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No es novedad que la igualdad salarial entre hombres y mujeres es un tema vigente y sensible que despierta muchas rencillas, especialmente en los últimos años. Esta discusión forma parte del tema del rol de la mujer en la sociedad, un asunto que incluso ha permeado algunos sectores de la iglesia.

Como cristianos, debemos procurar ser moldeados por la Escritura para así darle una lectura bíblica al tema. Necesitamos que la verdad bíblica no solo nos informe y nos de pautas, sino que ella sea como los lentes por medio de los cuales interpretamos y entendemos nuestra realidad.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando una esposa gana más dinero que su esposo? Como cristianos que creemos en los roles bíblicos que Dios asigna a cada cónyuge, ¿cómo debemos mirar este escenario? ¿Cómo debemos pensar al respecto?

Creo que podemos abordar este escenario apuntando a dos posibles tentaciones que cada cónyuge puede enfrentar en el caso de que una esposa gane dinero más que su esposo.

Las tentaciones de la esposa

Hay varias cosas con que la esposa tendrá dificultad. Es importante mantener un enfoque bíblico.

1. La tentación de sentirse con más autoridad que su marido

Una de las posibles tentaciones de una esposa que gana más que su marido es pensar que ella es superior y ahora tiene más poder y autoridad que él. La esposa que trae más dinero que su cónyuge puede ser tentada a pensar que ella está al mando del hogar o creer que está ganando a su esposo en una competencia.

La mujer cristiana debe tener presente que el diseño de Dios para el matrimonio y los roles que Él asignó a cada cónyuge no están sujetos a cambios y no dependen de las distintas circunstancias que se presenten. Es decir, el llamado a la sujeción de la esposa no termina y no se reduce porque lleve más dinero a casa. La esposa piadosa quiere agradar a Dios y eso empieza reconociendo el liderazgo de su esposo, honrando el diseño bíblico para la mujer.

Por eso, aún cuando ella gane más que él, siempre entenderá y abrazará gozosamente el rol que Dios la llama a cumplir. Desde un aspecto práctico, esto implica que la esposa piadosa le dará su lugar al esposo, se dejará liderar por él, y apoyará a su marido en las decisiones que él pueda tomar, incluso en las decisiones de carácter monetario.

2. La tentación de desentenderse de su responsabilidad en el hogar

Otra de las posibles tentaciones de una esposa que gana más dinero que su esposo es desligarse de los asuntos de su hogar. De hecho, esto suele ser una tentación para toda esposa que trabaja fuera del hogar.

Es claro que el diseño bíblico en la familia es que la esposa sea quien esté a cargo de los asuntos domésticos de su casa. Aunque no sea la esposa misma quien haga estas labores todo el tiempo, ella es responsable ante Dios de esto. La descripción de la mujer virtuosa de Proverbios 31 sugiere que la mayoría de sus responsabilidades giran alrededor de su casa. Además, según Pablo, el discipulado a las mujeres más jóvenes tenía que ver con enseñarles a cómo comportarse y cómo manejar las cosas de su hogar (Tit. 2:3-5).

Por otro lado, debemos afirmar que la Biblia no prohíbe a la mujer trabajar fuera de casa. El teólogo Douglas Wilson dice que “la Biblia no enseña que el lugar de la mujer es en el hogar; la Biblia exige que el hogar sea su prioridad, pero ella no está limitada solamente a la casa”.[1]

Ahora, es cierto que en muchas ocasiones la esposa debe salir a trabajar y eso puede representar una mayor carga para ella. Pero, aun así, lo cierto es que la esposa sigue siendo responsable ante Dios de su hogar. Esto no significa que, incluso trabajando fuera, ella debe tener el mismo grado de involucramiento en los quehaceres del hogar, ya que eso sería muy difícil e injusto para ella. En ese caso el esposo tendrá que mostrarse sensible, ser de apoyo, lograr algunos acuerdos, y buscar junto a su esposa las formas más viables para que estas tareas se lleven a cabo. Un poco de sentido común y de previa planificación puede ser de mucha ayuda para la esposa, y de beneficio para el hogar.

La autora Martha Peace capta mejor esta verdad en su libro La esposa excelente. En su capítulo acerca de las responsabilidades de la esposa, ella dice:

“Una esposa piadosa es organizada y trabaja duro para manejar su hogar con el menor desorden posible. También crea un ambiente optimista y alegre para su familia. Dios siempre ha querido que el hogar sea el dominio de la esposa. Desgraciadamente, este tema no es muy popular en nuestra cultura pero Dios propuso y aún sostiene que la esposa sea cuidadosa de su casa (Tit. 2:5)”.[2]

Las tentaciones del esposo

De la misma manera, el esposo debe estar al tanto de situaciones que pueden ser problemáticas.

