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¿Qué queremos decir cuando afirmamos la inerrancia de la Biblia? La importancia de esa pregunta no ha disminuido en lo más mínimo. Es tan crucial hoy como lo fue hace 100 años. Entonces, veamos diez cosas que nos ayudarán a entender lo que queremos decir (y lo que no queremos decir) cuando hablamos de una Biblia inerrante.

En primer lugar, sin embargo, sería útil señalar que entre los evangélicos, dos puntos de vista de la inerrancia bíblica han dominado el paisaje. Algunos abrazan lo que se ha llamado “inerrancia limitada”. Uno de los defensores más hábiles de este punto de vista es Daniel Fuller. De acuerdo con Fuller y aquellos que siguen su ejemplo, la “inerrancia” de un libro o pieza de literatura puede evaluarse únicamente a la luz de la intención o el propósito del autor. ¿Cumple el autor con su propósito por escrito? Si es así, la obra es inerrante. Si no, no lo es. El propósito de la Biblia, dicen, es hacernos “sabios para la salvación” (2 Ti. 3:15). El propósito de la Biblia no es hacernos sabios en botánica o geología o astronomía o historia. Por el contrario, según Fuller, los escritores bíblicos declaran que su propósito es informar los acontecimientos y el significado de los actos redentores de Dios en la historia para que los hombres puedan ser sabios para la salvación. Según este criterio, dice Fuller, la Biblia es inerrante. Está perfectamente cumpliendo su propósito. Nunca deja de cumplir su propósito o intención de hacer que el lector sea sabio para la salvación.

Dado que la inerrancia solo debe esperarse en el caso de aquellas afirmaciones bíblicas que enseñan o implican correctamente el conocimiento que hace al hombre sabio para la salvación, las Escrituras pueden y se equivocan en otros asuntos. Es decir que hay pasajes en la Biblia que están relacionados incidentalmente o que no están relacionados con su propósito principal. Estos incidentes o textos son llamados por Fuller: “asuntos de no-revelación”; es decir, declaraciones bíblicas sobre temas tales como la geología, meteorología, cosmología, botánica, astronomía, geografía, historia, etc. Dado que el objetivo principal o la intención del autor de las Escrituras no es enseñar verdades sobre asuntos tales como esos, estas verdades pueden equivocarse mientras que la Escritura permanece inerrante. La Biblia es inerrante en aquellos asuntos que intenta enseñar, en aquellos asuntos que son esenciales para hacernos sabios para la salvación. Esos, y solamente esos, son de revelación.

Contrario a la perspectiva anterior, la Biblia no hace distinción entre textos o temas inspirados y no inspirados, ni impone restricción alguna sobre los tipos de temas sobre los que habla con verdad (ver Hch. 24:14; Lc. 24:25; Ro. 1 Co. 10:11). Por lo tanto, abrazo y quiero argumentar a favor de lo que llamaré la doctrina de la “completa inerrancia”. Algunos prefieren que usemos la palabra “infalibilidad”, que proviene del latín infallibilitas, que significa “la calidad de no engañar ni ser engañado”. “Inerrancia” proviene del latín inerrantia, y simplemente significa “libre de error”. Esto significa que las Escrituras no afirman nada contrario a los hechos. Juntas, las dos palabras expresan la idea de que toda la Escritura viene a nosotros como las misma palabra de Dios y, por lo tanto, es confiable, verdadera, y libre de error.

Toda la Escritura viene a nosotros como las misma palabra de Dios y, por lo tanto, es confiable, verdadera, y libre de error.

¿Cómo, entonces, deberíamos definir la inerrancia? Considera estas definiciones de inerrancia, cada una de las cuales hace una excelente contribución a nuestra comprensión de lo que está en juego:

“La inerrancia significa entonces que en ningún momento, en lo que se escribió originalmente, se permitió a los escritores bíblicos hacer declaraciones o respaldar puntos de vista que no están en conformidad con la verdad objetiva. Esto se aplica en cualquier nivel en la que hicieron declaraciones” (Roger Nicole).

“Inerrancia significa que cuando se conocen todos los hechos, las Escrituras en sus autógrafos originales, debidamente interpretados, se mostrarán como totalmente ciertas en todo lo que afirman, ya sea que tenga que ver con doctrina, o moralidad, o con lo social, físico, o ciencias biológicas” (Paul Feinberg).

“Cuando se conocen todos los hechos, la Biblia (en sus escritos originales), interpretada correctamente a la luz de lo que la cultura y los medios de comunicación habían desarrollado en el momento de su composición, será completamente verídica (y por lo tanto no falsa) en todo lo que afirma, en el grado de precisión previsto por el autor, en todos los asuntos relacionados con Dios y su creación” (David Dockery).

