¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Hace poco, mi maestro de la escuela dominical hizo una afirmación que me dejó boquiabierto: «Una de las implicaciones de que Cristo sea el Alfa y la Omega es que mira cada momento de tu vida de manera igualmente perfecta y vívida. Hace seis días, hace seis meses, hace seis años: lo mira todo tan vívidamente como mira este mismo momento».

Somos cambiantes. Tendemos a dejar que nuestro orgullo se dispare después de un momento de fe fuerte. Luego dudamos de nuestra salvación tras un momento de insensatez. Dios no es movido por momentos en el tiempo como lo somos nosotros. Solo Él nos mira completamente: lo bueno y lo malo, nuestro pasado y nuestro futuro, cada éxito y cada fracaso, con la misma perfección y vividez, y aun así nos ama totalmente. ¡Qué consuelo!

Pedro debió de sentirse igualmente consolado cuando exhortó a las iglesias perseguidas a recordar que Dios no está limitado por el tiempo como nosotros: «Pero, amados, no ignoren esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día» (2 P 3: 8).

¿Por qué es «esto» lo que no debemos olvidar? ¿Qué esperanza puede darnos en los altibajos de la vida? Piensa en cómo la capacidad única de Dios de ver el pasado, el presente y el futuro de manera igualmente perfecta y vívida puede fortalecer nuestras almas.

Pasado

¿Recuerdas lo que oraste hace unos años? Le suplicabas a Dios entre lágrimas, confiando en que Él proveería aunque no veías cómo. Luego pasaron días, semanas, meses, incluso años. No viste Su respuesta. Tal vez todavía no veas Su respuesta. No olvides esto: Esta oración sigue estando ante Dios con la misma intensidad y claridad que si estuvieras orando ahora. No hay una sola oración desperdiciada. Ni un acto de fe olvidado. Ni una lágrima se evapora en el sinsentido (Sal 56:8). Aunque olvides tus oraciones, Dios las recuerda todas y responderá en Su momento (Jn 15:7).

Dios nos mira completamente: lo bueno y lo malo, nuestro pasado y nuestro futuro, con la misma perfección y claridad, y aun así nos ama totalmente. ¡Qué consuelo!

El conocimiento perfectamente vívido de Dios se extiende también a nuestra obediencia: Aquella tarde de hace tres meses en la que diste un paso en la fe aunque temblabas. Aquella vez en el bachillerato cuando te sentaste con los marginados. Ese momento hace veinte años cuando respondiste a una crítica injusta con amor. Dios no ha olvidado. Él ve cada momento y está tan complacido por tu fe como si acabara de suceder. Las obras que preparó para ti seguirán glorificándole para siempre.

¿Qué implicaciones tiene el conocimiento perfectamente vívido que Dios tiene de nuestras adversidades pasadas? En particular, Dios no dice: «Eso ocurrió hace quince años; ya está superado». Ni pensarlo. Dios está tan compungido hoy por las dificultades e injusticias del pasado como lo estaba cuando sucedieron. Asimismo, se compromete a hacer justicia por las injusticias cometidas y a traer sanidad eterna a los que han sido heridos (Sal 9:7-10).

El compromiso de Dios con nosotros es más claro en el momento más significativo del pasado: la cruz. Cada vez que pecas, Dios ve el sacrificio de Cristo de manera perfecta y vívida. Su memoria nunca falla; no pasa ni un milisegundo sin que la obra y los beneficios de Cristo se apliquen plenamente a ti. Cada promesa que Dios ha hecho sigue fresca en Su mente como si te la hubiera hecho ahora mismo. Los compromisos humanos a menudo se debilitan con el paso del tiempo; los de Dios no (2 Ti 2:13).

Presente

Uno de los principales énfasis en la cultura de la autoayuda es vivir el presente. Innumerables libros, seminarios y clases de meditación se dedican a ayudar a la gente a conseguir este fin. ¿Por qué? Porque a todos nos cuesta vivir el momento. Nuestra mente inevitablemente divaga hacia el pasado o el futuro.

A Dios gracias, Él no es así. Dios existe fuera del tiempo, por lo que no se preocupa por lo que ocurrirá mañana. No se distrae con lo que sucedió en el pasado. Dios está completamente presente, perfectamente atento y apasionadamente comprometido con tus oraciones y acciones, tan comprometido como lo estaría si no hubiera otros seres humanos en el planeta.

Esto hace que Jesús sea el único capaz de ayudarte con cada nueva lucha que surja. Él es un Salvador siempre actual. Él no ofrece consejos anticuados o sugiere una estrategia que funcionó en una temporada diferente o para una persona diferente. A diferencia de cualquier otro consejero, Jesús siempre entiende perfectamente tus emociones, circunstancias y punto de santificación. Solo Él puede darte exactamente lo que necesitas, sin importar las circunstancias.

Futuro

«Vívido» es la última palabra que la mayoría de las personas utilizaría para describir su visión del futuro. Aunque nuestro pasado sea borroso, estamos completamente ciegos ante lo que nos espera. El futuro de nuestras familias, iglesias, trabajos, hogares, aspiraciones, naciones y el mundo es imposible de conocer. No es de extrañar que el miedo al futuro sea una de las fobias más frecuentes y paralizantes.

Tus oraciones del pasado siguen estando ante Dios con la misma intensidad y claridad que si estuvieras orando ahora. No hay una sola oración desperdiciada

Sin embargo, hay Alguien que mira el futuro tan vívidamente como nosotros vemos el momento presente. A diferencia de los demás, Dios no está sujeto a conjeturas sobre los días, las semanas y los años venideros. De hecho, Dios no solo mira el futuro, lo ordena (Pr 19:21; Is 46:9-11). En Su amor y bondad, ordena todas las cosas para nuestro eterno bien y seguridad (Ro 8:28-30; Ef 1:3-14; 2:7).

Podemos descansar hoy no porque conozcamos el mañana, sino porque conocemos el carácter amoroso y las promesas fieles de Dios. Como se cita de Corrie ten Boom: «Nunca tengas miedo de confiar un futuro desconocido a un Dios conocido».

Creyente: tu pasado, presente y futuro están a salvo en los brazos de Jesús. Él no espera a ver cómo te desenvuelves para concederte Su amor. Ha prometido no abandonarte nunca (He 13:5) y te llevará de la mano en todo lo que te espera (Sal 73:23; Is 41:10, 13). Así que descansa en tu Señor soberano, que gobierna todo el universo, incluso sobre el tiempo mismo.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando