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La educación sexual es una de las áreas vitales de aprendizaje del ser humano. La sexualidad es parte de nuestra vida y necesitamos entender cómo funciona.

Aunque la mayoría de nosotros hemos recibido alguna educación sexual, en muchos casos esta ha sido deficiente. Una gran cantidad de mujeres llega a la adultez sin la información adecuada acerca de su sexualidad, cómo mantenerse sana, y cómo cuidarse. Ellas no tuvieron una instrucción clara y oportuna acerca del tema, mientras sentían que sus cuerpos iban “explotando” por dentro y por fuera en la medida en que se desarrollaban.

Todavía más, estas mujeres desconocen cómo aplicar los principios de la Palabra de Dios en esa área de sus vidas. ¿Cómo solucionamos esta problemática prevalente? No será rompiendo los límites de la moralidad, como vemos en el mundo, sino abordando (¡no ignorando!) el tema a la luz de la Palabra y en amor.

La educación sexual es un proceso a través del cual acompañamos a los niños —sí: niños— a entender, valorar, y cuidar su cuerpo, su identidad, y su desarrollo sexual mientras llegan a la juventud. Cuando ese proceso se realiza de manera oportuna, adecuada para la edad, y basada en la verdad del diseño de Dios para el ser humano, tendremos una educación sexual saludable y eficiente.

La educación sexual, como cualquier otra área de aprendizaje, debe ser entregada a la persona según la etapa en que se encuentra, a través de un acompañamiento durante la vida, desde el nacimiento hasta la adultez. ¿Y quiénes son los responsables de ese proceso? Los padres, por supuesto. Cuando el apóstol Pablo habla de que los padres deben criar a sus hijos en la disciplina e instrucción del Señor (Ef. 6:4), esto incluye el diseño que Él planificó para la sexualidad.  

La falta de una educación sexual saludable puede tener consecuencias, y estas son solo algunas de ellas:

Insatisfacción frente a la feminidad

Una niña que no entiende su cuerpo, la diferencia en el diseño de los hombres y mujeres, y los detalles colocados por Dios con un propósito específico, podría crecer con muchas dudas o malentendidos. Si a esto se le añade que las mujeres adultas a su alrededor viven quejándose de ser mujer, de sus cuerpos, los ciclos menstruales, los embarazos, la maternidad, y un largo etcétera… ¿nos sorprende que esta niña reniegue de su feminidad y desvalorice su cuerpo?

Muchas mujeres luchan con abrazar el diseño de Dios para el matrimonio. La razón es que no han podido ver la belleza que hay en el hecho de ser mujer

¿Te imaginas cómo vivirá su adolescencia y juventud? Puede que no cuide su cuerpo, su salud, ni esté pendiente de equiparse para ser una mujer madura y vivir plenamente el propósito de Dios para ella en el futuro. ¿Con qué criterio elegirá pareja? ¿Tendrá un noviazgo puro? Y cuando se case, ¿cómo será? 

Conozco muchas mujeres que luchan con abrazar el diseño de Dios para el matrimonio. La razón es que no han podido ver la belleza que hay en el hecho de ser mujer, y eso de alguna manera impide que disfruten cumplir su rol de esposa y madre. 

Riesgo de abuso sexual

Uno de los beneficios de la educación sexual sana es la prevención de abuso sexual. Debemos enseñar a los niños los límites de la privacidad no solo con un discurso, sino con palabras acompañadas de un modelamiento en casa.

En casa estamos educando sexualmente todo el tiempo. No se trata solo de definir cuáles son las partes privadas —lo cual es importante— sino también, por ejemplo, cerrar la puerta del baño cuando vamos a utilizarlo, no andar desnudos o con ropa muy sugestiva por la casa, y enseñar a los niños a ir al baño y bañarse solos. Estas medidas permiten que la niña no vea como algo natural que otras personas la toquen para “ayudarla a limpiarse”. Si alguien la invita a exhibir alguna de sus partes privadas, sabrá que es algo a lo que debe negarse y comunicar a un adulto seguro.

La educación sexual enseña a los niños y adolescentes que su vida (incluyendo su cuerpo) fue creada con valor por el Dios eterno, y que los límites de privacidad definen el respeto que se le debe a sí mismos y a los demás. No pierdas de vista que por esta vía también aprendemos a no abusar de otros y a proteger a los demás.

Debemos enseñar a los niños los límites de la privacidad no solo con un discurso, sino con palabras acompañadas de un modelamiento en casa

Visión distorsionada de las relaciones sexuales

Si la mente de los niños y adolescentes no se llena de manera saludable, no pienses que se quedará sin información. Las cabezas de nuestros niños se llenarán de los mensajes que reciben por otros medios y, como no tienen con qué contrarrestarlos, poco a poco esas ideas formarán sus convicciones.

No seamos ingenuos, hay demasiada información allá afuera; quizá puedas pescar algo bueno en ese mar, pero lo más frecuente es que te encuentres en medio de un montón de ideas tergiversadas y malolientes. La sociedad, la cultura, el Internet, los medios de comunicación, las redes sociales, y las relaciones sociales están influenciando la vida de todos todo el tiempo. Tus hijos no quedan fuera… de hecho, son el objetivo en la mayoría de los casos. Entonces, ¿qué podemos hacer? Debemos asegurarnos de que posean la información adecuada para responder. Eso solo se consigue con educación sexual.

He conocido mujeres que valoran excesivamente el placer sexual; ven las relaciones sexuales como un parque de diversiones para la gratificación y el disfrute sin tomar en cuenta las consecuencias. Otras están llenas de temores, mitos, y tabúes; creen que el placer sexual es algo complicado de alcanzar y que además es “cosa de hombres”. Ninguno de los dos grupos ha aprendido la verdad: el placer sexual es hermoso y gratificante siempre y cuando se cumpla con las condiciones que Dios establece.

Edúcate y educa para gloria de Dios

No sé en qué situación te encuentras al leer este artículo, pero mi deseo es que puedas reflexionar y —si fuera necesario— tomar una decisión que te conduzca hacia el propósito de Dios: vivir plenamente para Su gloria a la luz del evangelio. Si es necesario, busca información en materiales cristianos y acércate a consejeras bíblicas que puedan contestar tus inquietudes.

Si eres madre, toma medidas para equiparte junto a tu esposo y llenar las mentes de tus hijos con las verdades acerca del diseño de Dios en la sexualidad. Recuerda: ¡Los mejores maestros de educación sexual de tus hijos son ustedes, sus padres! De hecho, no podría ser de otra manera; son ustedes los que mejor conocen a sus hijos y los aman más profundamente. Hablar de este tema con tus hijos en un ambiente relajado te ofrecerá la oportunidad de construir un espacio de confianza para siempre. Es tu responsabilidad y dará buenos frutos.

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