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1. La oración es hablar con Dios

Es fácil complicar la oración. Hay un momento para definiciones detalladas y teológicamente precisas de la oración. Podría escribir una de un párrafo de longitud que incluya la mayoría de los puntos encontrados en este artículo. Y aunque podría ser una explicación completa y útil de la oración (más que una definición), no sería memorable. Entonces, aunque hay mucha información bíblica importante que debemos entender acerca de la oración, en su esencia la oración es simplemente hablar con Dios.

2. La oración es aceptable para Dios solamente en el nombre de Jesús

Todo acceso a Dios, incluyendo la oración, es posible solo a través de los méritos de quién Jesús es y de lo que Él ha hecho. Jesús dejó esto claro en Juan 14:6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí”. Pero orar “en el nombre de Jesús” no se logra simplemente agregando (a menudo sin pensar) esas palabras al final de una oración. Más bien, es orar confiando en lo que Jesús ha hecho por nosotros y no en los méritos de quienes somos o lo que hemos hecho. Puedes también ver el énfasis hecho por Jesús en orar en su nombre en Juan 14:13 y Juan 16:23-24.

3. La oración, sin una relación con Dios a través de Jesús, es escuchada, pero no con miras a ser contestada

Dios escucha todo. Oye el sonido de cada electrón que rodea a cada átomo del universo. Él incluso escucha nuestros pensamientos (Sal. 139:2). Entonces, en cierto sentido, Dios escucha cada oración pronunciada por cada persona. Pero Él no escucha con el fin de responder a menos que tengamos una relación con Él a través de Cristo y honremos su Palabra. Como dice Proverbios 28:9: “Al que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominación”. Proverbios 15:8 agrega: “El sacrificio de los impíos es abominación al Señor, pero la oración de los rectos es Su deleite”. De nuevo, las palabras de Jesús en Juan 14:6 aplican aquí: “Nadie viene al Padre sino por Mí”.

Todos aquellos que son habitados por el Espíritu se convierten en personas que realmente quieren hablar con su Padre celestial

4. La oración es un deseo de por vida de toda persona en quien mora el Espíritu Santo

Cuando el Espíritu Santo mora en una persona, Él le da la voz de un niño. De la misma manera que los niños por naturaleza comienzan a comunicarse con sus padres tan pronto como sus voces pueden emitir un sonido, cuando el Espíritu Santo nos hace hijos de Dios, Él nos hace clamar: “¡Abba! ¡Padre!” (Ro. 8:15). En otras palabras, la obra del Espíritu dentro de nosotros nos da una nueva orientación hacia el Padre. Como resultado, todos aquellos que son habitados por el Espíritu se convierten en personas que realmente quieren hablar con su Padre celestial. Su presencia los hace personas que oran.

5. El Espíritu Santo ayuda a los creyentes a orar

El Espíritu Santo no solo motiva la oración en todos los creyentes, sino que también nos ayuda a orar correctamente. Tal como Romanos 8:26-27 explica: 

“De la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Y Aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque Él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios”. 

El Espíritu no solo puede traer a la mente la verdad bíblica para guiar nuestras oraciones cuando no sabemos por qué orar o cuándo podríamos orar por las cosas equivocadas, sino que puede mejorar nuestras oraciones en los oídos del Padre e incluso orar por nosotros. Más aún, el Espíritu puede tomar incluso nuestros gemidos hacia Dios y transformarlos en oraciones que se conformen a la voluntad de Dios. Por lo tanto, debemos orar a pesar de “nuestra debilidad” e incertidumbre, y aún cuando nuestros corazones están tan pesados ​​que todo lo que parecemos hacer es gemir a Dios.

6. En la Biblia, casi todas las oraciones incluyen una razón por la cual Dios debe responder

La razón general por la que podríamos esperar que Dios escuche nuestras oraciones, como ya lo hemos notado, es porque el acceso a Dios se da a los creyentes en Cristo sobre la base de lo que Jesús ha hecho por nosotros (ver Jn.14:6 nuevamente, así como Heb. 10:19-22). Más aún, la Biblia enseña a través de ejemplos, en casi todas las oraciones registradas en las Escrituras, que debemos darle a Dios una razón específica por la cual Él debe responder. Uno de los muchos ejemplos posibles es la oración de Jacob en Génesis 32:11-12, donde él declara una promesa como razón por la cual Dios debía responderle. Otras razones dadas en la oración por las cuales Dios debería responder incluyen una apelación a uno de sus atributos: su gloria, nuestra relación con Dios, la petición es la voluntad de Dios, y más.

7. La oración moldeada por las palabras de la Biblia resuelve muchos de los problemas más comunes en la oración

Es normal orar principalmente por cosas relacionadas con nuestras propias vidas. Y dado que nuestras vidas no cambian dramáticamente muy a menudo, es común decir las mismas cosas sobre las mismas cosas casi cada vez que oramos. Incluso cuando oramos sobre asuntos relacionados con los demás, es fácil orar repetitivamente (”bendice a los misioneros”). Esto no solo puede resultar en que la oración sea inconsciente, sino que puede estar cerca de violar el mandamiento de Jesús de no usar “repeticiones sin sentido” (Mt. 6:7) cuando oramos.

