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En nuestra cultura es frecuente escuchar expresiones que se repiten y hasta suenan llamativas, pero que en realidad distorsionan la verdad. Debemos tener cuidado, ya que de tanto escuchar o repetir esas frases podríamos llegar a creerlas. Como cristianas es importante que evaluemos esos mitos comunes a la luz de la verdad, la Palabra de Dios.

Con respecto a la sexualidad femenina, existen muchos errores que, por responder a la forma en que el mundo ve la vida y su propósito en la tierra, se hacen populares y moldean la mente de muchas mujeres solteras. Quiero presentarte tres mitos que es preciso derrumbar a la luz de la verdad bíblica para tu bien, sobre todo si eres soltera.

1. “Necesito una relación amorosa para ser feliz… Dios quiere que yo sea feliz, no importa cómo lo consiga”. 

Las relaciones amorosas son gratificantes. Nos hace sentir muy bien que alguien se interese en nosotras. Sin embargo, ir tras una relación con la expectativa de que seremos completamente felices y satisfechas podría ser la experiencia más frustrante de la vida.

Te pregunto: ¿Eres capaz de hacerte feliz a ti misma? No, ¿verdad? Entonces, ¿qué te hace pensar que otra persona podrá hacerte feliz y viceversa?

Dios quiere que seas feliz, y Él sabe que tu felicidad está conectada a todo aquello que te hace más santa

La felicidad —mejor aún, la satisfacción plena— solo es posible de conseguir a través de una relación con Cristo. Solo Dios, quien te creó a Su imagen, tiene el poder de llenar plenamente tus necesidades más profundas y llevarte a vivir una vida verdaderamente fructífera: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada pueden hacer” (Jn 15:5).

No busques un novio para ser feliz. Por muy bueno que sea ese hombre, vas a cargarlo con una responsabilidad que solo Dios puede llenar. De la misma manera, tampoco entres en una relación con alguien que no tenga su vida satisfecha en Cristo, pues de lo contrario, serás tú la que cargues con la responsabilidad de su felicidad. Dios quiere que seas feliz, y Él sabe que tu felicidad está conectada a todo aquello que te hace más santa, es decir, más consagrada a Él y viviendo de una forma que le agrada y es conforme al diseño divino (1 Ts 4:3). El camino de la santificación es lo que te hace plena, dichosa y feliz, en esta vida y en la venidera (ver Sal 73:24-26).

2. “Necesito mucha práctica sexual con diversas parejas para un mejor desempeño en mi futura vida sexual en el matrimonio. Probando es que se sabe…”.

Si tienes una mente bíblica, esta manera de pensar debe rebotar de tu cerebro, ya que implica vivir en impureza sexual, lo cual es pecado. Entiendo que eso en sí mismo es un buen argumento para rechazar este mito. Sin embargo, me gustaría que entendieras de qué quiere protegerte Dios al establecer límites en relación a la práctica sexual.

No somos máquinas de placer sexual. De hecho, para el disfrute sexual pleno se requiere otros elementos que van más allá de lo físico. La conexión emocional es vital y no es algo que se consigue de un día para otro, ni tampoco es saludable que te expongas emocionalmente a muchas parejas a lo largo de tu vida. Recuerda que cada relación de pareja, aún sin intercambio sexual, formará parte de tu historia para bien o para mal. Cada decisión tiene consecuencias, y la vida sexual no es la excepción.

Para tener una vida sexual plena, lo que se requiere es vivirla a la manera de Dios

Creo que deberías reflexionar acerca de las consecuencias que vendrán siguiendo este mito. Dios nos pone límites para nuestro bien. Él no es un aguafiestas cósmico que disfruta amargarte la vida. Por el contrario, Él desea que vivas plenamente. “El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10:10).

He conocido a mujeres que, por entrar en este “juego” de probar y tener mucha práctica sexual, han terminado heridas emocionalmente, al confundir el amor con sexo, y al creer que complacer a una pareja o buscar su propio placer es la base de una relación estable y no el resultado de ella. Esto sin mencionar las posibles disfunciones sexuales que podrían producirse fruto del condicionamiento que se adquiere en esas experiencias.

Para tener una vida sexual plena, lo que se requiere es vivirla a la manera de Dios. El matrimonio, la unión permanente en amor de un hombre y una mujer, es el único marco ideal y legítimo, y es lo que crea las bases emocionales para que esas experiencias fluyan de manera adecuada y continúen en un proceso de madurez cada vez más gratificante con el tiempo. No necesitas práctica sexual antes de casarte. Lo que necesitas es educación sexual sana, además de una madurez espiritual y emocional que te permita escoger a tu pareja de forma adecuada y tener un noviazgo saludable y enriquecedor que afiance la relación y que tenga propósitos eternos.

3. “Necesito ‘probar’ la afinidad sexual con mi pareja antes del matrimonio para estar segura de que es la persona con quien debo casarme”.

La afinidad sexual de una pareja no depende de la práctica sexual per sé, sobre todo si no son esposos. Disfrutar de una vida sexual gratificante requiere de una relación marital adecuada no solo en lo sexual, sino en todas las demás áreas de la vida en común. Esto es así porque el nivel de satisfacción sexual es el resultado de la dinámica de pareja en el día a día, en la cotidianidad, en la convivencia.

Disfrutar de una vida sexual gratificante requiere de una relación marital adecuada

Por lo tanto, tener “buen sexo” en el noviazgo no garantiza una vida sexual plena en el matrimonio. He conocido a parejas que tenían práctica sexual en el noviazgo y luego de casarse la experiencia sexual se deterioró. El placer sexual en el matrimonio es más complejo que un momento de placer esporádico, y esa complejidad hace del mismo una aventura maravillosa que mejora con los años. Es por eso que no se necesita cambiar de pareja después de X tiempo de matrimonio. ¡Dios es genial en su diseño! 

Definitivamente, lo que necesita una pareja para disfrutar una vida sexual plena es cuidar su relación matrimonial integral, viviendo el propósito de Dios en su vida diaria como esposos. Anhelar disfrutar del placer sexual es legítimo, pero no debe conseguirse a través de atajos que solo te entregarán una experiencia barata con consecuencias negativas. 

Camina con el Dios que te ama y entregó a su Hijo por ti para perdonar todos tus pecados y llevarte a vivir en santidad. Deposita todos tus anhelos en Sus manos y deja que Él guíe tus pasos por medio de Su palabra. No creas que tú tienes un mejor plan. No hagas trampas, te saldrá muy caro y será doloroso.

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