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1. Quédate en el yunque

Esta es tu mayor contribución al nuevo mundo de Dios: solo sé un hombre que cada vez más crece en integridad. Quién eres en lo profundo de tu corazón empodera lo que haces a la vista del público.

Tu meta personal es nada menos que ser «un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra» (2 Ti 2:21). A medida que tu Maestro te moldea en esa vasija para un uso honorable, el mundo de opresión del diablo pierde terreno, más de lo que puedes ver. La batalla crucial se gana en lo más profundo de ti. Luego, estarás listo para cualquier impacto público que Él quiera darte.

No es que sea fácil. Este viejo poema nos dice, en un lenguaje directo, cómo el Señor nos golpea para sus propósitos reales:

Cuando Dios quiere instruir a un hombre
Y emocionar a un hombre
Y perfeccionar a un hombre
Cuando Dios quiere moldear a un hombre
Para que este interprete el papel más noble

Cuando Él anhela con todo su corazón
crear un hombre tan grande y tan audaz
que el mundo entero se asombre,
¡Observa sus métodos, observa su proceder!
¡Cómo perfecciona implacablemente al
que elige magníficamente!

¡Cómo lo martilla y lo hiere
y con fuertes golpes lo convierte
en figuras y formas de barro
que sólo Dios puede entender!

Cómo Él se doblega, pero nunca se quiebra,
cuando Él emprende su bien,
cómo Él usa a quien escoge
y lo infunde con gran poder
con cada acto lo induce
a probar su esplendor,
Dios sabe lo que hace.[1]

Los hombres que socaven la industria del porno serán los hombres a quienes se les hayan quitado sus propias asperezas

Hijo, quédate ahí en su yunque, sin importar como golpee su martillo. Es un lugar difícil. Pero no te endurecerá. Es donde Dios te moldea para la autoridad mansa que mueve la historia.

Los hombres que socaven la industria del porno serán los hombres a quienes se les hayan quitado sus propias asperezas.

2. Cuenta tu historia

En tu caminar, ¿cómo has estado cambiando? ¿Dónde estabas antes y dónde estás ahora? Esa historia merece ser contada.

¿Por qué no componer una «conversación de ascensor», tan breve como el tiempo que se tarda en viajar, por ejemplo, del primer piso al cuarto? Es una narración simple de tu antes y después, no de cómo Jesús te salvó en el pasado, sino de cómo Jesús te está ayudando en el presente. Prepárate para compartirlo con cualquier persona en cualquier momento. Tu historia (cuanto más vulnerable, mejor) pudiera ganarte una conversación más larga en otro momento.

Tu experiencia dará esperanza a los hombres que están yendo a la deriva. Ellos se sienten atrapados en su mundo; quieren salir, pero no pueden ver una señal de salida por algún lado. Ahí es donde entras tú. Diles cómo estás encontrando libertad. Muchos hombres se unirán a ti y a tus hermanos. Comienza con una pequeña charla, lo cual es una gran cosa. ¿Qué tal sentarte en tu computadora y pensarlo bien? Tu meta es «una buena historia bien contada».[2] Así que haz que tus palabras sean modestas, pocas y desde el corazón. Cuando un amigo te haga el honor de escuchar, simplemente dile, de una manera franca y amable, cómo Jesús te está sorprendiendo. Es muy amoroso abrir una nueva puerta para otra persona, ya sea que él decida atravesarla o no.

El humor ayuda. La risa no puede ser pomposa. Además, de seguro tu historia tiene algo de gracioso. Sácale el provecho a eso. ¿Quién espera que una historia cristiana incluya reírse de sí mismo? Sin embargo, debería.

¿No necesitamos todos una esperanza más grande que nuestros propios momentos tontos? ¿Cómo puede prosperar la industria del porno en un mundo en el que cada vez más hombres hablan de Jesús y lo disfrutan, en lugar de hundir a las mujeres?

3. Orar

¿Qué pensarías de los soldados que se enfrentan a los tanques enemigos con pistolas de agua? Esos somos nosotros, sin oración

La oración es una estrategia sorprendente para cambiar el mundo. La oración se siente débil. Nos sentimos incómodos intentándolo, por eso descuidamos la oración.

Sin embargo, nuestras oraciones a Dios no son débiles. Son poderosas, porque Dios es poderoso. Si nos sentimos ineptos en lo que a la oración respecta, está bien. He aquí por qué: «Dios arregla nuestras oraciones cuando van de camino hacia arriba. Si no responde a la oración que hicimos, responderá a la oración que debimos haber hecho. Eso es todo lo que cualquier persona necesita saber».[3]

¿Deberías reunirte con tus hermanos e idear planes inteligentes para promover un mundo de nobleza justo donde estás? Sí. Planifica, ejecuta, evalúa, ajusta, mejora y sigue adelante. Pero también debemos orar antes, durante y después de todo lo que hacemos. ¿Por qué tanta oración? Por dos razones.

Primero, estamos iniciando una pelea con demonios: «Nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas» (Ef 6:12). ¿Qué pensarías de los soldados que se enfrentan a los tanques enemigos con pistolas de agua? Esos somos nosotros, sin oración. No solo estamos luchando contra sitios web. Estamos luchando contra las fuerzas invisibles que ponen sus poderes deslumbrantes y cegadores en la superficie de los males horribles de la pornografía.