Nuestro Padre ama escuchar nuestras voces. Nada es demasiado pequeño para llevarlo a Él

Una solución bíblica, simple, y permanente a esto es orar la Biblia; es decir, convertir las palabras de las Escrituras en oración. Los Salmos son ideales para esto, pero también puedes volver y orar parte de tu lectura diaria de las Escrituras. Encontrarás que: 1) nunca te quedarás sin cosas que decir, 2) orarás por las cosas que quieres cada día pero de nuevas maneras cada vez, 3) tu mente no se distraerá tan a menudo, 4) tus oraciones estarán más de acuerdo a las Escrituras y a la voluntad de Dios, y 5) con frecuencia experimentarás la oración por lo que realmente es: una conversación real con una persona real. Jesús hizo esto dos veces en la cruz cuando oró palabras de los Salmos en Mateo 27:46 y Lucas 23:46. La iglesia en Jerusalén oró del Salmo 2 en Hechos 4:24-26 y “el lugar donde estaban reunidos tembló” (Hch. 4:31). El gran hombre de oración y fe, George Müller, dijo que orar la Biblia transformó su vida de oración. ¿Porque no lo haría  contigo también?

8. Jesús nos dio un modelo para la oración

En lo que comúnmente se llama el Padre Nuestro, Jesús nos dio lo que de otro modo podría conocerse como la “oración modelo”. Si bien es ciertamente bueno ofrecer esta oración literalmente, no es la única forma de oración que podemos usar, ya que ninguna de las oraciones que se encuentran en el resto del Nuevo Testamento incluye la oración modelo. Más bien, esta oración, que se encuentra en Mateo 6:9-13 y Lucas 11:2-4, enseña los elementos básicos que deberían ser parte de nuestras oraciones. En otras palabras, una de las mejores formas de evaluar el contenido de nuestras oraciones según el estándar de las Escrituras es determinar si contienen los componentes de la oración modelo. Y, por cierto, si oras constantemente a través de pasajes de las Escrituras como se describió anteriormente, los elementos de la oración modelo regularmente serán parte de tus oraciones.

9. La oración es tanto natural como aprendida

La oración es natural para todos los que tienen en el Espíritu Santo (ver los comentarios anteriores sobre Ro. 8:15, 26-27). Nuestro Padre ama escuchar nuestras voces. Nada es demasiado pequeño para llevarlo a Él. Su Palabra nos alienta: “sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios” (Fil. 4:6). Sin embargo, hay otro aspecto: la oración debe aprenderse, ya que es posible pedir “con malos propósitos” (Stg. 4:3). Para orar correctamente debemos aprender los principios de la oración de las Escrituras.

Si estás hablando con alguien y tu niño corre hacia ti llorando con sangre por toda su mano, no lo regañas por interrumpir. Pero la mayoría de las veces esperas que tus hijos aprendan y hablen de acuerdo a la forma normal de conversación que les has enseñado. De la misma manera, a menudo hay momentos para cada uno de los hijos de Dios cuando tu corazón está tan pesado que todo lo que puedes hacer es “derramar tu corazón delante de Él” (Sal. 62:8). Sin embargo, normalmente mostramos honor a nuestro Padre al aprender a hablar con Él de acuerdo a las condiciones que nos ha dado en su Palabra para contestar la oración.

10. La oración debe practicarse en privado, con la familia, y con la iglesia

Cuando pensamos en la oración, probablemente la mayoría de los cristianos imaginan algo que se hace en privado. De hecho, Jesús dijo: “Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto” (Mt. 6:6). Pero también deberíamos considerarlo una parte normal de la vida familiar de un hogar cristiano. Más allá de una oración de agradecimiento en las comidas, las parejas cristianas deben orar juntas regularmente. Cuando Pedro advirtió a los esposos que vivieran con sus esposas “de manera comprensiva” y les mostraran honor (1 P. 3:7), agregó “para que sus oraciones no sean estorbadas”. Las oraciones aquí no son las oraciones privadas del esposo, sino que se refieren a la oración conjunta; es decir, oraciones que esposos y esposas oran juntos. Y seguramente la advertencia de Pablo de educar a los niños “en la disciplina e instrucción del Señor” (Ef. 6:4) implica orar con ellos. Del mismo modo, la vida junto con la familia de Dios debería ser impensable sin el elemento de orar juntos. Cuando el pueblo de Dios se reunía en el libro de los Hechos (Hch. 4:23-31; 12:1-17; 13:1-3; 16:13) y en otras partes del Nuevo Testamento (1 Ti. 1:2,8), oraban juntos. Era una parte normal de la vida conjunta en el cuerpo de Cristo. Lo mismo debería ser cierto cuando las iglesias se reúnen hoy.


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por CASIAN.
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