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Como seguramente habrás notado, todo el mundo es “espiritual”.  Hace algunos años me encontré con una encuesta en el periódico USA Today donde incluso la mayoría de los ateos se consideraban personas “espirituales”. Ahora que lo pienso, nunca he oído a nadie decir: “Bueno, yo no soy una persona espiritual”. Tal vez para muchos ser espirituales significa pasar tiempo de vez en cuando en reflexión personal. Para otros quizás significa conscientemente tratar de vivir de acuerdo con ciertos principios, o tratar de ser más cuidadosos en temas importantes como el medio ambiente o la falta de vivienda.

Sin embargo, la percepción común de la espiritualidad no es bíblica. Estoy escribiendo desde la perspectiva de que la espiritualidad incluye, pero trasciende, el espíritu humano, y consiste en la búsqueda de Dios y de las cosas de Dios, por medio de Jesucristo, por el poder del Espíritu Santo, de acuerdo con la autorevelación de Dios (o sea, la Biblia).

La espiritualidad y el evangelio

Este tipo de espiritualidad no es autogenerada; sino que es uno de los resultados de la nueva vida espiritual que Dios crea en el alma al trabajar por medio del evangelio. En otras palabras, la espiritualidad cristiana es parte de la vida en respuesta al evangelio. En términos teológicos, la espiritualidad es un aspecto de la santificación que necesariamente comienza en, y sigue a, la justificación.

Piénsalo de esta manera: nos acercamos a Dios a través del evangelio, y vivimos para Dios a través del evangelio. El apóstol Pablo escribió: “Por lo tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, andad en él” (Colosenses 2:6). A través del evangelio, por la fe recibimos a Cristo, y por medio del evangelio, por la fe andamos en Cristo.

El evangelio, en una palabra, es Jesús. En una frase, el evangelio es la persona y obra de Jesucristo. Es por eso que podemos hablar de la vida cristiana como una vida centrada en el evangelio. Venimos a Dios inicialmente sobre la base de la fe en quién Jesús es y lo que ha hecho por nosotros. Y seguimos para llegar a Dios y vivir una vida agradable a Él en esa misma base. Parafraseando a Pablo en Gálatas 3:3, habiendo comenzado por el Espíritu a través del evangelio, somos perfeccionados (es decir, santificados; hechos como Cristo) de la misma manera por el Espíritu a través del evangelio.

El papel de las disciplinas espirituales

Aunque el Espíritu Santo otorga a un creyente el deseo y el poder de una espiritualidad bíblica, algo como una reforma de la vida y los hábitos tambié debe suceder para practicar una piedad centrada en el evangelio. Así Pablo también escribió: “Entrénate para la piedad” (1 Tim. 4:7). Esto no se refiere a la formación física: la mera actividad física, a pesar de sus beneficios para la salud, no puede por sí misma construir la piedad, como el verso siguiente aclara. Por el contrario, el tipo de entrenamiento o ejercicio que promueve la piedad (es decir, semejanza a Cristo) es la formación espiritual.

Ningún cristiano llega a ser semejante a Cristo sin esfuerzo. La piedad, de acuerdo con este texto, requiere entrenamiento. Algunas traducciones de la Biblia interpretan “entrenar” como “ejercicio” (RV) o “disciplina” (NVI). Así, las formas bíblicas y prácticas en la vida cotidiana para vivir este mandamiento de “entrenarse para la piedad” a menudo se han denominado “ejercicios espirituales” o “disciplinas espirituales”. (Nota: algunos falsos maestros también han utilizado estas expresiones, pero eso no invalida tales términos derivados bíblicamente. Al igual, por ejemplo, que el uso herético de la palabra Trinidad no anula nuestro uso ortodoxo del término). Lo que era verdad en los días de Pablo sigue siendo cierto: por medio de las disciplinas espirituales que se encuentran en las Escrituras hemos de perseguir la piedad.

Por supuesto, el legalismo es siempre un peligro en la espiritualidad. Cualquier cosa que un cristiano pueda contar o medir puede ser torcido de alguna manera en algo que asegure falsamente a una persona de que, por hacer eso, él o ella está espiritualmente más seguro(a) o será más bendecido (a) por Dios. Pero solo porque las disciplinas de la piedad pueden ser mal usadas no significa que deben ser descuidadas. “Entrénate para la piedad” es la orden de Dios, por lo tanto, debe ser posible perseguir obedecer sin ser legalistas.

Disciplinas en la práctica

Entonces, ¿cómo pueden los cristianos practicar una espiritualidad centrada en el evangelio?

En primer lugar, practica las disciplinas correctas, aquellas disciplinas espirituales personales e interpersonales correctas se encuentran en la Biblia. Una espiritualidad centrada en el evangelio es una espiritualidad de Sola Scriptura. Para la práctica individual, las más importantes disciplinas espirituales personales son primero, el consumo de la Escritura, y en segundo lugar, la oración; todas las dependen de estas dos.

En segundo lugar, practica las disciplinas adecuadas con el objetivo correcto. Conscientemente practica estas disciplinas con Jesús como el enfoque; persigue una intimidad con Cristo y conformidad (tanto interior y exterior) a Cristo. Para decirlo de forma más sucinta, a través de las disciplinas espirituales bíblicas, trate de estar con Jesús y de ser como Jesús.

En tercer lugar, practica las disciplinas correctas de la manera correcta. Enfócate en la persona y obra de Jesús en cada una de ellas. A través de ellas, aprende, contempla y disfruta de Jesús: quién es y lo que ha hecho. Deja que tu alma sea restaurada por las verdades del evangelio.

Participa en las disciplinas espirituales dadas por Dios en las Escrituras y muestra continuamente tu necesidad de Cristo y la fuente infinita de la gracia. Así como también la misericordia de ser encontrado por la fe en Jesucristo.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Carmen Herrera.
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