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Más que comida y diversión

Era niño cuando escuchaba mucho la palabra «compañerismo» en la iglesia. En nuestro contexto parecía significar «cristianos reunidos con comida». Los adultos hablaban de «cosas» mientras comían y los niños trataban de encontrar algo divertido para hacer.

Ciertamente no hay nada de malo en que los cristianos se reúnan para comer, conversar o jugar. Pero esto está lejos de la «comunión» o «participación» que Filipenses describe como su tema principal.

La visión de Pablo para el compañerismo es más como la de J. R. R. Tolkien en El Señor de los Anillos: La comunidad del anillo. Gandalf y su equipo diverso compartían una misión que significaba todo para ellos. Compartieron experiencias extraordinarias y angustiosas. Esto, a su vez, condujo a un vínculo profundo y significativo.

Eso es lo que significa compañerismo: compartir o vincular identidad, propósito, misión y experiencias.

La comunidad de la cruz

Detrás del texto de Filipenses se encuentra una historia fascinante compartida por Pablo y los cristianos filipenses, una historia que podríamos llamar la «comunidad de la cruz». Compartieron un amor profundo y apego, incluso lágrimas. Leemos sobre el encarcelamiento, la amenaza de muerte, el gran sacrificio, la oposición y la valentía, todo lo que surge de la realidad gozosa del evangelio y de la prioridad máxima que es la difusión del evangelio en todo el mundo.

Epafrodito era un siervo y mensajero de la iglesia de Filipos que arriesgó su vida con el fin de conseguir recursos para Pablo, quien estaba en el frente de batalla en una prisión romana (2:25-30). Los filipenses habían apoyado en múltiples ocasiones la misión de difusión del evangelio de Pablo con fondos y oraciones. Pablo escribió a los filipenses en gran parte para agradecer a la iglesia por su apoyo más reciente y para darles una actualización sobre Epafrodito, quien estaba bien y que regresaba a casa con la carta para ellos.

Este vínculo de compañerismo entre el apóstol, una iglesia y sus mensajeros está prácticamente en todas partes en Filipenses (p. ej., 1:5, 7, 14-19, 27; 2:1-8, 17-18, 22, 25, 30; 3:16-17; 4:1-3, 10-16). Compartían el evangelio de la gracia y compartían la misión del evangelio. De hecho, por medio de su apoyo y oraciones, los filipenses incluso participaron en la prisión y en la defensa y confirmación del evangelio predicado por Pablo (1:7).

La iglesia de Filipos compartió el evangelio y la misión del evangelio no solo con Pablo, sino también entre ellos como iglesia. Como tal, Pablo los insta a vivir en unidad, humildad y paz unos con otros (1:27; 2:1-5; 4:2-3). Una vez más, es por lo que comparten en Cristo que insiste con vehemencia en el llamado a la unidad y la paz.

Una epístola única

Vale la pena señalar algunos otros temas relacionados entre sí. Filipenses es una carta inusualmente cálida y profundamente personal. La pluma de Pablo derrama afecto y aprecio por los santos en Filipos. Sin embargo, la carta a los filipenses también contiene parte de la teología más precisa de toda la Biblia (específicamente, la cristología, 2:5-11). Contiene una de las explicaciones más claras y personales del evangelio (3:1-11), así como las múltiples manifestaciones del evangelio (3:12-4:9).

Finalmente, Pablo es profundamente experiencial, ya que con frecuencia regresa a la comunión del creyente con Cristo (p. ej., 3:10, 20). Este es el Cristo que comparten. Su vínculo y comunión está en Su evangelio, gracia, misión, presencia, promesas y paz.

Todo esto en cuatro capítulos cortos

Por estas y otras razones, Filipenses es un libro de la Biblia que merece no solo nuestra lectura cotidiana, sino también nuestro cuidadoso estudio y meditación. Incluso ahora, reflexiona en oración sobre los últimos versículos del primer capítulo, que resumen de manera adecuada los objetivos y temas de Pablo en Filipenses:

Solamente compórtense de una manera digna del evangelio de Cristo, de modo que ya sea que vaya a verlos, o que permanezca ausente, pueda oír que ustedes están firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio. De ninguna manera estén atemorizados por sus adversarios, lo cual es señal de perdición para ellos, pero de salvación para ustedes, y esto, de Dios. Porque a ustedes se les ha concedido por amor de Cristo, no solo creer en Él, sino también sufrir por Él, teniendo el mismo conflicto que vieron en mí, y que ahora oyen que está en mí (1:27-30).


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por Martín Manchego.
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