“Excepto por los tipos de corrupción textual que pueden surgir en el curso de repetidas copias, la Biblia ofrece una precisa, aunque no exhaustiva, descripción e interpretación del mundo y de la historia humana desde la creación hasta el surgimiento de la Iglesia cristiana, así como también un registro confiable de verdades divinamente reveladas acerca de Dios y sus planes para la humanidad, lo cual una exégesis cuidadosa puede demostrar como internamente consistente, y sobre la cual, a través de un análisis justo e informado, se pueden sugerir y encontrar soluciones plausibles para conflictos fundamentalmente aparentes entre ella y datos extrabíblicos objetivos” (Richard Schultz).

Pasamos ahora a diez cosas a tener en cuenta cada vez que discutimos sobre la inerrancia de las Escrituras.

1. No es una buena objeción a la inerrancia el que Dios haya usado seres humanos pecaminosos y propensos a errores en el proceso de escribir

Una cosa es decir que siendo humanos, podemos cometer errores. Otra cosa es decir que debemos cometer errores (ver especialmente 2 P. 1:21). La doctrina de la inerrancia, por lo tanto, no disminuye la humanidad de las Escrituras más de lo que la deidad de Cristo disminuye la realidad de su carne humana.

2. No es una buena objeción a la inerrancia que a veces la Biblia describa las cosas tal como aparecen, es decir, fenomenológicamente, en lugar de como realmente son

Nos veríamos obligados a reconocer un error solo si la Biblia enseñara explícitamente que las cosas parecen ser de una manera, cuando en realidad no lo son, o si la Biblia enseñara explícitamente que las cosas son de una sola manera, cuando en realidad son totalmente diferentes. Pero cuando la Biblia dice que un evento aparece de una manera en particular, es decir, que es de cierta manera a simple vista y desde el punto de vista de la observación humana, cuando en realidad es de otra manera, no es un error.

3. No es una buena objeción a la inerrancia que Dios frecuentemente se acople al lenguaje humano y experiencia humana al dar a conocer en las Escrituras su voluntad y sus caminos

De manera similar, no es una buena objeción a la inerrancia que la Biblia contenga lenguaje metafórico. Algunos creen erróneamente que la inerrancia requiere que todo en la Biblia se tome literalmente, como diciendo que esta doctrina significa que Dios literalmente tiene alas, y que las montañas literalmente saltan de alegría, etc. Pero la verdad es expresada frecuentemente en palabras no literales o figurativas, y en lenguaje simbólico.

Algunos creen erróneamente que la inerrancia requiere que todo en la Biblia se tome literalmente, como diciendo que esta doctrina significa que Dios literalmente tiene alas, y que las montañas literalmente saltan de alegría

4. La inerrancia es perfectamente compatible con la Biblia enfatizando ciertos conceptos o doctrinas más que otros

Algunos han llegado a la conclusión injustificada de que, dado que la Biblia no enfatiza, digamos, la geología, y entonces cuando habla de geología, habla erróneamente. Es cierto que la declaración: “Jesucristo, resucitado de entre los muertos” (2 Ti. 2:8) es más importante que: “Erasto se quedó en Corinto” (2 Ti. 4:20). Pero la falta de importancia de esta última no significa que sea falsa.

5. No es una buena objeción a la inerrancia que los autores de las Escrituras cometan ocasionalmente errores de gramática

Una declaración puede tener un error gramatical en su estilo, mientras que es totalmente cierta en su contenido. Como señala John Frame: “’No voy’, es considerarlo menos apropiado que “No voy a ir”’. Pero el significado de ambas frases es claro. Dicen lo mismo, y ambas pueden expresar la verdad” (The Doctrine of the Word of God, 175).

6. No es una buena objeción a la inerrancia que nuestras interpretaciones de la Biblia no sean uniformes

Explicar interpretaciones diferentes debe ser responsabilidad del intérprete, no del texto. El hecho de que soy un credo-bautista (solamente los creyentes deben ser bautizados), y uno de mis amigos cercanos es un paedo-bautista (él practica el bautismo de infantes), significa que uno de nosotros está equivocado, pero no es que las Escrituras lo estén. Por lo tanto, la inerrancia sigue siendo cierta a pesar de que la Biblia no es igualmente clara en todas partes. En otras palabras, la inerrancia de las Escrituras no garantiza su completa lucidez. Incluso el apóstol Pedro reconoció que el apóstol Pablo escribió algunas “cosas difíciles de entender” (2 P. 3:16). Pero la complejidad y dificultad de lo que Pablo escribió no significa que sea menos cierto o menos preciso que aquello que Pedro, Lucas, o Juan escribieron.

