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En el ministerio, hacer planes no es sencillo. Demanda tiempo, esfuerzo, concentración, mucha oración, y consejo. No es diferente con el ministerio de jóvenes. Tiene sus retos.

En este artículo quiero sugerir algunos consejos que considero importantes para realizar un buen plan de trabajo en el ministerio juvenil. Estos consejos deben aplicarse antes de planear tanto los temas de las prédicas como los eventos especiales.

1. Ora

La oración es la clave para cualquier cosa que un cristiano quiera hacer. Hay que orar por todo, antes, durante, y después. La razón es sencilla: cuando oramos, le decimos a Dios que Él es quien controla todo, y que nosotros lo reconocemos. El apóstol Pablo nos insta: “Oren en todo tiempo” (Ef. 6:18). Y nuestro Señor Jesús contó una parábola en cuanto a la necesidad de orar siempre y no darse por vencido (Lc. 18:1).

Cuando planifiques, ¡ora! Debes depender de Dios para cada detalle. Y espera su respuesta. Él te hará entender las necesidades y retos de los jóvenes y de la iglesia local en la que sirves. Dios puede darte la sabiduría que necesitas para hacer una planificación estratégica apropiada.

2. Conoce la visión de tu iglesia local

El ministerio de jóvenes no es la iglesia local. La iglesia se compone de distintos ministerios y grupos pequeños de distintas naturalezas, pero todos deben estar atados a una sola visión. El ministerio de jóvenes es parte de la iglesia, no la meta de ella.

La iglesia local fue plantada en una comunidad en concreto, y los asistentes probablemente pertenecen a una clase socioeconómica particular, en un pueblo o ciudad y nación específicos. Y eso fue orquestado por Dios debido a una razón que aporta al Reino de una forma en especial.

Un ministerio de jóvenes saludable busca estar sujeto a la visión de su iglesia.

En el campo de la planificación estratégica se dice que debe existir en el organismo una razón de ser (misión) y aquello que este sueña llegar a ser (visión). Un ministerio de jóvenes saludable busca estar sujeto a la visión de su iglesia. Se interesa por conocer lo que Dios ha colocado en el corazón de sus pastores, quienes tienen la tarea y compromiso de guiar a dicha iglesia (1 P. 5:1-4).

Al momento de planear, no olvides esta verdad. De otra forma, estarás haciendo una iglesia paralela o ejecutando un plan que está divorciado de lo que la iglesia local espera en función de su visión. Y por lo tanto, te encontrarás en rebeldía (1 P. 5:5).

3. Identifica las necesidades de tu grupo de jóvenes

Todo individuo posee diferentes necesidades según la etapa de su vidas en la que se encuentra. Eso es una realidad también en el ministerio de jóvenes. Por tanto, es fundamental que conozcas las necesidades de tu grupo de jóvenes en particular, que dicho sea de paso, pueden diferir de las de otros grupos aun en tu propio país, incluso en tu propia ciudad.

Puede que tu iglesia esté localizada en una comunicad de un nivel económico alto. Allí, tus jóvenes no estarán luchando por limitaciones económicas. Sus mayores luchas serán otras, como un uso desproporcionado de los recursos con que cuentan, o una vida de placeres desbalanceada, u otros problemas similares. Debes analizar, investigar, y listar (sugiero anotarlas en papel o en pantalla) esas necesidades para que puedan ser suplidas, o de lo contrario referidas a otros para que puedan satisfacerse.

Hay temas generales que se deben tocar debido a que son propios de la juventud. En el grupo de jóvenes donde sirvo, que es de universitarios, los temas de pureza sexual, noviazgo, formación de apologética y cosmovisión, feminidad y masculinidad bíblica, entre otros, son recurrentes. Esto debido a que están en esa etapa. Si sirves con preadolescentes o adolescentes, probablemente tengas otro enfoque.

Cuando planifiques, tómate el tiempo para informarte e identificar las necesidades de los jóvenes.

4. Investiga los retos de la generación que sirves

Este punto luce un tanto parecido al anterior. Pero he querido apartarlo para hacer un énfasis. Sígueme con cuidado.

La generación que me precede (la llamada generación X) vivió en una sociedad en la que el matrimonio homosexual no era celebrado, la doble vida era mal vista, los esposos que tenían amantes las tenían a escondidas. La mentira era un pecado, no solo en la iglesia, sino en el trabajo y en todo lugar. En esa sociedad, lo que hacías en privado estaba directamente relacionado con tu vida pública.

