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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de Un líder de convicciones: 25 principios para un liderazgo relevante. Albert Mohler. B&H Publicaciones.

Ante todo, el liderazgo es una actividad intelectual. Aunque es natural señalar la acción como la esencia del liderazgo, la actividad es el resultado del pensamiento y, en esta primera etapa del liderazgo, se siembran las semillas del futuro éxito o fracaso. Tal vez nuestras acciones nunca alcancen el nivel de nuestro pensamiento, pero podemos estar seguros de que la calidad de nuestras acciones jamás excederá la calidad de nuestro pensamiento.

Como todos los demás, los líderes funcionan según capacidades como el instinto, la intuición y el hábito. Pero lo que los distingue es el compromiso de poner esas mismas cosas bajo el control de un intelecto activo y de patrones correctos de pensamiento.

El cristianismo apuesta fuertemente a la realidad. Creemos que Dios creó un mundo ordenado que deseaba que nosotros conociéramos. Creemos que Dios nos creó como criaturas racionales que poseen la capacidad real, pero parcial, de comprender la realidad. Podemos estar seguros de que debemos dedicarnos a comprender la realidad en lugar de negarla.

¿Por qué la realidad es un concepto tan difícil para tantos? La respuesta es simple: muchas veces estamos insatisfechos con la realidad o le tenemos miedo y, por lo tanto, nos resistimos a aceptarla. El líder se enfrenta a los hechos y esto quiere decir que se deben determinar y conocer estos hechos. Debe conocer la organización tal como es, conocer sus necesidades como son y enfrentar el mundo tal como existe. La negación consciente de la realidad es un peligro central del liderazgo y el líder debe defenderse contra tal tentación.

El líder cristiano está comprometido a vivir en la verdad. Este es uno de los elementos más distintivos y esenciales del liderazgo cristiano, porque es fundamental en la vida cristiana.

El líder comienza por afirmar la importancia de la realidad y de los hechos cruciales que deben conocerse, y deja en claro que la toma de decisiones dependerá de esos hechos. Los datos se investigarán, se analizarán, se pondrán a prueba y algunas veces se los desglosará y se los volverá a juntar. El líder asume la responsabilidad de trabajar hasta que los hechos tengan sentido y aparezca un cuadro claro. Por supuesto, conocer los hechos no es suficiente, pero es un punto de partida necesario.

Por definición, el líder cristiano está comprometido a vivir en la verdad. Este es uno de los elementos más distintivos y esenciales del liderazgo cristiano, porque es fundamental en la vida cristiana. Por tanto, la postura disciplinada del líder es apoyarse en la verdad y no temerle. Exige que quienes lo rodean le digan la verdad y él lidera al ser siempre el primero en decirla. No permite que la organización se vea tentada por la deshonestidad o el autoengaño, y él es ejemplo de honestidad personal.

El líder cristiano no deja de pensar una vez que se determinan y afirman los hechos correctos. El paso siguiente es analizar y considerar qué significan estos hechos y hacia dónde conducen. Esto requiere un pensamiento crítico y un análisis exhaustivo. En esta etapa, el líder desmenuza las ideas y los pensamientos y los vuelve a unir mientras considera lo que significan. Esta es la etapa crucial que requiere el pensamiento más minucioso, y es el punto en el que muchos líderes fracasan.

El líder que se enfrenta a los hechos, se apoya en la verdad, aplica los principios correctos y reconoce las alternativas, estará listo para tomar la decisión; la decisión correcta.


Imagen: Lightstock.
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