1. La tentación de sentirse con menos autoridad que su esposa

Para el esposo que gana menos, la posible tentación será la opuesta: sentirse inferior a su esposa y pensar que ahora ella es quien tiene la autoridad del hogar. En esta sociedad pragmática que valora más la utilidad y la productividad, el esposo puede ser tentado con un fuerte complejo de inferioridad frente a su esposa, y sentirse menos que ella. Puede sentir que ha perdido autoridad o que ahora la comparte con la mujer.

El esposo cristiano también debe recordar el diseño divino para la familia y el liderazgo que Dios le ha otorgado. El liderazgo del esposo no depende de la cantidad de dinero que lleve al hogar, y su autoridad como cabeza no está determinada por un cheque (Ef. 5:22-24).

Es cierto que esta situación puede ser un mayor desafío si el esposo no es un líder en el hogar o si en el pasado no ha sido un buen proveedor. Aún así, la solución es la misma: volver al diseño divino para el matrimonio, confiar en Dios, y ajustarse a Su sabio propósito. El esposo debe asumir la responsabilidad que Dios le ha dado como cabeza del hogar. Que su esposa gane más dinero no disminuye su responsabilidad y tampoco compromete su liderazgo.

2. La tentación de abandonar su responsabilidad de proveedor

Otra de las posibles tentaciones de un esposo que hace menos dinero que su esposa es desentenderse de su responsabilidad como proveedor en el hogar. Es decir, ignorar el llamado de ser el principal proveedor de su casa. El hombre puede ser tentado a tomar el asiento trasero y dejar que la esposa lleve el volante de la provisión familiar.

Esto sería un gran pecado porque, ante Dios, el hombre está llamado a cuidar y a sostener a los suyos. La misma naturaleza del hombre, su contextura física, nos confirma esa verdad. Su instinto protector y su fuerza corporal nos apunta en esa dirección. Como explica el pastor Miguel Núñez:

“Entre las características observadas típicamente en el sexo masculino encontramos el liderazgo, la fuerza, la confrontación, la independencia, la capacidad de ser proveedor, y protector. Gran número de estas cualidades simbolizan responsabilidades dadas por Dios, quien creó al hombre para reflejar aspectos de su Creador”.[3]

El esposo cristiano es llamado cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza de su Iglesia (Ef. 5:21-33). Esto hace referencia al liderazgo al que Dios llama a cada esposo cristiano. El esposo debe asumir este liderazgo como Cristo lo hace con la iglesia, que es su esposa: amándola sacrificadamente, protegiéndola, y proveyendo para ella.

Es decir, una de las maneras como el hombre cumple su responsabilidad ante Dios es siendo un proveedor para su casa. Esto no significa que un esposo que gane menos que su esposa no está cumpliendo su responsabilidad. Pero sí significa que el hombre debe asegurarse por todos los medios de asumir la tarea de proveer para los suyos. Como explica John Piper: “Ser cabeza es el llamado divino del esposo a tomar la responsabilidad principal del liderazgo de servicio, de protección y provisión en el hogar, a semejanza de Cristo”.[4]

Palabra finales

Por último, los creyentes debemos agradecer a Dios por su provisión. Este posible escenario, de una esposa ganando más que su esposo, debe primeramente fortalecer nuestra confianza y dependencia en Dios. Su cuidado y provisión son muestra de su amor paternal, y los medios que usa también son una expresión de su sabiduría.

El autor de Hebreos nos llama a confiar en el Señor diciendo: “Sea el carácter de ustedes sin avaricia, contentos con lo que tienen, porque Él mismo ha dicho: ‘Nunca te dejaré ni te desamparare’” (Heb. 13:5). ¡Dios prometió no desampararnos!

Por eso, si en un hogar la esposa gana más que el esposo, lo primero que debemos hacer es celebrar, dar gracias al Señor por su provisión, y continuar dependiendo de Él. Esta verdad siempre debe moldear nuestra conversación en estos casos.


[1] Douglas Wilson, Reformando el matrimonio (Publicaciones Faro de Gracia, 2014), p. 45.

[2] Martha Peace, La esposa excelente (Publicaciones Faro de Gracia, 2008), p. 74.

[3] Catherine Scheraldi de Núñez y Miguel Núñez, Revolución sexual (B&H Español, 2018), p. 15.

[4] John Piper, Pacto Matrimonial (Tyndale House, 2009), p. 71.


Imagen: Lightstock.
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