En cierto modo, me parece reconfortante la enseñanza de la Biblia acerca de Satanás. Significa que los seres humanos no somos responsables de todo el mal de este mundo. Pero también es aleccionador. Es por eso que Jesús nos enseñó a orar: «Líbranos del mal» (Mt 6:13). Washington no puede hacer eso por nosotros, pero Dios puede. Solo Dios puede.

Esto nos da una segunda razón para saturar cada esfuerzo con oración: estamos peleando nuestras batallas por medio de las estrategias de Dios. «Las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2 Co 10:4). No tenemos que volvernos malos, tenemos oración. Los primeros cristianos entendieron eso y es por eso que siguieron ganando, contra viento y marea. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribió: «ruego… que se esfuercen juntamente conmigo en sus oraciones a Dios por mí» (Ro 15:30). Este lenguaje de «esforzarse» significa luchar, trabajar. Así es como le pedimos a Dios que envíe los refuerzos que solo Él manda contra los poderes que solo Él puede derrotar.

Oremos no solo contra el atractivo de la pornografía sino también por el poder del Espíritu Santo

Piensa en tu Rey de esta manera, y orarás con más confianza.

«El Señor Jesucristo reina hoy. Él está en la sala de control del universo. Todos los pecados del hombre y las maquinaciones de Satanás finalmente tienen que realzar la gloria y el reino de nuestro Salvador. Nos hemos vuelto demasiado conscientes del enemigo. Necesitamos ser más conscientes de Dios, para que podamos reírnos con la risa de la fe, sabiendo que tenemos poder sobre todo el poder del enemigo (Lc 10:19). Él ya ha perdido el control debido al Calvario, donde el Cordero fue inmolado».[4]

Así que oremos no solo contra el atractivo de la pornografía sino también por el poder del Espíritu Santo. Jesús dijo: «Pues si ustedes siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» (Lc 11:13). Nosotros pensamos que cuanto mejor es el regalo, menos dispuesto está Dios a darlo. Pero lo contrario es verdadero. «¿Cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo…?». No tenemos que merecer el Espíritu Santo, pero sí tenemos que pedir: «…a los que se lo pidan». Dios nos está llamando a un estilo de vida de oración para que podamos experimentar poder de por vida. Avanzar verdaderamente en el reino no es mecánico ni automático, como una cadena de montaje en la que nosotros pulsamos botones y tenemos el control.

El verdadero avance del reino es personal: nuestro Rey mismo se acerca a ti y a tus hermanos, es sensible a ti, Él te escucha. Son ustedes pidiendo por su poder una y otra vez. Lo que Él busca no es solo un mundo nuevo de nobleza, sino un mundo nuevo de nobleza tan obviamente milagroso que eres sorprendido de lo que solo Él puede hacer. La oración es donde ese milagro sigue ocurriendo.

Puedes comenzar cada día con una simple oración por ti mismo. Por ejemplo: «Señor, te necesitaba ayer. Te necesito de nuevo hoy. Me has dado una tarea que está más allá de mí. Así que, por favor, dame más del Espíritu Santo ahora mismo, según veas mi necesidad. Gracias. En tu santo nombre. Amén». No es complicado. Es solo el «venga Tu reino» del Padre nuestro en tus propias palabras. Funcionará, no porque estés torciendo el brazo de Dios, sino precisamente porque no tienes que torcerle el brazo. No es porque tus palabras sean convincentes, sino porque tu Padre está dispuesto.

Dios nos está llamando a un estilo de vida de oración para que experimentemos poder de por vida

También puedes orar por un avivamiento mundial. ¿No sería increíble ver el próximo avivamiento histórico comenzando en lo más profundo de la industria del porno? No tengo tiempo para un «avivamiento» si todo lo que eso significa es una agradable iglesia suburbana que mejora su cómodo estilo de vida mientras se dirige al cielo en piloto automático. El avivamiento por el que estoy orando es el Rey resucitado que baja al infierno más bajo de la pornografía y perdona de una manera bondadosa a los jefes, los inversores, los videógrafos, los artistas, los administradores de sitios web, los anunciantes, los usuarios y todos los que impulsan ese motor de opresión. Nuestro Rey puede derramar sobre cualquiera un gozo que ellos nunca han conocido antes. Nunca dejaré de orar por eso. ¿Me acompañas?

Si pedimos esa poderosa bendición, me sorprendería si Jesús dice que no.


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por Equipo Coalición.

[1] Adaptado por un autor anónimo de «Cuando la Naturaleza quiere a un HOMBRE», en Forward, March!, de Angela Morgan (Nueva York: John Lane, 1918), 92–95, que es de dominio público.
[2] Robert McKee, Story: Substance, Structure, Style, and the Principles of Screenwriting (Nueva York: Regan, 1997), 21. Cursiva original.
[3] J. I. Packer y Carolyn Nystrom, Praying: Finding Our Way through Duty to Delight (La oración: Encontrando nuestro camino de la tarea al deleite) (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2006), 175.
[4] Patrick Johnstone, Operation World (Operación mundo) (Kent: STL, 1987), 21.
Nota del editor: 

Este artículo es una adaptación de la versión en inglés del libro de Ray Ortlund «La muerte de la pornografía: Hombres de integridad construyendo un mundo de nobleza».

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