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Nota del editor: 

Este es fragmento adaptado de ¿Por qué? Dios, el mal y el sufrimiento personal (Publicaciones Andamio, 2017), por Sharon Dirckx.

Algunas veces la gente intenta entender su sufrimiento buscando si este tiene una razón de ser. Se suele decir que “las cosas ocurren por alguna razón”, pero a veces lo que menos nos apetece es escuchar frases hechas. Recuerdo bien cuando la gente me hablaba de las razones de mi sufrimiento antes de que yo estuviera preparada para escucharlo, como si al responder a esta pregunta me estuvieran dando la solución a mis problemas. También recuerdo ocasiones en que yo hice lo mismo con otros. Yo también me he apresurado a encontrar una razón sin antes sentarme con mi amigo y acompañarle en su dolor. La cuestión sobre el propósito del dolor suele atraer a los “don angustias”, pero los que sufren no quieren ni oír hablar de ello. Encontrar respuestas puede parecer una buena idea, pero cuando uno está en medio de la tormenta su mayor deseo es que pongan fin a su dolor.

¿El sufrimiento tiene una razón? ¿Cuando una madre ve cómo un tsunami le arranca a sus hijos delante de sus ojos, hay una razón? ¿Su agonía tiene un propósito? ¿Hay algo que ella necesite aprender? Cuando decenas de miles mueren en un terremoto, ¿hay un propósito? Cuando se maltrata a un anciano y se le despoja de su dignidad en un asilo, ¿hay un propósito? A veces la única razón que se puede dar es que la humanidad en su conjunto está alejada de su Creador y todos sufrimos las consecuencias.

Muchos pueden hablar de cómo el sufrimiento les ha hecho crecer, o les ha acercado más a otras personas, o les ha hecho ver la vida desde una nueva perspectiva. Sí, Dios puede sacar algo bueno del sufrimiento, pero eso no quiere decir necesariamente que esa sea la razón por la que estás sufriendo. A veces la única razón que se puede dar es que la gente ha olvidado y ha descuidado su propósito último, que es conocer y seguir a Dios, y como resultado, vivimos en un mundo de sufrimiento.

Dios usa el sufrimiento para reconectar a las personas con su propósito final: relacionarnos con Él.

Pero Dios usa el sufrimiento para reconectar a las personas con su propósito final: relacionarnos con Él. Cuando la vida va bien podemos sentirnos como que somos invencibles, y a veces solo vemos a Dios y nuestra necesidad de Él en medio del sufrimiento. Para muchas personas, una tragedia personal ha sido el comienzo de un viaje de vuelta a Dios. ¿Podría ser que Dios esté tratando de atraer tu atención en medio de tu sufrimiento? No es que Dios te haya escogido porque le necesitas más que otras personas. Pero del mismo modo en que la desconexión de Dios afecta a todo el mundo, la oportunidad de reconectar con Él está disponible para todos, incluyéndote a ti.

Leemos en Filipenses 4:6-7: “Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús”.

No siempre entendemos por qué algunas oraciones reciben un “sí” por respuesta, y otras un “no” o un “todavía no”. Sin embargo, hay una transacción que sí está garantizada. Si depositas tu oración en el banco de Dios, sacarás paz. Una paz que guarda tus emociones y los pensamientos, que los protege frente al pánico. Paz incluso cuando todos los demás en el trabajo están estresados. Paz a las dos de la mañana cuando tu hijo adolescente no ha regresado de una fiesta. Paz cuando tu vida está en peligro.

Después de volverse a Dios, algunas personas han experimentado el fin de su sufrimiento. Otros no han notado ningún cambio, y para algunos, las cosas han empeorado. No hace mucho escuché la historia de una chica de quince años cuyo padre la echó de la casa en mitad de la noche porque no quiso retractarse de su decisión de seguir a Cristo. Así que hay un sufrimiento añadido por seguir a Jesús. Él dejó claro que eso no nos debería sorprender. Poco antes de morir dijo: “Si el mundo los odia, sepan que Me ha odiado a Mí antes que a ustedes” (Jn. 15:18), y anteriormente había dicho que sus seguidores debían tomar su cruz y seguirle (Lc. 9:23). En otras palabras, parte del sufrimiento por el que pasó Jesús también lo vivirán sus seguidores.

No tenemos todas las respuestas al sufrimiento, pero podemos tener una relación increíble con Aquel que las tiene. Ya sea que lo estás pasando mal o que todo te va bien, reconcíliate con el Dios que siempre te ha amado, está dispuesto a perdonar tu pasado, y te ofrece consuelo para el presente y esperanza para el futuro. Esta es la decisión más importante de todas. Sufras o no, nunca te arrepentirás.


Imagen: Lightstock.
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