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Nota del editor: 

#CoaliciónResponde es una entrada semanal donde los colaboradores de Coalición por el Evangelio dan respuesta a diversas inquietudes. Puedes usar #CoaliciónResponde en las redes sociales o escribirnos a [email protected] con tus preguntas.

Pregunta: ¿Existen los cristianos carnales?

Para comenzar a responder a esta pregunta tenemos que considerar algunos fundamentos teológicos. Los cristianos evangélicos hacemos énfasis en que el seguir a Jesús comienza cuando somos justificados mediante la fe y unidos a Cristo. Un cristiano es una persona que ha respondido al evangelio con arrepentimiento, porque ha tenido una experiencia de “conversión” y “regeneración”. Entonces, el creyente es insertado a una realidad espiritual y moral que le guía como discípulo desde la comunidad de la iglesia. A esta realidad se le llama santificación. De modo que en la vida cristiana la justificación por la fe y la santificación van juntas: lo segundo sigue inmediatamente a lo primero.

La dificultad surge cuando personas que son identificadas como cristianas asumen un estilo de vida que no parece estar en conformidad con los patrones de vida moral descritos en la Biblia. El llamado a una vida santa recorre la Biblia (p. ej. 1 Pe 1:15-16).

Se ha utilizado la frase “cristiano carnal” para describir la inconsistencia entre la confesión de fe y la práctica en la vida de un creyente. Hay que reconocer que no hay una definición formal de la frase y muchas personas la usan de diferentes maneras.

  1. Para algunos, ser un “cristiano carnal” se refiere a una persona que no está siguiendo las reglas de alguna tradición de iglesia (p. ej. Estilos de vestimenta, consumo de alcohol, opciones de entretenimiento, lugares frecuentados, etc.).
  2. Para otros, un “cristiano carnal” se refiere a un cristiano nominal o cultural: una persona que no ha tenido una experiencia real de conversión o no ha sido regenerada. La persona quizás ha hecho una profesión de fe superficial y por lo tanto no es real.
  3. Más complicado es cuando la frase se utiliza para identificar a una persona que aparentemente tuvo o reclama una verdadera experiencia de conversión/regeneración, pero no muestra evidencia de un cambio moral o fruto del Espíritu.

La salvación no es ni por obras ni por disciplina moral. Esta es una verdad dogmática de la fe cristiana anclada en la obra de salvación de Jesucristo (Ef. 2: 8-9). A la vez, se espera que los discípulos de Jesús practiquen las buenas obras que Dios ha preparado para ellos (Ef. 2:10). Estas obras incluyen tanto deseos como acciones, crecer en el fruto del Espíritu renunciando a los deseos de la “carne” (vea Gálatas 5) y confesar los pecados ante el Señor (1 Juan 1: 9-10; 2:16). Son frutos de amor y de justicia.

Estas exhortaciones develan la vida de cristianos en la generación del Nuevo Testamento. Por ejemplo, entre los cristianos en Corinto el apóstol Pablo lamenta que no pudo dirigirse a ellos “como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo” (1 Cor. 3:2-3, NVI). Esa palabra “inmaduros” (NVI) es traducida también como “carnales” (LBLA, RV60). Pablo hace un incisivo contraste entre creyentes maduros y sabios versus gente que provocan división por sus prácticas sectarias y envidiosas. “Carnales” aquí se refiere a comportamientos muy humanos que fracturan relaciones sociales. Muchas otras actitudes, prácticas o vicios podrían ser “carnales”, pero aquí Pablo espera que el resultado de su exhortación sea la reforma personal. Los cristianos en Corinto fueron bendecidos con todo don espiritual y a la vez tenían mucho por lo cual arrepentirse y volverse a Dios.

Entonces, si por “cristiano carnal” nos referimos a creyentes que luchan con el pecado y pasan temporadas donde han sucumbido a los deseos de la naturaleza pecaminosa, pero con contrición responden al llamado de arrepentimiento y disciplina del Señor Jesús, estamos hablando solamente de creyentes que confiesan sus pecados y son restaurados. El llamarles “carnales” oscurece su realidad.

Por otro lado, se encuentra una persona que reclama una experiencia de conversión/regeneración, pero no muestra el fruto del Espíritu en su vida. Aunque es posible que la persona sea creyente, yo no daría seguridad de la situación de esa persona ante Dios y me inclinaría más bien a considerarle un pecador en necesidad del evangelio liberador de Jesús. ¿Por qué? Porque la obra de regeneración es una acción del Espíritu Santo mediante la cual una persona pasa de muerte moral a vida. Por lo tanto es una experiencia que cambia los deseos, disposiciones y prácticas, y genera un grado de obediencia a Jesús como Rey de todo lo que somos y hacemos.

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