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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro Por fin libre: Luchando por pureza con el poder de la gracia (Poiema Publicaciones, 2020), por Heath Lambert. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

¿Qué significa en la práctica luchar por tener una relación con Jesús? Él nos da una pista cuando le dice a la multitud hambrienta: “El que come Mi carne y bebe Mi sangre permanece en Mí y Yo en él” (Jn 6:56). Jesús nos llama a permanecer en Él. Esta idea de permanecer refleja lo que dijo en Juan 15:7-8: “Si permanecen en Mí y Mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá”. Para Jesús, permanecer en Él se evidencia de dos formas. 

Primero, permanecemos en Jesús cuando hacemos que Sus palabras permanezcan en nosotros. Ya que el único lugar en donde podemos encontrar Sus palabras es en la Biblia, podemos concluir que permanecemos en Cristo cuando procuramos escucharlo por medio de las Escrituras. Toda relación significativa que tengamos involucra escuchar lo que dice la otra persona. Si decimos que tenemos una relación cercana con una persona pero nunca la escuchamos, no somos tan cercanos como creemos. Lo mismo ocurre en nuestra relación con Jesús. Si decimos que lo amamos pero nunca lo escuchamos en las páginas de Su Palabra, necesitamos reconsiderar si Él es el amigo que creemos que es. 

Si quieres luchar por una relación con Jesús, debes esforzarte por escucharlo en la Biblia y hablarle por medio de la oración

Segundo, permanecemos en Jesús al pedirle las cosas que queremos. Cuando Él nos dice que le pidamos cosas, está hablando de la oración. Las relaciones implican tanto escuchar como hablar. Escuchamos a nuestros amigos y hablamos con ellos. Es lo mismo con Jesús. Si quieres luchar por una relación con Jesús, debes esforzarte por escucharlo en la Biblia y hablarle por medio de la oración. 

Jesús habla de permanecer en Él, morando con Él y manteniéndonos unidos a Él. Con frecuencia hablamos de la oración y la lectura de la Biblia como si fueran parte de una lista de cosas para hacer y un conjunto de disciplinas que lograr. Pero Jesús no lo hace así. Cuando nos llama a escucharle y hablarle, nos está invitando a ser parte de Su vida. Déjame darte tres sugerencias que me han ayudado a permanecer en Cristo. 

Primero, ora las palabras de la Escritura. Jesús nos dice que si Sus palabras permanecen en nosotros, le podemos pedir lo que queramos. Esto es una invitación a orar las palabras de la Biblia cuando la leamos. Este método nos trae al menos dos beneficios. Por una parte, nos guarda de tratar la Biblia de una forma superficial y nos anima a considerar en oración las palabras de la Escritura. Nuestro corazón absorberá más fácilmente las palabras de la Biblia cuando convirtamos esas palabras en oraciones dirigidas a Cristo. Por otra parte, esto nos asegura que estamos haciendo oraciones que le agradan a Cristo. Puede que no sepas si Dios quiere que tomes un trabajo en particular o que te cases con cierta persona, pero puedes saber por Juan 15 que Él quiere que permanezcas en Cristo. Cuando haces esa oración, estás pidiendo algo que a Dios le encanta conceder.

Cuando [Jesús] nos llama a escucharle y hablarle, nos está invitando a ser parte de Su vida

Segundo, ora en voz alta. No sé tú, pero yo me distraigo muy fácilmente. Al orar puedo comenzar a soñar despierto en un santiamén. Una de las cosas que más me ha funcionado para mantenerme concentrado al orar es hacerlo en voz alta. Cuando le hablo a otra persona, lo hago en voz alta. ¿Por qué no debería hablarle a Dios de la misma forma? Si le oras a Dios como le hablarías a otro ser humano —en voz alta— probablemente te darás cuenta de que es posible pasar más tiempo concentrado en la oración. 

Tercero, cántale a Dios. En muchas ocasiones no siento deseos de orar. Tengo más historias de las que quisiera compartir sobre la frialdad de mi corazón al tratar de cultivar mi relación con Cristo. Algo que he descubierto y que generalmente aviva mi corazón apático es cantarle a Dios. No puedes permanecer indiferente cuando cantas con convicción: 

¡Sublime gracia del Señor, que a un pecador salvó!
Fui ciego mas hoy veo yo, perdido y Él me halló. 

Tu corazón será cautivado rápidamente al recordar y cantar con pasión: 

Oh cuanto me gozo en Su salvación, Fue pleno Su amor y perdón.
Clavó mi pecar en la cruz, lo olvidó ¡Gloria a Dios! ¡Gloria al Hijo de Dios! 

El estado de tu alma cambiará por completo si cantas con alegría y fe: 

¡Pues con Su muerte ya pagó por mi maldad y libre soy!
Pues Dios, el Justo, aceptó Su sacrificio hecho por mí. 

Hay lugares en los que no podemos cantar muy fuerte. En esos casos, susurro la letra de las canciones y he visto que trae el mismo beneficio. Dios ha diseñado la música para levantar nuestras almas. Si te sientes distante de Cristo, cántale. 

No busques a Jesús solamente por lo que puede darte —aunque estés pidiendo cosas buenas. Búscale para conocerle

Independientemente de cómo vayas a cultivar tu relación con Cristo, lo importante es que le des prioridad a esto. No debes buscarlo solamente por lo que puede darte —aunque estés pidiendo cosas buenas. Jesús no es tu perrito faldero; es tu Salvador soberano. Búscale para conocerle. Cuando el beneficio que quieres recibir de Jesús es el beneficio de conocerle, puedes confiar en que siempre te dará cosas buenas —ya sea en tu lucha contra la pornografía o en cualquier otra circunstancia. 

En última instancia, no puedes llegar a Jesús sin el poder que Él mismo te da. Cuando te llama a tener una relación con Él, sabe que te está llamando a hacer algo que no puedes lograr por tu propia cuenta. Es por esto que te da Su gracia perdonadora y transformadora. Si tu corazón está lejos de Cristo, pídele perdón. Pídele que te dé Su poder para cambiar. Pídele que te llene de un deseo consumidor de conocerle y amarle más que a nada y a nadie. El Cristo que te llama a cultivar una relación con Él se complace al ver tu dependencia y te concederá lo que le pidas con fe.


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