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¿Debo orar a diario? Muchos de nosotros batallamos con esta pregunta a lo largo de nuestras vidas cristianas. Si hacemos esta pregunta con respecto a un deber para ganarnos las bendiciones de Dios, la respuesta sería: no. Los cristianos deberían sacar de su vocabulario las palabras ganar, mérito, y merecer, al hablar de nuestra aceptación en Cristo.

Si hacemos la pregunta en desesperación, queriendo experimentar la presencia de Dios para fortalecer nuestra fe, darnos poder para obedecer, y profundizar nuestro gozo en Él, la respuesta es: sí. No nos preguntamos: “¿Es mi deber respirar cada día?”. ¡Respiramos a diario para sobrevivir! Existe un lugar para el deber en la vida cristiana, pero eso no es lo que nos lleva a orar. Nunca florecerá una relación íntima con Dios en una atmósfera dominada por un sentido del deber.

Los cristianos deberían sacar de su vocabulario las palabras ganar, mérito, y merecer, al hablar de nuestra aceptación en Cristo.

Si las cosas principales que deseamos en la vida son la salud, el dinero, y tener hijos guapos, quiere decir que no nos sentimos espiritualmente desesperados. Si anhelamos amar a Dios con todo nuestro corazón, y experimentarlo, y crecer en ser como Cristo, entonces experimentaremos una desesperación diaria que nos llevará a la oración

No hay mejor ejemplo de una oración hecha en desesperación y fervor que la que hace David en el salmo 63, donde vemos cómo su conocimiento mental de Dios se convierte en una experiencia del corazón

La oración involucra tener sed

Esto se escribió probablemente mientras David huía por su vida del rey o de su propio hijo Absalón. Muchas veces las dificultades de la vida exponen nuestra necesidad espiritual. En el salmo 63, David ora en medio de estas circunstancias. Para David, sin embargo, no es suficiente hacer lo básico. No se contenta con decir: “Ya cumplí hoy en tener mi tiempo diario con Dios”. Más bien, hay una sed en esta oración. Es una sed de conectarse con Dios que se compara con un hombre tostándose en el desierto, anhelando el contacto con agua. ¿Así llamamos a Dios en oración?

David se acuerda de aquellas veces en que adoró a Dios con tanta intensidad que pudo “ver” la gloria de Dios con ojos de fe. Él medita en oración en el carácter y las obras de Dios.

Entonces David recuerda que el amor salvador de Dios es mejor que la mejor vida que pudiera imaginarse. Prefiere estar en una cueva y conocer el amor de Dios, que en un palacio y distante de Él. Es interesante que esta oración entera David no pide por bendición física alguna (no que haya algo malo con eso). No pide ser restaurado a la ciudad de Jerusalén, o tener paz física, o prosperidad. Solo quiere adorar al Señor y experimentarlo. Esos son los deseos más importantes en su mente y corazón. ¿Es así con nosotros?

La oración involucra satisfacción

David comienza a recordarse la estabilidad y fidelidad del amor de Dios, y por ello comienza a adorar a Dios de nuevo. En el salmo 63:5, David dice que enfocarse verdaderamente en Dios al estar orando hasta que nuestro corazón comience a adorar, es como comer un rib-eye espiritual con toda la grasa llena de sabor. Cuando no puede dormir por la noche, comienza a adorar en lugar de preocuparse, para que su corazón se llene de gozo.

Se recuerda a sí mismo los tiempos en los que fue rescatado en el pasado. Se siente como un pequeño pollito, calientito y a salvo, escondiéndose bajo las alas de su madre. David siente que Dios está cerca, protegiéndolo; no es un conocimiento académico meramente. Este es uno de los grandes gozos en toda la vida. Vale la pena perseverar en oración para experimentar más de él.

La oración involucra aferrarse

Muchos de nosotros pensamos sobre la salvación de manera estática: “Confíe en Jesús. No puedo perder la salvación. Dios tiene qué bendecirme. Intentaré no caer en algún pecado grande. Ahora puedo dejar mi vida espiritual en piloto automático. Todo estará bien”. ¡Pero la Biblia no enseña esto!

Dios nos sostiene, y nosotros nos aferramos.

Más bien, Dios nos exhorta tener una fe activa y viviente. Espera que tengamos una vida de oración que sea desesperada, y que se aferre. Eso no implica una vida de oración donde trabajamos duro en nuestras fuerzas para torcerle el brazo a Dios y forzarlo a bendecirnos. Eso está muy lejos de la verdad. Dios nos sostiene, y nosotros nos aferramos.

La oración involucra la cruz

Pudiéramos sentir que orar diariamente en desesperación se trata de un deber que debemos mantener para presumir un currículum vitae, para que Dios sea bueno con nosotros. Bíblicamente, debemos vernos como débiles, necesitados, y todavía llenos de mucho pecado interior (Ro. 7:15). Si esto es cierto, no debemos confiar en nosotros mismos, pensando que viviremos fielmente para Cristo cada día. Debemos despertar y rogarle que nos llene por completo de su Santo Espíritu.

No se trata de orar “con suficiente fuerza” para que Dios tenga lástima de nosotros y responda nuestras oraciones. Más bien, se trata de mantenernos en oración lo suficiente para que nos prediquemos la verdad sobre la fuerza y salvación de Dios. La mejor forma de asirnos con más fuerza de Cristo es enfocándonos en cómo Cristo nos ha asido fuertemente en la Cruz.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Emanuel Elizondo.
Imagen: Lightstock.
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