Hoy, a lo bueno se le llama malo. Lo malo se convierte en ley. Y a la persona recta la llaman intolerante, fundamentalista, retrógrada. Y se agrava si profesas una religión, en particular si eres cristiano.

Algunos de nosotros ya estamos acostumbrados a ser objeto de burla. Sin embargo, nuestros jóvenes están en formación. Algunos son nuevos en la fe y esta presión social los abruma. Es natural. Nos pasó a muchos. Otros tienen que aprender a lidiar con la hostilidad de un profesor, o las preguntas sobre fe que le hacen amigos universitarios quienes acaban de leer El espejismo de Dios de Richard Dawkins.

Los jóvenes a quienes servimos hoy no viven en una sociedad ni siquiera como en la que yo viví mi juventud. Si al planear no estamos conscientes de esta realidad, probablemente estaremos enseñándoles a nuestros jóvenes a tejer cuando debimos estar entrenándoles para cazar lobos.

Daniel, Zadrac, Mesac, y Abed-nego son el tipo de jóvenes que necesitamos formar. Unos que honren a Dios con sus profesiones y vocaciones, prediquen el evangelio, e impacten con su integridad.

5. Concéntrate en un solo propósito

Como has visto, puedes listar un montón de necesidades. Sin embargo, debes enfocarte en aquellas a las que la sabiduría de Dios te guíe.

El consejo de tus pastores, la realidad de tu congregación, y las carencias de tu grupo y sus retos te permitirán tener un enfoque en la planificación que haces para beneficio de los jóvenes a los cuales sirves.

Siempre enfrentarás la tentación de querer abarcar mucho. Mucha gente vendrá con sugerencias diversas. Algunas de ellas serán muy buenas. Otras, no tanto. Vendrán de corazones con intensiones sanas. Otras, no tan sanas. Tienes la tarea de filtrar y, con el consejo de tus líderes, incluir aquellas que garanticen el enfoque.

6. No olvides el evangelio

Creo que en el ministerio juvenil podemos olvidarnos fácilmente del mensaje central que debe caracterizar toda enseñanza cristiana: el evangelio. La encarnación, vida perfecta, muerte, y resurrección de nuestro Señor constituyen el mensaje. Jesús es la idea central del mensaje cristiano, el protagonista de la historia, el símbolo de toda analogía, el objeto de toda adoración. Por lo tanto, cuando planifiques, recuerda que lo vital es el evangelio.

El evangelio tiene el poder, por un lado, de salvar a los perdidos, y por el otro, de mantener rendidos al Salvador a aquellos que han sido salvos.

Los jóvenes lo necesitan. No solo los que están fuera de la fe, sino también aquellos que ya han sido redimidos. ¡Dales lo que necesitan! El evangelio tiene el poder, por un lado, de salvar a los perdidos, y por el otro, de mantener rendidos al Salvador a aquellos que han sido salvos.

7. Sé sensible a la guía del Espíritu

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad; es Dios viviendo en cada cristiano que tiene auténtica fe. Y está activo: Él reprende, ayuda, glorifica, intercede (Jn 16:7–13; Ro. 8:26). Él dirige a los creyentes y, por lo tanto, a la iglesia desde el ascenso de Cristo. Si estás sirviendo a la iglesia, la dirección del Espíritu es indispensable.

Cuando trabajamos un plan para los jóvenes, debemos mantenernos dóciles a su guía. Dios Espíritu orquesta las circunstancias y provee los recursos.

Una vez hagas tu esfuerzo por realizar un plan estratégico enfocado y que te garantice resultados, sé consciente de que el mismo debe estar sujeto a lo que el Espíritu desee hacer. Somos siervos de Cristo, y como Señor de nuestras vidas Él hará a través de su Santo Espíritu lo que su providencia ha determinado.

Planificar es importante para desarrollar un ministerio juvenil que genere resultados. Vivimos en una sociedad confundida, y nuestra responsabilidad es traer orientación desde la Palabra de Dios. Considera estas recomendaciones. Evalúalas y aplícalas con sabiduría. Y que el favor de nuestro Dios sea sobre ti.


IMAGEN: LIGHTSTOCK.
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