para siempre». Este pacto incluye dos elementos importantes: (1) la tierra de Israel (Canaán) y (2) la circuncisión de todo varón.

Muchos piensan que el NT anula estos dos elementos del pacto, pero yo argumentaría lo opuesto. Como el erudito Gerald McDermott explica: 

Muchos apelan a la bienaventuranza de Jesús en Mateo 5:5: «Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán el mundo»… Jesús estaba citando Salmos 37:11, donde el significado claro es «Bendecidos son los humildes, porque ellos heredarán la tierra [de Israel]». Esa última frase es usada cinco veces en este salmo, y todas las veces se refiere a la tierra de Israel, y no a todo el mundo. Jesús probablemente se estaba refiriendo a Israel como el centro del nuevo cielo y nueva tierra que Él describe más adelante en Mateo como «la regeneración» [en Mateo 19:28] (Israel Matters, 72).

Por otra parte, el NT afirma la circuncisión entre los judíos. Por ejemplo, Pablo circuncida a Timoteo (Hch 16:3) y los judíos fieles discípulos de Jesús continuaron circuncidando a sus hijos (Hch 21:21-24). Ahora bien, el punto de esta circuncisión no era para alcanzar salvación, sino más bien por razón de mantener la identidad de lo que decía el pacto eterno.

En resumen, según la Torá, estos tres elementos son inseparables: el pueblo judío, la circuncisión y la tierra de Israel. Por lo tanto, debemos esperar que estos elementos permanezcan en el plan de Dios para siempre, pues de lo contrario tendríamos que afirmar que Dios falló a Su Palabra.

El testimonio de los Profetas

La literatura profética, de forma unánime, coloca a Israel en un lugar preponderante en el futuro. Aquellos que objetan a este hecho lo hacen bajo la premisa de que los profetas hablaban de Israel de forma espiritual o simplemente alegan que todo lo concerniente a Israel ya fue cumplido en Jesús. Sin embargo, hay múltiples textos en los Profetas que indican todo lo contrario. Por ejemplo, Jeremías afirma:

Así dice el Señor que da el sol para que ilumine el día, y que establece la luna y las estrellas para que iluminen la noche; que hace agitar el mar y sus olas rugir: Si este orden ya establecido es removido de delante mío… También Israel cesará de ser nación en mi presencia para siempre. O si el universo llegara a ser medido arriba o explorada a totalidad las profundidades de la tierra debajo, también yo rechazaría a toda la descendencia de Israel; a pesar de todo lo que han hecho (31:35-37, traducción personal).

Este texto es imposible de alegorizar o espiritualizar como para afirmar que no se refiere a la nación de Israel, ya que el profeta contrasta su profecía con la realidad física de la creación. Al mismo tiempo, se nos dice que es imposible que Dios rechace a Israel como Su pueblo «para siempre». El Señor dice que esto sería «a pesar de todo lo que han hecho», es decir, a pesar de sus pecados. Nuevamente, debemos concluir que Dios preservará al pueblo judío para siempre.

El testimonio del Nuevo Testamento

A lo largo del NT, el testimonio de la Torá y los Profetas sobre Israel se reafirma una y otra vez (Mt 19:28; Ro 11:29; 1 Co 15:24; Ap 7:1-8; 12:13-16; 14:1-5; 16:12-21; 20:1-6; 21:1-27). Además, cuando el NT se refiere a Israel, sin excepción, se refiere a los descendientes físicos de Abraham. De hecho, después de la resurrección de Jesús, leemos que:

Los que estaban reunidos le preguntaban diciendo: «Señor, ¿sí que restaurarás en este tiempo el reino a Israel?». Jesús les contestó: «No es de ustedes el saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha designado en Su propia autoridad» (Hch 1:6-7, traducción personal).

Fue Calvino quien comentó sobre estos versos diciendo que contienen tantos errores como palabras. Producto de este comentario, muchos se han acercado a este pasaje con prejuicios, argumentando que los discípulos eran tontos al preguntar tal caso y que sus mentes solo estaban puestas en lo terrenal y no en lo celestial. 

Pero analicemos los versos a través de lo que el texto enseña. La palabra traducida como «restaurarás» es ἀποκαθιστάνεις (apokathistanis), que implica «restablecer» el reino a Israel, donde el Señor reinará como Mesías y Sus discípulos gobernaran a las doce tribus de Israel y al mundo (cp. Zac 14:16-21; Mt 19:28).

La respuesta de Jesús no niega ni contradice en lo más mínimo la pregunta de los discípulos. Él dice: «No es de ustedes el saber los tiempos ni las épocas»; es decir, está fuera de su conocimiento humano el tiempo para estas cosas. Esto no implica que no ocurrirá lo que ellos preguntan, sino que no sabrán cuándo ocurriría (como la segunda venida de Jesús, por ejemplo). La razón es que el Padre lo «ha designado en Su propia autoridad». En otras palabras, Dios ya designó un tiempo (que solo Él sabe cuándo será) para hacer tal restauración, de manera que Él aún tiene en agenda hacer tal obra al final de los tiempos.

Conclusión

El evangelio no enseña que el gentil debe convertirse en judío para ser salvo, pero tampoco enseña que el judío debe convertirse en gentil. El evangelio del reino, más bien, enseña que Dios iría a las naciones a traer a Su pueblo de regreso a la tierra y de regreso a Él (Ez 28:25-26; Mt 5:5; 10:6; 15:24). En el ínterin, y conforme a Su plan eterno, Dios atraería hacia Él a Sus ovejas de entre los gentiles (Zac 2:10-11; Jn 10:16; Hch 1:8).

Por lo tanto, de acuerdo al testimonio de las Escrituras, el plan de salvación de la humanidad incluye a los judíos de principio a fin.

Ver el evangelio de esta manera nos muestra el amor multifacético de Dios. Él diseñó un plan de salvación donde un amor especial por Israel no denigra a los gentiles y donde la demostración de Su amor perfecto por los gentiles no reemplaza a Israel. Es por esto que el apóstol Pablo, al definir el evangelio en Romanos 11:28-33, se maravilla por tal despliegue de sabiduría por parte de nuestro Dios. Él concluye diciendo: 

[Ellos] en cuanto a la elección son amados por causa de los padres… Asimismo, ellos han sido desobedientes en este tiempo para que, por la misericordia concedida a ustedes, también a ellos les sea ahora concedida misericordia. Porque Dios encerró a todos bajo desobediencia para tener misericordia de todos. ¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos! (Ro 11:28, 31-33).

Creo que esto debería alentarte al menos en dos sentidos: (1) en llevarte a gozarte en el amor perfecto con el cual Dios te ha amado a ti como gentil y (2) en motivarte a compartir con tus vecinos y amigos judíos las buenas nuevas de que su Mesías vino para salvar y restaurar a Israel. Nuestro Dios siempre cumple Sus promesas.

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