7. No es una buena objeción a la inerrancia que la Biblia registre mentiras y acciones no éticas

Debemos distinguir entre lo que la Biblia simplemente informa, y lo que aprueba; entre la autoridad descriptiva y la autoridad normativa.

8. No es una buena objeción a la inerrancia que los autores del NT citen o aludan al AT con menor precisión verbal

Debemos tener cuidado de no imponer artificialmente a los autores en el primer siglo las normas literarias del siglo XXI. ¡Mateo, Marcos, Lucas, y Juan, por ejemplo, nunca habían oído hablar de Kate Turabian o El manual de estilo de Chicago!

Relacionado con lo anterior está el hecho de que los autores de las Escrituras redondean o aproximan números y medidas. Por lo tanto, las supuestas “imprecisiones” deben ser juzgadas por los estándares aceptados del contexto histórico-cultural en que el autor escribió, no por la precisión científica y computarizada de la tecnología del siglo XXI. “Los límites de la veracidad”, señala Grudem, “dependen del grado de precisión implícito por el que habla, y lo que esperaban sus oyentes originales” (Systematic Theology, 91). John Frame está de acuerdo, recordándonos que “la precisión y la verdad no son sinónimos, aunque se traslapan en significado. Frecuentemente se requiere una cierta cantidad de precisión para la verdad, pero esa cantidad varía de un contexto a otro” (171).

Por ejemplo, si me preguntaras qué edad tenía cuando escribí este párrafo, diría: “67”. Pero eso no es preciso. Literalmente tenía 67 años, 1 mes, 11 días, 7 horas, y 22 minutos de edad. Aunque no te respondí con precisión, te respondí con veracidad. O si quisieras saber qué tan lejos vivo de la oficina de mi iglesia, sería veraz decir: “10 millas”, aunque la distancia exacta es 9.4. Por lo tanto, como señala Frames, la inerrancia “significa que la Biblia es verdadera, no que sea lo más precisa posible. En la medida en que la precisión es necesaria para la verdad, la Biblia es lo suficientemente precisa. Pero no siempre tiene la cantidad de precisión que algunos lectores demandan. Tiene un nivel de precisión suficiente para sus propios fines, no para los fines que algunos lectores emplean” (173).

9. No es una buena objeción a la inerrancia que el relato registrado de ciertos eventos no sea exhaustivo en sus detalles

Que la descripción de un evento sea parcial no significa que sea falsa. La inerrancia simplemente significa que cuando las Escrituras hablan, ya sea algo extenso o mínimo, habla con precisión. Relacionado a esto están aquellos casos en que dos autores registran el mismo evento desde diferentes perspectivas y para diferentes propósitos. Por lo tanto, no es un error que Mateo mencione a un ángel en la tumba de Jesús (Mt. 28:2) mientras que Lucas menciona dos (Lc. 24:4). Después de todo, si había dos, seguramente había uno. Si Mateo hubiera dicho que había “solamente” un ángel, y Lucas hubiera dicho que había dos, tendríamos un problema. Pero ese no es el caso.

10. No es una buena objeción a la inerrancia que los autores bíblicos usaran material no inspirado y erróneo al escribir las Escrituras

La inerrancia simplemente significa que cuando ellos citan o toman prestado de fuentes no inspiradas, lo hacen con precisión. No es una buena objeción a la inerrancia decir que no podemos, en este momento, armonizar todos los eventos o datos supuestamente dispares. Esto haría que la autoridad de la Biblia dependa del ingenio de los humanos. También indicaría que hemos aprendido poco de la historia, ya que en incontables ocasiones los descubrimientos históricos, arqueológicos, exegéticos, y científicos han resuelto las aparentes contradicciones en la Biblia.

La veracidad bíblica y la autoridad bíblica están unidas. Solo la verdad puede tener la autoridad final para determinar la fe y la práctica.

Entonces, ¿por qué es tan importante esta doctrina o concepto de las Escrituras como inspiradas verbal, plenaria, e inerrantemente? J. I. Packer responde recordándonos que “la veracidad bíblica y la autoridad bíblica están unidas. Solo la verdad puede tener la autoridad final para determinar la fe y la práctica, y las Escrituras no pueden tener esa autoridad más allá de lo que es verdadero. Una Biblia factual y teológicamente confiable podría impresionarnos como una presentación de experiencia religiosa y pericia, pero claramente, si no podemos afirmar su veracidad total, no podemos afirmar que es todo el testimonio y la enseñanza de Dios, dada para controlar nuestras convicciones y conducta” (Packer, Truth and Power, 134).


Publicado originalmente por Sam Storms. Traducido por Felipe Ceballos Zúñiga.
Imagen: Lightstock.
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