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Chile es noticia en el mundo debido a las olas de protestas en todo el país contra el gobierno. Se habla de un verdadero estallido social con muchas implicaciones para la nación. ¿Cómo entender lo que ha sucedido, y de qué manera podemos orar?

Un resumen de lo ocurrido

Todo comenzó por un alza de precios en el valor del principal medio de transporte de Santiago, el Metro de Santiago. Ese aumento llevó a que cientos de estudiantes de secundaria decidieran evadir el pasaje del Metro de manera coordinada en distintos horarios y estaciones. “No lo hacemos por nosotros, sino por nuestros padres y abuelos”, respondían al ser cuestionados por la prensa.

De pronto, lo que parecía otra señal más de rebeldía juvenil orquestada en redes sociales, desencadenó en una explosión de crítica social que el viernes 18 de octubre terminó con una serie de incendios en distintas estaciones del Metro, en edificios simbólicos de empresas públicas y privadas, supermercados y locales comerciales, barricadas en las calles, y posteriormente, múltiples saqueos y robos.

En menos de 24 horas, el presidente declaró el Estado de Emergencia. Los militares salieron a las calles a tratar de mantener el orden público, los medios de comunicación comenzaron a transmitir los eventos de manera continua, y la capital quedó paralizada. Este escenario comenzaría a repetirse en otras ciudades del país. El saldo final fue una pérdida de 300 millones de dólares para el Metro. 25 mil pequeños locales fueron afectados por robos y destrozos a lo largo del país. La cifra oficial de muertos (por incendios o enfrentamientos con la fuerza pública) hasta el momento es de 19 personas, incluyendo a un menor de edad.

Las razones del estallido y la respuesta del gobierno

El principal diagnóstico que se ha hecho es que el pueblo chileno no pudo soportar más el sistema económico injusto y desigual en el que ha vivido en los últimos 40 años.

Si bien los últimos índices cuentan que la pobreza en Chile ha disminuido más rápido que en cualquier otro país de la región (solo superado por Uruguay), el hecho de que el 1% de la población chilena acumule el 25% de la riqueza generada por el país nos ubica dentro de los 10 países más desiguales del mundo.

Esto se suma a que el 50% de la fuerza laboral tiene un ingreso menor a $400 mil pesos chilenos (USD 552) y un alto porcentaje se encuentra endeudado más allá de sus posibilidades de pago. Esta sensación de injusticia contribuyó a que el país explotara en una semana continua de manifestaciones públicas y presenciara la marcha más grande de su historia reciente reuniendo a 1,200,000 personas en el centro de la capital.

Las autoridades de la nación han tenido que replantearse su accionar de manera profunda. Actualmente trabajan para definir qué tipo de reformas sociales y económicas se deben hacer a corto y mediano plazo para responder ante esta crisis. La sensación general es que el estallido social inició algo que no parará hasta ver cambios estructurales en aspectos tan centrales como la salud, la educación, los salarios y las pensiones, etc.

Se espera que en los próximos dos años que le restan al presidente Sebastián Piñera, el gobierno avance en la dirección correcta para que nuestra democracia no sea destruida, se construya un camino hacia la mejora de la vida de todos los chilenos e inmigrantes, y esto se haga en un contexto de diálogo. 

¿Cómo podemos orar por Chile?

1. Ora por las autoridades. Que sean sabias en aprovechar la oportunidad que tienen para llegar a un gran acuerdo de unidad nacional que provea un camino hacia la disminución de la desigualdad. Oremos que, en medio de las explosiones sociales, las autoridades sepan cómo usar la fuerza sin abusar de su autoridad, y que logren restringir el mal y la violencia que hemos visto estos días y que afecta a los sectores más pobres de la población.

2. Ora por madurez en nuestra democracia. Tenemos la oportunidad de avanzar hacia un país que se hace cargo de su propia vida por medio de las instituciones que hemos designado para gobernarnos (bajo al soberanía de Dios, por supuesto). Oremos que el prejuicio, el clasismo, y el odio existente en nuestra nación, vaya cambiando por genuino interés por el bien del otro y las futuras generaciones. 

3. Ora por la iglesia. Que confiemos en el Señor y Dios soberano en medio de esta crisis social y política que nos aflige. Que como pastores podamos alimentar bien a la iglesia con un buen entendimiento y aplicación de la Palabra de Dios, y no desde nuestra sabiduría o ideologías humanas. Que no caigamos en la tentación de buscar soluciones pragmáticas o efectistas en momentos de caos, sino que más bien podamos comprometernos en seguir anunciando el evangelio de Jesús como la única manera de hallar justicia, paz, y gozo eternos.

Oremos también que podamos acompañar nuestra proclamación del evangelio con un estilo de vida que demuestre una vida digna del evangelio en nuestro andar cotidiano y vocaciones. Que como iglesia podamos arrepentirnos y erradicar de nuestras comunidades las desigualdades sociales que vemos en nuestro entorno y, en el poder del Espíritu, empezar a mostrar en nuestros entornos verdaderos modelos de comunidades del Reino de Dios que sean atractivas para aquellos que viven sin esperanza a nuestro alrededor.

Por último, en relación a la iglesia, oremos para que las distintas posturas políticas que existen dentro de las iglesias no sirvan de excusa para la ruptura de relaciones o la violencia en las redes sociales. Por el contrario, que sean una oportunidad para que todos demuestren su primera alianza al Señor y Rey Jesús con un deseo perseverante de amarnos y tolerarnos los unos a los otros.

¿Nos acompañas en oración?


Imagen: Pixabay.
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