¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Quería titular este artículo «Pastor, por favor ayúdame; mi esposo me está amando demasiado» (Stuart Scott, El esposo ejemplar, p. 101), por una ilustración que me ha ayudado para entender cuál es mi función como esposo y cómo debo amar a mi esposa. El autor de la frase dice que nunca la ha escuchado decir en consejería, para dejar clara la importancia de amar a la esposa.

Decía un señor dominicano: «Los años pasan, pesan y pisan». Aunque algunos podrían pensar que esto es cierto en el matrimonio, aplicar principios bíblicos a nuestras relaciones conyugales hace una gran diferencia. 

Esposo, quiero compartirte tres consejos bíblicos para amar a tu esposa, que aprendí a lo largo de casi treinta años de matrimonio.

1) Pide ayuda a tu esposa

Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea (Gn 2:18). 

Si eres cristiano, de seguro has escuchado alguna prédica o enseñanza sobre la esposa como ayuda idónea. Pero ¿cómo luce esto en la vida práctica? ¿Cómo se ve en el día a día para un hombre ocupado en su trabajo? Se aprecia, por ejemplo, cuando los esposos piden ayuda a sus esposas.

El hombre que no pide ayuda a su esposa para caminar en sabiduría se está perdiendo de una gran bendición

Esposo, ¿cuándo fue la última vez que le pediste ayuda a tu esposa para algo importante en tu vida? Si hace mucho que no lo haces, o quizás nunca lo has hecho, es tiempo de comenzar. Considera esto: Si Dios te ha dado una esposa, que diseñó como tu ayuda idónea, eso sin duda es lo mejor. Porque ¿quién conoce lo que nosotros necesitamos sino Dios? Entonces, ¡apela al diseño de Dios para tu esposa y pídele ayuda!

Reconozco que a los hombres nos cuesta pedir ayuda. Como cabeza de la esposa pensamos que nos las sabemos todas, pero no es así. El hombre que no pide ayuda a su esposa para caminar en sabiduría se está perdiendo de una gran bendición. Por otra parte, piensa por un momento: ¿Cómo se siente tu esposa cuando apelas a su diseño y le pides ayuda? Mi conclusión, basada en lo que han respondido muchas esposas en enseñanzas sobre el tema, es que las esposas se sienten muy bien.

2) Ama a tu esposa imitando a Cristo

Debemos ser intencionales en amar a nuestras esposas como Dios demanda que lo hagamos: de manera sacrificial. Permíteme compartirte un ejemplo. Yo podría desayunar helado, almorzar helado, cenar helado y merendar helado antes de dormir. Sin embargo, «no solo de helado vive el hombre». Entiendo que mi consumo de helado no puede ser como quisiera, pues debo consumir otros alimentos importantes para el buen funcionamiento de mi organismo. Tengo que ser intencional y poner límites a mis impulsos y preferencias. De la misma manera, debes ser intencional en detener tu egoísmo, para así amar y servir a tu esposa.

¿De qué manera estás amando a tu esposa? Pablo nos dice cómo debe ser: «Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a Él mismo por ella» (Ef 5:25). Ya habrás leído la conocida descripción del amor que Pablo escribió por inspiración divina, pero nos ayuda recordarla para saber cómo amar a nuestras esposas: 

El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (1 Co 13:4-7).

Entonces, ¿qué hacemos para amar a nuestras esposas o amarlas más? En primer lugar, oramos para que Dios nos dé una gran medida de amor por ella. En segundo lugar, nos arrepentimos de no haber sido tan amorosos como debíamos. Y, en tercer lugar, somos intencionales en demostrar nuestro amor por ella, especialmente fuera del entorno de la intimidad, aunque también allí es importante.

Debemos ser intencionales en amar a nuestras esposas como Dios demanda que lo hagamos: de manera sacrificial

Celebra los pequeños pasos que avances en la dirección bíblica de amar a tu esposa, como Cristo amó a Su iglesia. No te canses de seguir procurando su bienestar espiritual, emocional, físico y demás. No permitas que nada te aparte de amarla de una forma que honre al Señor y a Su Palabra. Recuerda, ella es la persona que el Señor te ha concedido para pasar tus días en la tierra. 

Mientras intentamos amar de esta manera a nuestra esposa, gozamos de estar imitando a Cristo. Es decir, mostramos un amor sacrificial que tiene un efecto santificador en su vida. Además, disfrutamos la satisfacción que trae saber que estamos haciendo lo que a Dios le agrada, ¡y lo que agrada a nuestra amada esposa también! 

3) Da honor a tu esposa

Ustedes, maridos, igualmente, convivan de manera comprensiva con sus mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que sus oraciones no sean estorbadas (1 P 3:7).

Un esposo piadoso sabe cómo hacer que su esposa se sienta honrada. Ella debe someterse a él según el diseño de Dios (Ef 5:22), pero él debe preocuparse de que ella no se sienta como una empleada o bajo un tirano. En el pasaje recién citado, la palabra en griego antiguo para «mujer» es una palabra rara, que significa más literalmente «la femenina». Su uso en el pasaje sugiere que la naturaleza femenina de la mujer debe impulsar al esposo a honrarla. Esta era una enseñanza radical en el mundo en el que vivía el apóstol Pedro.

El esposo creyente debe ocuparse en amar a su esposa, porque ahora sabe que esto agrada al Señor

En la cultura romana, el esposo tenía derechos absolutos sobre su esposa, y la esposa prácticamente no tenía derechos en el matrimonio. Todos los deberes y las obligaciones del matrimonio recaían sobre la mujer. En ese contexto, la enseñanza del apóstol Pedro es radical y por encima de lo que la cultura proponía: el esposo tiene deberes y obligaciones ordenados por Dios para con su esposa.

Para terminar, permíteme dejarte con este pensamiento: nuestra obediencia en amar a nuestras esposas complace a Dios. Recuerda las palabras del apóstol Pablo: «Así que, amados míos, tal como siempre han obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor» (Fil 2:12). El esposo creyente debe ocuparse en amar a su esposa, porque ahora sabe que esto agrada al Señor. Ya que fuimos salvados por Dios, respondemos en obediencia a todo lo que el Señor ha dicho: así se ve que en verdad nos salvó y que somos parte de Su familia. 

Entonces, muestra tu obediencia a Dios en la manera en que tratas a tu esposa. Ella debe recibir el mejor trato que le puedas ofrecer. Dios la ha hecho tu ayuda idónea. 

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando