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No hay nada escrito en piedra con respecto al ministerio de jóvenes de una iglesia. La verdad es que no existe tal cosa como “las tablas de la ley del ministerio juvenil”, o “los 10 mandamientos de un grupo de jóvenes”. Tampoco hay funciones establecidas en la Biblia para un líder de jóvenes en particular. Sin embargo, creo que podemos concluir que existen algunas funciones que son básicas para uno que sirve al grupo de jóvenes de su iglesia. Así que en esta ocasión, quiero compartir contigo siete funciones que considero importantes para un líder de jóvenes.

1. Enseñar la Palabra

Creo que en un contexto juvenil el compañerismo o socialización y hasta la diversión tienen su lugar. Sin embargo, el grupo de jóvenes no existe para entretener a sus integrantes. Ellos tienen necesidades particulares debido a la etapa de vida en que se encuentran. Y para cada necesidad la Biblia tiene respuestas.

El apóstol Pablo escribe a su joven pastor y pupilo:

“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”, 2 Timoteo 3:16-17.

La función principal de un líder de jóvenes es enseñar lo que es verdad. Por tanto, debe utilizar la Biblia para colaborar así con el proceso de santificación en el que se encuentran los jóvenes.

2. Servir a su equipo de apoyo

El líder juvenil debe acompañarse de un equipo que le permita llevar la carga para servir a los jóvenes de su congregación de una manera más efectiva y oportuna. La cantidad de colaboradores puede variar de una iglesia a otra. Sin embargo, el servidor responsable del ministerio debe tener como parte de sus prioridades servir a su equipo de apoyo.

Algunas formas prácticas para llevar a cabo esto son: discipularlos, compartir con ellos enseñanzas que puedan nutrirlos, y desafiarlos a aprender más sobre las luchas de los jóvenes en la sociedad apoyándose en investigaciones y estadísticas, por ejemplo. Ellos deben ser una prioridad en las oraciones frecuentes del líder. Son el equipo que lleva la carga con él, por tanto, el líder juvenil de amar sus vidas.

Como un modelo de esto, podemos ver a nuestro Señor y su trato genuino con sus discípulos (Jn. 15:15; 17; Mr. 6:31). O a Pablo cuando pensaba en sus colaboradores (2 Ti. 4:11; Tito 3:13). El común denominador en ambos ejemplos es que estos líderes se preocupaban por quienes servían junto a ellos.

3. Orar por sus jóvenes

Muchas veces vemos el mandato a la oración en el Nuevo Testamento. Jesús enseñó acerca de la necesidad de orar siempre y no desmayar (Lc. 18). Aprendemos muchas lecciones sobre este tema de la oración. Una de ellas es que dependemos de Dios para absolutamente todo.

Solo Dios tiene el poder para transformar el corazón caído de una vida.

Si quieres tener un servicio efectivo, ora por tus jóvenes. Nada de lo que hagas en el ministerio tendrá resultado perdurable o de importancia eterna si no ha sido bañado en oración. Al orar le decimos a Dios: “Yo no sé, pero Tú sí”; “Yo no puedo, pero Tú sí puedes”.

Solo Dios tiene el poder para transformar el corazón caído de una vida. ¡Ora por tus jóvenes! Ora con frecuencia y promueve esa disciplina entre tus colaboradores y entre los mismos jóvenes.

4. Planificar y programar

Liderar implica planificar. Si estamos tratando de conducir a un grupo de personas en una dirección, más vale que tengamos un plan, pues de otra manera la improvisación será la norma que nos conducirá a ningún lado.

Una tarea básica del líder es tomar tiempo para escribir las metas y estrategias que le dan forma a su propósito como servidor de un grupo de jóvenes en una iglesia local.

Cuando sirves, quieres ser eficaz. Entonces, toma el consejo del proverbista:

“Los proyectos del diligente ciertamente son ventaja, pero todo el que se apresura, ciertamente llega a la pobreza”, Proverbios 21:5.

5. Sujetarse a las directrices pastorales

¡Claro! Estás sirviendo bajo el liderazgo de la iglesia local. Y este lo preside el cuerpo pastoral. Por tanto, ellos marcan la pauta. Dios los ha puesto para llevar a cabo una tarea en esa comunidad.

Es deber de aquellos que servimos como líderes de jóvenes (o en cualquier otra área), sujetarnos a nuestros pastores. Y esto requiere comunicación. Debe existir una línea abierta con el liderazgo pastoral tanto para fines de presentar reportes como rendición de cuentas, así como también ser instruidos u orientados.

El apóstol Pedro manda: “Asimismo ustedes, los más jóvenes, estén sujetos a los mayores. Y todos, revístanse de humildad en su trato mutuo, porque ‘Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes’” (1 Pe. 5:5).

6. Cultivar su carácter

En resumidas cuentas, el carácter es lo que eres en realidad. El carácter es “la forma de pensar y actuar que corre en el interior de alguien que, cuando lo partes, ves la misma persona por adentro y por afuera”.[1]

El servidor de Dios ha sido llamado a ser ejemplo. Cuando escribe al joven Timoteo, el apóstol Pablo indica: “No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza” (1 Ti. 4:12). Sin embargo, no se puede ser un buen ejemplo si no hay madurez de carácter.

Debemos enfocarnos en afrontar nuestras grietas de carácter, y junto a las Escrituras y con el poder del Espíritu entregar esas áreas al Señor para que las transforme. Tiene que haber una determinación y objetividad en cultivar el carácter propio. Eso es lo que garantizará la verdadera influencia en la vida de los demás.

7. Amar la iglesia

Como sabemos, la iglesia es el conjunto de personas por quienes Cristo derramó su sangre. Y eso no es poca cosa. Es la comunidad de creyentes que, por su compromiso de membresía, forma parte de una iglesia local.

A esa iglesia estamos llamados a amar. La manera práctica en la que un pastor llamado por Cristo demuestra su amor por Él es apacentando sus ovejas (Jn. 21). Puede que el líder de jóvenes no sea uno llamado al ministerio, pero sí se espera que esté dispuesto a servir con sacrificio, entrega, dedicación, y excelencia a los jóvenes de esa iglesia local, para la exaltación de Cristo, para la gloria de Dios, y la proclamación del evangelio.


[1] Why Christian Character Matters? (New York: Harper One, 2010) p. 27. Citado en De pastores y predicadores, Dr. Miguel Núñez (B&H Publishing Group 2019) p. 69.


Imagen: Unsplash.
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