¿Por qué estudiar Jeremías?
En un nivel, la respuesta a la pregunta «¿Por qué estudiar el libro de Jeremías?» es sencilla. El día de Su resurrección, Jesús se apareció a Sus sobresaltados discípulos mientras se escondían de las autoridades (Lc 24:36-49). En esa aparición, Jesús les recordó lo que les enseñó antes de Su muerte y resurrección: «era necesario que se cumpliera todo lo que sobre Mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos» (Lc 24:44).
Pablo explicó a los romanos que «todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza» (Ro 15:4). Así que debemos estudiar a Jeremías porque queremos conocer mejor a Cristo y ver a Dios profundizar nuestra perseverancia en el evangelio, para que crezca nuestra esperanza en Él y en Sus promesas.
Eso es cierto para todos los libros de la Biblia. Entonces, ¿cuáles son algunas formas específicas en que el libro de Jeremías produce en nosotros perseverancia y profundiza nuestra esperanza? Permíteme mencionar solo cuatro de ellas.
1. Jeremías nos muestra la plenitud del carácter de Dios
Vivimos en un mundo que tiene una visión empobrecida de Dios. Jeremías nos desafía al exhibir toda la gama del carácter de Dios. En contraste con los dioses e ídolos falsos que adoran las naciones, el Señor es el único Dios verdadero (10:1-16). Dios está obrando de manera soberana Sus propósitos para la historia humana.
Debemos estudiar Jeremías porque queremos conocer mejor a Cristo y ver a Dios profundizar nuestra perseverancia en el evangelio
Antes de que Jeremías naciera, Dios lo había apartado para que fuera Su portavoz (1:1-19). Por medio de este profeta, Dios anuncia Sus planes para levantar y destruir naciones (1:10), así como Sus planes para Su pueblo (29:1-23). El Señor se sienta en juicio sobre Su propio pueblo y sobre las naciones, y derrama Su ira sobre su rebelión (25:1-38; 46:1 – 52:34).
2. Jeremías nos muestra las profundidades de nuestra pecaminosidad
Vivimos en un mundo que a menudo niega o minimiza la realidad del pecado. Jeremías penetra esta niebla ilusoria con descripciones chocantes de nuestra depravación. Dios nos diseñó para ser adoradores, pero en nuestra locura cambiamos la adoración del Dios verdadero por la adoración de ídolos sin valor (2:4-13; 44:15-30). El pecado tiene sus raíces en el corazón humano, el cual nos engaña para que llamemos «bien» al mal y «mal» al bien (5:20; cp. 17:1-13). No hay aspecto de nuestro ser que el pecado no haya infectado.
3. Jeremías nos muestra el poder de nuestro Salvador
Vivimos en un mundo que necesita desesperadamente de un Salvador. Jeremías nos señala hacia un Salvador que viene del linaje de David, un Renuevo justo que reinará como rey sabio y justo, el cual hará justicia (23:5). Será llamado «El SEÑOR, justicia nuestra» (23:6), porque dará a Su pueblo la justicia que necesita para ser aceptable ante un Dios santo (33:14-16). Lo que no pudimos hacer por nosotros mismos, Dios lo ha hecho por nosotros por medio de Su Rey prometido.
Jeremías nos señala hacia un Salvador que viene del linaje de David, un Renuevo justo que reinará como rey sabio y justo, el cual hará justicia
4. Jeremías nos muestra las riquezas del nuevo pacto
Vivimos en un mundo que necesita desesperadamente del poder transformador del perdón completo de los pecados. Jeremías señala un nuevo pacto que Dios haría con Su pueblo (31:31-34). Por medio de este nuevo pacto, Dios trata de manera decisiva y definitiva con el pecado, escribe Su ley en el corazón de Su pueblo y promete: «Ellos serán Mi pueblo, y Yo seré su Dios» (32:38). Esa es la buena noticia que puede cambiar el mundo.
Estas son solo cuatro de las formas en que Dios nos habla hoy por medio de Jeremías. ¿Por qué no miras por ti mismo qué más podría tener el Señor para ti al estudiar este libro?
